miércoles, 24 de enero de 2024

EL PRISMA POÉTICO DE ALEJANDRO CALDERÓN

Por Eduardo García Aguilar

Siempre me he encontrado en París con el poeta peruano Alejandro Calderón (1960) en lugares inesperados y lo he visto aparecer como un ave súbita, alerta y fabulosa, ataviada de plumas de colores intensos como los que cubren sus palabras: el rojo, el amarillo o el verde prismáticos de la selva amazónica o de los arcoíris, el ocre de las columnas del palacio del Minotauro en Creta o de los frescos mayas, el dorado de los orfebres prehispánicos de las cumbres andinas, el gris pétreo y brillante de los muros milenarios peruanos.
Una vez en Palais Royal entre los muros dieciochescos y las columnas modernas de Van Buren, otra la misma noche cuando se incendió Notre Dame y veíamos desde la otra orilla del Sena las llamas que amenazaban con derruirla para siempre. Hemos seguido luego a una barra de bistrot a brindar el vino rojo que nos gusta. Pero también nos hemos citado en invierno a las seis de la tarde en punto en Le Vieux Châtelet, frente al Palais de Justice, donde libamos sintiendo el paso de las aguas del Sena, cerca del cual tanto tiempo ha vivido el poeta Calderón en París.
Porque París ha sido durante tantas décadas nuestra casa, como en otros tiempos lo fue de otras generaciones de escritores latinoamericanos que llegaron aquí como los modernistas de Ruben Darío y José Juan Tablada, o la de los años de entreguerras, de César Vallejo, Miguel Angel Asturias y los hermanos García Calderón y después los que charlaban con Breton, como Luis Cardoza y Aragón, Renato Leduc y Octavio Paz, o los del boom latinoamericano, liderado por Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez en los espléndidos y liberadores años 60 y 70.
Ahora los latinoamericanos no estamos de moda en París, pero ahí seguimos presentes los que nacimos a mediados del siglo pasado y recalamos aquí siguiendo el periplo de nuestros ancestros desde los tiempos de Miranda y Bolívar hasta los actuales, en el siglo XXI. Nada hay que hacer, somos avatares de esa energía continental latinoamericana de la cordillera y el Amazonas, sin fronteras, que siempre irrigó y se nutrió de estas calles. Los fantasmas de nuestros increíbles ancestros nos vigilan ocultos entre la neblina.
He leído con asombro Los dioses en crepúsculo, un libro que reúne medio centenar de textos macerados y añejados en las últimas tres décadas, desde el invierno de 1988 a la primavera de 2018. El poeta guarda sus textos sin prisa y los deja madurar en los odres o las vasijas del tiempo, hasta que refulgen desde lo profundo del infinito, en el misterio de girar siempre en torno a un sol lejano, al interior de una enorme galaxia que solo es un grano de polvo ígneo en el universo, como las luciérnagas en los bosques andinos o alpinos. 
 Dice el poeta en el poema Prisma que se trata de “alcanzar lo que los antiguos llamaban cosmogonía”, para “sentir que ocupamos un lugar único donde la luz penetra”, y comprender que “todo centro es transparente para quien hizo de su ser un prisma”. 
Y eso es lo que pienso cuando me encuentro por azar con Calderón, que él es un poeta-prisma, que en su poesía hay un misterio de minerales generados en el alambique del enome misterio de estar todos aquí entre la llama y el hielo, la luz y la sombra. Los poemas de este libro llevan nombres como Arbol de la sabiduría, Letra fúlgida, Prisma, Milagro, Folios de bruma, Pluma de incienso, Espejo de sombra, Los dioses en crepúsculo, títulos magníficos que condensan ya lo que adentro halla el lector en el silencio de su noche.
De la vasta obra del poeta peruano se destacan Transmigración (1992), Aparición de Nazca (1994), A través de la penumbra (1996), Pestañeo de la nada (2000), Tsunami de luz (2017), algunos de los cuales fueron prologrados por el hispanista Claude Couffon y el crítico Américo Ferrari y fueron traducidos al francés y otras lenguas.
Cada uno de sus textos de este gran poeta contemporáneo surge de manantiales que irrumpen de las cumbres y se desprenden hacia los abismos como nuestras propias vidas. Leerlos, releerlos, tocarlos, sentirlos en esta bella y cuidada edición de Paracaídas editores, realizada en Lima en 2023, nos acerca al milagro de la poesía, o de eso que un día dijo el gran Joë Bousquet en Carcassone: “la poesía es la lengua natural de lo que somos sin saberlo”. 
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia, Domingo 28 de enero de 2024.

domingo, 14 de enero de 2024

ALAIN DELON: MITO Y TRAGEDIA

Por Eduardo García Aguilar

A los 88 años de edad la gran estrella Alain Delon (1935), ídolo mundial durante décadas y considerado junto a Brigitte Bardot uno de lo dos símbolos vivientes de la cinematografía francesa, está inmerso ahora en una tragedia familiar pues sus tres hijos se destrozan entre ellos por intermedio de la justicia, sin duda en torno al reparto de la herencia, y él mismo demanda a su hijo mayor por difamación.

Como en las viejas tragedias griegas se ha declarado la guerra cruzada entre sus hijos Anthony y Alain Fabien contra Anouchka, la preferida, mientras el otrora adonis agoniza en una enorme propiedad que hace parte de una inmensa fortuna acumulada en más de medio siglo de triunfos en el cine, el teatro y los negocios.

Todo parecía indicar que el clan estaba unido cuando hace meses los tres hijos decidían demandar a una sexagenaria de origen japonés que habría sido amante del actor durante décadas y desde hace años vivía con él en Douchy, una de sus grandes propiedades cerca de Fontainebleau, encargada de cuidarlo y animarlo tras un accidente vascular cerebral y el avance de su disminución física y mental. Ella se considera su amada, pero los hijos la consideran solo una empleada.

La justicia decidió no tener en cuenta las demandas presentadas en contra de la japonesa por elementos acusatorios insuficientes y archivó el caso, dejándola a ella y a quienes la apoyan en una posición confortable, ya que el propio Delon en muchas ocasiones la denominó como su pareja y hay muchas fotos donde aparecen juntos tomados de la mano.

La mujer ayudó a Delon a recuperarse lentamente después del inicio de su enfermedad y sin duda a futuro habrán de reconocerle su estatuto y será indemnizada por sus años de trabajo y resarcida por haber sido expulsada con violencia de la finca del actor este año por guardaespaldas de los dos hijos varones, ambos con pasado judicial y una vida plagada de escándalos.

Delon, que tuvo una infancia y una adolescencia difíciles, fue también en su momento un polémico hombre involucrado en relaciones con mafiosos en el famoso caso Marcovik, que salpicó incluso al presidente Pompidou, y se caracterizó a lo largo de su vida por ser un mal padre y una persona agresiva y violenta, un divo arrogante que gozaba con fuerza de su fama mundial y su inmensa fortuna.

Delon tuvo en 1962 un hijo con la cantante alemana Nico, estrella de Velvet Underground y amiga de Andy Warhol, que era su vivo retrato, su doble perfecto, y que incluso fue criado por la madre de Delon, pero él nunca quiso reconocerlo. Ari Boulogne fue afectado por ese injusto rechazo paternal y en su vida experimentó múltiples internamientos psiquiátricos causados por las adicciones que lo llevaron a la muerte en 2023 a los 60 años y en la miseria, en otro caso trágico que acaparó las portadas de las revistas y mostró la frialdad de Delon.

Los otros dos hijos varones a su vez fueron maltratados por el padre autoritario y cruel y ellos a su vez le causaron muchos problemas en la adolescencia y primera juventud, que llegan ahora a su culmen cuando ambos acusan a Anouchka, su hija preferida y principal heredera, de ser cómplice de la japonesa y tener turbios intereses financieros al intentar trasladarlo a Suiza. Ella demandó a sus hermanos por difamación.

Todos los días diarios y revistas abordan el tema con amplio despliegue, mientras la justicia asumió el caso y acaba de nombrar a un médico oficial que se encargará de dictaminar sobre su verdadera situación de salud y sus necesidades, lo que podría terminar en una declaración oficial en torno a un futuro bajo tutela y protección judicial.   

Delon quería terminar sus días en calma, lejos de los reflectores e incluso había pedido que lo dejaran eutanasiarse en Suiza, pero el destino lo ha atrapado y del mito y la gloria ha caído en las redes de la tragedia de la vida humana, con sus fluctuaciones y dramas y el fin ineluctable que es igual para todos, ricos o pobres. El ídolo se apaga y sus admiradores asisten sentados en sus sofás al espectáculo de su sacrificio ritual.

Nos quedan eso sí los magníficos filmes donde actuó, como A pleno sol (1959) de René Clement, Rocco y sus hermanos (1960) y El Gatopardo (1963) de Luchino Visconti, El eclipse (1962) de Michelangelo Antonioni, El Tulipán negro (1966), El clan de los sicilianos (1969) y Borsalino (1970), entre otras muchas cintas que vieron cientos de millones de personas en todo el mundo.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 14 de enero de 2024.









sábado, 6 de enero de 2024

LA REVOLUCIÓN ZAPATISTA DE CHIAPAS

 


Por Eduardo García Aguilar

Hace 30 años, el 1 de enero de 1994, estalló en México la revolución indígena encabezada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), liderado entonces por el joven subcomandante Marcos, quien saltó a la fama por sus discursos y proclamas y por su talento e inteligencia, destacados inclusive por el propio Premio Nobel Octavio Paz.

La figura atípica y original del encapuchado, muy bien diseñada para generar impacto mediático, contrastaba con la imagen de otros gerrilleros latinoamericanos del siglo pasado y se acercaba más al estilo cumbiambero y gozón del colombiano M-19. Marcos realizó estudios universitarios y viajó una temporada a Europa donde se nutrió de las ideas sociales y filosóficas de moda. De ahí que sus escritos se convirtieron en un cóctel sincrético muy original y moderno, irrigado por la literatura y la poesía.

El movimiento zapatista logró fama mundial y acaparó las primeras planas de diarios y noticieros televisivos, y generó innumerables estudios y artículos en revistas acdémicas, pues hasta esa fecha era impensable que un movimiento así surgiera en México, que durante más de medio siglo fue controlado por el todopoderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo régimen había sido calificado por Mario Vargas Llosa de "dictadura perfecta".  

El día de la insurrección ocurrida en la Selva lacandona y en los altos del estado sureño de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, en territorio ancestral de los mayas, entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y México, negociado por el gobierno de Carlos Salinas, joven tecnócrata que solidificó el viraje del hegemónico PRI hacia las ideas neoliberales de moda en el mundo tras los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido.

El EZLN estaba compuesto por indígenas chiapanecos de las etnias tzeltal, tzotzil, chol y tojolobal, que cargaban pequeños fusiles de palo casi de juguete, usaban uniformes modestos, lucían en el cuello un paliacate colorido e iban enmascarados como su líder, quien se autodenominaba subcomandante pues el mando según él estaba en manos de los nativos y él era solo su portavoz temporal. Con el tiempo Marcos se esfumó y cambió de nombre por el de Galeano, pero aun sigue por ahí ya sexagenario entre las brumas chiapanecas.

Los enfrentamientos con el Ejército mexicano, muy violentos al inicio, duraron poco, y rápidamente empezaron a establecerse complejas negociaciones con la mediación de la Iglesia, lo que convirtió a la antigua y colonial San Cristóbal de las Casas en el epicentro de un movimiento mundial de reivindicación de los pueblos indígenas, hasta entonces marginados en muchos países latinoamericanos que aplicaban un virtual Apartheid. En esa bella ciudad colonial fue obispo en el siglo XVI el legendario Bartolomé de las Casas (1484-1556), autor de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552).

Decenas de miles de intelectuales de izquierda, antropólogos, sociólogos, etnólogos, poetas, periodistas y jóvenes mochileros del mundo acudieron a San Cristóbal de las Casas, convertida en la sede mundial del altermundialismo aun vigente y una especie de torre de babel donde se producían nuevas ideas para enfrentar la ideología ultraconservadora dominante en Estados Unidos, que incluso predecía con Fukuyama el fin de la historia.      
  
La prensa siguió al detalle a esos pequeños soldaditos indígenas de baja estatura como Moisés y Ramona y sus figuras se reproducían popularmente en muñecos artesalanes que se vendían en los mercados como pan caliente y se volvieron de moda. La prensa mundial irrumpía con frecuencia en la catedral de San Cristóbal, donde daba conferencias de prensa el popular arzobispo Samuel Ruiz, respetado mediador del conflicto y lejano sucesor de Bartolomé de las Casas.

A mi me tocó cubrir el acontecimiento varias veces, por lo que viví ahí y alcancé a captar la magia de sus callejuelas, iglesias, ex conventos, plazoletas, el misterio de otros pueblos y rincones poblados por los descendientes de los mayas, la agitación de los jóvenes periodistas y los curiosos del mundo entero. Por eso escribí y publiqué sobre esa experiencia el libro Delirio de San Cristóbal, traducido y publicado en inglés con el título de Mexico madness, inspirado en esas atmósferas históricas del sincretismo latinoamericano que ahora acuden vivas de nuevo, tres décadas después de los sucesos.

Mi amigo el poeta y periodista Javier Molina, nacido ahí en San Cristóbal, me guió por ciertos recovecos y me presentó ancianos amigos de sus padres que me contaban la historia de la ciudad en patios coloniales interiores llenos de vegetación y hasta con loro, al calor de un tequila o un mezcal. Así poco a poco fui adentrándome en ese mundo que en algunos barrios está igual como hace siglos, con la población indígena monolingüe que teje y vende sus productos en los atrios de las iglesias, ataviados con sus prendas tradicionales de antes de la Conquista.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 7 de enero de 2023. 
* En la foto la comandante zapatista Ramona.