lunes, 23 de mayo de 2011

SEXO, CAMA, POLÍTICA Y MENTIRA




Por Eduardo García Aguilar
Dominique Strauss Kahn, director del Fondo Monetario Internacional (FMI), era uno de los hombres más poderosos del mundo y el más probable futuro presidente de Francia, o sea una figura a abatir a toda costa para sus enemigos políticos. Los gabinetes secretos habían empezado ya a disparar unos días antes contra el personaje, acusándolo de todas las barbaridades. Primero, de viajar en un auto Porsche que ni siquiera era suyo y luego usar trajes de decenas de miles de dólares. Pero la principal acusación era que se trataba de un peligroso seductor y libertino que adoraba a las mujeres, las orgías y los desbordamientos sexuales en la cama.
En unas semanas todo indicaba que Strauss Kahn presentaría su candidatura, mientras las encuestas auguraban casi con toda certeza que derrotaría al actual presidente de Francia dentro de un año por amplio margen. Su ascenso causaba pánico en el Palacio del Elíseo y en los rangos de la derecha, dividida y desanimada a causa de las torpezas del actual mandatario.
Cuando Strauss Kahn tomó la jefatura el FMI hace unos años, esa institucion había perdido toda su fuerza y prestigio y ahora, tras su renuncia por el escándalo, el brillante economista la dejó en pleno funcionamiento, con energía recobrada para enfrentar las consecuencias de la crisis mundial y tratar de apagar incendios en varios paises en bancarrota de la vieja Europa.
Cáiganos bien o mal su figura, el asesinato político y humano en directo del personaje y su defenestración por un supuesto intento de violación o manoseo de una camarera de 32 años en un hotel de lujo de Manhattan, lleva a sacar conclusiones sobre la nueva era informativa que vivimos, donde la noticia es una mercancía muy rentable. La presunción de inocencia fue totalmente vapuleada en directo y la vendetta fue de tal magnitud que provoca escalofríos y muestra la perversidad del sistema político-mediático que domina el mundo como una gigantesca araña de multiples visos fosforescentes.
Cuando Strauss Kahn entraba a la cárcel, se anunciaba que la modelo italiana Carla Bruni, esposa del actual presidente de Francia y principal rival del supuesto sátiro, está embarazada, por lo que en este año electoral todas las revistas del corazón hablarán de ellos y al final una buena parte de la población cursi, probablemente lo reelegirá para un segundo mandato, pues el bebé fascinante aparecerá en la recta final, poco antes de las elecciones.
Por un lado veremos en directo el viacrucis del poderoso libertino, el sucio viejo verde, y por otro la historia perfecta del triunfante aunque poco agraciado presidente que será padre en plena campaña electoral. A un lado el demonio, el lascivo macho cabrío panzón y canoso, socialista, y al otro el reencauchado personaje presidencial de derecha, muy parecido a Louis de Funés, que se ha desembarazado milagrosamente de su principal enemigo.
Strauss Kahn era el único candidato de rango mundial en las filas de la izquierda moderada cuyas capacidades técnicas y de estadista nadie cuestionaba. Pero como el otro único presidente socialista, el finado Francois Mitterrand, tiene fama de mujeriego y libertino, asunto por demás totalmente natural en un país donde florecieron en el siglo XVIII los inolvidables libertinos encabezados por Casanova, Retif de la Bretonne y el Marqués de Sade.
Francia se salvó de convertirse en un país puritano como Estados Unidos, el único donde pueden ocurrir cosas tan delirantes como el escándalo vivido por Bill Clinton a raíz de una aventura consentida con Mónica Lewinsky en la Sala Oval de la Casa Blanca. El mundo vivió en directo su caída entre polémicas bizantinas sobre la introducción de un cigarro en el sexo de la joven y las probables manchas de semen en la falda. Todo eso instrumentalizado en una batalla política entre republicanos y demócratas por repugnantes procuradores que después se supo tenían rabo de paja.
En Francia y los países latinos europeos, desde los tiempos de los libertinos, el sexo, las orgías, el intercambio de parejas, la heterosexualidad o la homosexualidad, el adulterio, la frecuentación de cortesanas, los hijos fuera del matrimonio, son asuntos de orden privado que no afectan a las carreras políticas ni incumben a los procuradores de la moral.
Pero ante la globalización mediática acelerada en la era internet, se ha introducido una velocidad escalofriante que impide, cuando se genera un escándalo, tomar la distancia necesaria para reflexionar y por eso un chisme, una calumnia o un presunto delito se convierten de facto en condenas puritanas en directo, lapidaciones instantáneas del acusado.
Basta entonces lanzar un rumor, una acusación falsa, una manipulación infomativa, para que el mal esté hecho y sea irreversible en una coyuntura política. Un opositor puede ser fácilmente llevado a la picota pública. Poderosos, gobiernos, servicios secretos, gabinetes mediáticos, lobbys económicos, especialistas en guerras sucias informativas pueden difundir historias en la prensa que abatirán al abatible.
La política en democracia se convirtió en una astuta obra de ficción donde todas las armas son posibles. Desprestigiar al enemigo y armarle trampas sexuales. Utilizar la propia vida privada para engrandecerse, inventando parejas de sueño, historias de amor ficticias. Todas las armas mediáticas son posibles para manipular a una población mundial de miles de millones de borregos.
Las revistas del corazón y la prensa en general son los instrumentos de esta manipulación permanente y la democracia, que se inventó supuestamente para oponer ideas políticas y dar la voz al pueblo, se volvió una sucia trama de golpes y contragolpes mediáticos que ocultan siempre la verdad en beneficio de sucios y tenebrosos intereses.


1 comentario:

Sandro Cohen dijo...

Querido Eduardo:

Solo puedo decir que es una tremenda lástima que DSK no haya podido controlarse. Solo él y ella, la mucama, saben cómo sucedió lo que sucedió. Pero de qué sucedió, sucedió. ¿Exactamente qué? Tendrá que salir en el tribunal. La palabra de ella contra la palabra de él. Más que una conspiración, parece otra más de esas tragedias modernas donde el poderoso pierde la brújula y hace lo que no le conviene. No es cuestión de puritanismo. Si lo que dice la señora es cierto, fue una violación. Si lo que dice DSK es cierto, fue una relación consensual. No me parece demasiado verosímil lo segundo, pero tendremos que ver. De que es una tragedia para la izquierda francesa, sí. Pero si DSK es, en efecto, violador, ¿realmente lo querían como presidente? Je ne le crois pas, mon ami.