martes, 12 de octubre de 2010

LA DICTADURA PERFECTA DE VARGAS LLOSA


Por Eduardo García Aguilar

El Premio Nobel a Mario Vargas Llosa es un reconocimiento a la literatura latinoamericana de inspiración decimonónica, convencional y previsible, que sigue vigente en el siglo XXI, y al maridaje obsceno y exasperante de nuestros escritores con las fuerzas del poder, el dinero y la apariencia.

Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Octavio Paz, que lo precedieron en el trono, fueron todos representantes del escritor comprometido con los poderes, que medraron todas sus vidas en las antesalas de los palacios presidenciales y los salones de la plutocracia. Los escritores rebeldes, experimentales y disidentes de América Latina están condenados al ostracismo.

Durante años Octavio Paz fue la voz omnipresente y servil de la cadena Televisa, una especie de big brother totalitario al servicio del régimen mexicano del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Cruel con los débiles y los disidentes, y servicial con los poderosos y los ricos, Paz era un megalómano omnívoro de ideas ajenas que se consideraba infalible.

El chileno Pablo Neruda fue el típico hombre de letras pro-estalinista al servicio de la tiranía soviética, pero a la vez se arrastraba sobre todos los tapices del dinero y los poderes terrenales de Oriente y Occidente. Poeta inolvidable, el destino lo atrapó sin embargo en las garras de uno de los dictadores de derecha más sanguinarios de la historia y murió en Chile con aires de tragedia en los sombríos aposentos del exilio interior y la enfermedad.

Miguel Angel Asturias a su vez estuvo empantanado al servicio de las peores dictaduras de su Guatemala natal y al final, ya casi como un enorme batracio engordaba como engordaron Paz y Neruda en las embajadas de sus respectivos países en París. Todos ellos son el arquetipo del escritor embajador, del novelista político, del bardo poderoso y feliz.

Gabriel García Márquez, más atípico y astuto, ha sido también un gran servidor de la dictadura de los hermanos Castro en la isla cubana, ajeno al sufrimiento atroz de ese pueblo en manos de una burocracia tropical y totalitaria, lo que no le ha impedido a su vez dejarse manosear por casi todos los presidentes de derecha o izquierda que ha encontrado a su paso, mediando aquí y allá en lo inmediable, llevando razones de un tirano a otro tirano.

Mario Vargas Llosa, el alumno perfecto del boom, es el ejemplo máximo de esa connivencia permanente de los hombres de letras latinoamericanos con los poderes y después de su conversión ha repetido sin cesar el sermón en defensa de ricos, empresarios, presidentes de derecha, la señora Margaret Thatcher y todos los magnates que encuentra a su paso. Es el mismo sermón que repetía como candidato presidencial en su natal Perú.

El Nobel peruano, como su gran maestro Octavio Paz, ha fustigado sin piedad a esos latinoamericanos « idiotas », que sin ser serviles del castrismo o los regímenes totalitarios asiáticos o europeos, osan oponerse a esa derecha financiera mundial depredadora que él tanto defiende. Cada semana encontramos en algún periódico el Angelus dominical del papa Vargas Llosa, donde nos habla de un capitalismo feliz, unos empresarios maravillosos y unos ricos que al ser más ricos traerán la felicidad y la abundancia a esa infame turba de las barriadas que sólo existe en la ficción de sus novelas de juventud y en los recuerdos de su mocedad peruana.

Vargas Llosa tiene una fuerza proteica y una suerte maravillosa. Apuesto como pocos y según las señoras cada vez más bello a medida que pasan los años y encanece, dotado de una dentadura digna de publicidad para dentrífico, estudiante impecable, este portento cuya única mancha en la vida es haberle dado un puñetazo por celos a García Marquez, saltó a la fama muy pronto con tres novelas costumbristas y desde entonces en la ola del boom ha surfeado publicando varios libros por año, impecables, bien escritos, amenos, comprensibles, vendibles, previsibles y a veces banales como telenovelas.

Cada mes recibe desde hace décadas un nuevo doctorado honoris causa. En toda provincia latinoamericana o española alguien crea un nuevo premio para tenerlo unas horas en su salón y él siempre, muy solícito, cobrará el cheque y partirá unas horas después en medio de los aplausos. Es y ha sido una verdadera y feliz industria de premios millonarios que ahora se corona con el premio mayor.

Puesto que el éxito atrae el éxito y el aplauso los aplausos y vivimos en una sociedad que se arrodilla ante la fama y el dinero y abomina el fracaso o la rebeldía, ahora viviremos para siempre felices bajo la dictadura perfecta de Vargas Llosa, hipnotizados por su sonrisa Pepsodent.
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* Eduardo García Aguilar (1953). Escritor colombiano, autor de El viaje triunfal y Bulevar de los héroes, entre otras novelas, así como de Celebraciones y otros fantasmas. Una biografía intelectual de Alvaro Mutis. Reside en París)

3 comentarios:

Angel Castillo Fernández dijo...

He llegado a su sitio luego de leer este artículo en el semanario de César Hildebrandt (quien lo reproduce "sin compartir su extremismo moral ni el tono de algunos de sus adjetivos").

Al respecto debo decir que si bien algunas de sus críticas respecto a las tendencias políticas y a las ideas que defiende (por vocación o encargo) Vargas Llosa pueden ser atendibles, ello no descalifa su obra.

Las ideas políticas de Vargas Llosa, como las de Gabo o cualquier otro escritor, pueden ser cuestionables en toda su extensión, pero ello no le quita un gramo de perfección a "La Guerra del Fin del Mundo" ni a "Cien Años de Soledad".

Comprendo perfectamente que pueda cuestionar el actuar personal o la postura ideológica de Vargas Llosa, pero lo que no entiendo (menos aún en un escritor como usted) es que pueda llegar a decir que sus libros son "banales como telenovelas".

¿Las uvas están verdes?

Saludos.

Anónimo dijo...

Es una pena que reduzca a Vargas Llosa a "una sonrisa pepsodent". Es una manera muy a la colombiana de czricztrizar con clichés. Usted no puede hablar de un escritor de la talla del MVLL utilizando terminos de tienda de la esquina.

Anónimo dijo...

Quien cree usted que es el mejor escritor colombiano del momento ? lamentablemente ninguno, si uno, Evelio José Rosero, el resto es lo que usted critica, impostura, fama, mutuo elogio, creo que despues de Gabo ninguno llegara ni al umbral de lo que es la literatura con mayuscula. Vargas Llosa esta muy lejos de todos ellos y en cuanto a usted, debe admitirse que tiene un gran conocimiento literario pero su escritura de novelas es tediosa. Lo prefiero como articulista.