domingo, 11 de abril de 2010

DEFENSA DEL JUEZ GARZÓN ANTE ARREMETIDA DE LA DERECHA FRANQUISTA


Por Eduardo García Aguilar

Después de que el juez Baltazar Garzón abrió una causa contra el franquismo por "crímenes contra la humanidad", entre los cuales figura la desaparición de 114.266 personas que reposan en fosas comunes, algunos dirigentes del Partido Popular y portavoces de la nostalgia falangista se han desatado, lanza en ristre, contra el abogado, acusándolo de todos los males posibles y de ser un loco empecinado en hacer disparates.
Garzón atribuye a Francisco Franco y a otros 34 jefes militares rebeldes el delito de insurrección contra el régimen legalmente constituido y de haber aplicado un plan sistemático de exterminio de los opositores políticos durante la Guerra Civil y la posguerra. Asimismo considera que las familias de los fusilados masivamente por las hordas franquistas tienen derecho todavía a saber donde están los cadáveres de sus familiares desaparecidos y que los crímenes cometidos por órdenes del tenebroso generalote español durante la rebelión y la larga dictadura no deben prescribir nunca.
Se comprende que muchos quieran borrar las heridas del pasado y no tratar de levantar los espectros de la muerte que reinó sobre la gran tierra española, pero el genocidio y la intolerancia fueron imperdonables, como lo son también el exilio de cientos de miles de familias y hombres de bien que tuvieron que irse a todos los rincones del mundo, pues no eran aceptados en su propio país por la terquedad criminal de un dictador fanático. Los exiliados españoles de la República se fueron en diáspora por toda Europa y en ultramar hacia México, Estados Unidos, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Centroamérica, donde nosotros tuvimos la fortuna de recibir sus enseñanzas. Esos hombres de bien nos ayudaron a los latinoamericanos fortalecer la industria editorial, la prensa, la ciencia, las escuelas y las universidades.
Por eso a esa generación de sobrevivientes y a todos los republicanos españoles les debemos mucho, y podemos imaginar entonces a través de los salvados de la muerte a los otros valores extraordinarios españoles fusilados jóvenes por Franco y sus bárbaros, que reposan en el olvido en las fosas comunes que busca destapar Garzón para que no queden impunes.
Después de la súbita derrota de la derecha en las elecciones y su reemplazo por el gobierno socialista de Zapatero tras el horrible atentado del 11 de marzo de 2004 cometido por los fanáticos islamistas, proliferan en España muchas voces sectarias de una derecha post-franquista atrasadísima y fundamentalista que desea resucitar las ideas de Adolf Hitler, Benito Mussolini e incluso las de la Inquisición y ve tras la acción judicial de Garzón a las fuerzas del terror comunista o del diablo, así como ve en los gobiernos democráticos latinoamericanos de izquierda la fuerza del demonio, encarnado en los indígenas de Evo Morales o en los mulatos de Hugo Chávez, a quienes quisieran callar.
A veces al leer la prensa española uno no da crédito al odio y el veneno que circula actualmente entre las fuerzas políticas, ideológicas o regionalistas. En Cataluña los fanáticos catalanistas quieren prohibir el español y en las escuelas los niños que hablan esa lengua son discriminados y vejados y los que defienden el derecho humano de educar a sus hijos en el idioma de Cervantes son estigmatizados. En el País vasco la violencia de ETA sigue vigente y el diálogo es imposible entre separatistas y gobierno. Ahora los gallegos han protestado por unas declaraciones leves del gran escritor George Steiner, que discrepaba del nacionalismo creciente gallego y fue obligado a dar excusas. Pero más allá de estas tensiones folclóricas regionales que uno puede comprender como frutos precisamente de la intolerancia franquista, que oprimió a las minorías, planea sobre España un enfrentamiento autista entre derecha e izquierda, de donde está excluido el diálogo y el debate, lo que nos hace recordar los peores tiempos de la intolerancia.
Hay que apoyar la acción de Garzón para que las nuevas generaciones no olviden lo que pasó en su país. Y ojalá que la probable salida de los restos del poeta García Lorca conduzcan a leerlo de nuevo y a restablecer los lazos con la España creativa del Medioevo, el Siglo de Oro y la Ilustración decimonónica, con la España donde vivían cristianos, musulmanes y judíos conviviendo juntos en paz.
Porque del triunfo de la tolerancia depende que los descendientes de millones de migrantes latinoamericanos indios y mestizos que han llegado en la última década a ese país puedan vivir allí en paz y que nunca se despierten los fantasmas del racismo y el deseo de exterminar al otro, al extranjero, al distinto en campos de concentración, crematorios o fosas comunes.

2 comentarios:

Manuel López Castro dijo...

Perdona, no lo imputan por eso, sino por invadir competencias. El motivo podría ser cualquier otro, como es el caso de grabar a los abogados de los reclusos y por la acusación de cohecho.

FMCE dijo...

Buena pieza de reflexión sobre este mundo moderno, que no deja de adolescer de esta perniciosa sombra de la intolerancia. Saludos Eduardo.