lunes, 3 de septiembre de 2012

EL NAZI REICHEL DOLMATOFF

Por Eduardo García Aguilar

Dicen los expertos alemanes especializados en rastrear las vidas de los nazis que rehicieron sus vidas en tierras lejanas y ocultaron sus crímenes hasta la muerte, que el caso de Gerardo Reichel Dolmatoff es uno más entre miles y no se extrañan para nada de la forma en que éste mintio a los suyos y a todo un país.

Agregan que es normal que familiares y amigos de personas que han ocultado durante sus vidas los crímenes de juventud se sientan impresionados y se empecinen en negar las evidencias mostradas por los expertos o traten por todos los medios de buscar justificaciones para limpiar la memoria del difunto, como lo hace la notable antropóloga María Victoria Uribe, autora del clásico Matar, rematar y contrarrematar.

Muchos alemanes, como el filósofo Martin Heidegger, fueron simpatizantes del régimen nazi en los momentos de su ascenso, pero nunca cometieron crímenes o fueron hombres de mano, sicarios, asesinos, como si fue el caso del reinsertado antropólogo que se convirtió en figura del humanismo colombiano a lo largo de medio siglo en una obra maestra de la impostura.

Una vez descubiertos los detalles de la participación del joven Reichel en la Noche de los cuchillos largos y sus actividades como asesino y entrenador en el campo de concentración de Dachau, resta por elucidar su paso directo a los medios de izquierda de Francia, donde se camufló un tiempo ganando la confianza de humanistas como Paul Rivet, para saltar ya limpio de toda culpa a la lejana Colombia, donde fue representante de la Resistencia del general Charles de Gaulle. ¿Habrá sido un informante en esos medios, una especie de espía dormido al interior del enemigo ? Los investigadores tendrán ahora la ardua tarea de revisar los archivos y probablemente en el futuro Reichel Dolmatoff nos dará muchas más sorpresas desde el más allá.

Como él hubo miles de fugitivos nazis que pasaron de agache a la cacería realizada por las organizaciones judías que los perseguían para llevarlos a juicio como a Adolf Eichmann o a Klaus Barbie. Personaje de novela, Reichel Dolmatoff habrá mostrado ser de una inteligencia superior y de astucia notable para inventar la novela de su vida, engañar a los ingenuos y arribistas colombianos y convertirse en un feliz arqueólogo y antropólogo, oculto en las selvas de Colombia, labor en que sin duda le ayudó mucho sin saberlo su abnegada esposa colombiana, que firma con él varios de sus libros y publicaciones y a lo mejor hasta se los escribió.

En Colombia, Hitler y los nazis contaron con muchos simpatizantes a lo largo de su carrera hacia el poder desde los años 20 hasta los 30 y durante la guerra. Circulaban noticieros o cortos propagandístcos que se proyectaban en las funciones cinematográficas de los años 30 y 40 y se quedaron para siempre en Colombia en bodegas de cines desahuciados o en archivos abandonados dentro de recipientes que se iban oxidando inexorablemente.

Algunos tenían gran calidad como las películas extraordinarias sobre los Juegos Olímpicos de Berlín filmados por la diva Leni Riefenstahl, protegida por Hitler. Como es bien sabido, el Führer era muy aficionado a la fotografía e incluso conoció y sedujo a Eva Braun cuando ella era una jovencita dependienta en Münich en una tienda de fotografía donde él solía posar con su acicalado bigote.

Había muchos noticieros de propaganda de agencias alemanas donde se veían ceremonias especiales, discursos de líderes como Heinrich Himmler, Joseph Goebbels, Hermann Goëring, o Reinhard Heydrich, o cortos racistas sobre los infrahombres como el que llevaba por título Der untermench. Imágenes de ceremonias extrañas donde aparecía el Fürhrer de pie en una flamante berlina descapotable pasando revista a las tropas de la Liebstabndarte Adolf Hitler, con kepis, impecable gabán cruzado, el signo nazi en el brazo izquierdo, escoltado por el líder de las SS, el Reichsfürer Heinrich Himmler, ataviado a su vez con su elegante uniforme negro, charreteras, condecoraciones, el casco metálico, guantes y cinturón blanco.

Himmler, el lider de las SS donde participó activamente Reichel Dolmatoff, abogaba por el renacimiento germánico. En la catedral de Qedlinburg, encabezó una ceremonia para depositar los restos del supuesto Enrique I, fundador de la raza germana, exhumados por arqueólogos de la juventud nazi. Himmler colocó la ofrenda floral y rezó el Padre Nuestro en la lengua de la religión natural saxo-irminista, por lo que se oía un treno repetitivo con fondo de música sacra : « Vatar unsar der Du bist der aithar, Gibor ist Hagal des Aithars und der irda ».

Aunque era más franquista que pro-hitleriano, Laureano Gómez vivió en Berlín el ascenso de Hitler como embajador del presidente Enrique Olaya Herrera a inicios de los años 30 y mantuvo una relación permanente con la legación alemana en Bogotá. El canciller López de Mesa coqueteó con las ideas eugenistas y fue hostil a los judíos y Silvio Villegas y sus Leopardos fueron directamente pro-nazis y fascistas, como lo atestigua la lectura de No hay enemigos a la derecha, colección de ensayos del joven greco-quimbaya, quien soñaba con imponer un régimen de esa índole en Colombia.

No es de extrañar pues que Reichel Dolmatoff encontrara en Colombia un terreno familiar y que al reconstruir su biografía en el terreno opuesto a las actividades originales, se riera a carcajadas mientras se afeitaba. Sus amigos y discípulos escrutarán ahora cada uno de sus silencios y comprenderán que fueron víctimas de una escalofriante mentira y que el supuesto sabio humanista los engañó olímpicamente como una prueba reina más de la maldad humana.

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Publicado en el diario La Patria. Manizales. Colombia. Septiembre 1 de 2012