lunes, 25 de marzo de 2024

CIEN AÑOS DE LA MONTAÑA MÁGICA

Por Eduardo García Aguilar


En 2024 se cumplen cien años de la publicación de la novela La montaña mágica del Premio Nobel alemán Thomas Mann, uno de los libros más significativos del siglo XX, que transcurre antes del inicio de la Primera guerra mundial en el Sanatorio Internacional Berghof para tuberculosos de Davos, en los alpes suizos.

El joven burgués y huérfano Hans Castorp, criado por su abuelo y su tío en Hamburgo, va de visita al sanatorio a ver su primo Joachim, afectado por ese mal que después sería controlado con la aparición de la penicilina, pero al final termina quedándose allí durante siete años, antes de partir a enrolarse en el ejército alemán al iniciarse la guerra que ya se sentía venir en los primeros lustros del siglo XX.

Castor termina seducido por el ambiente del lugar, comandado por el médico Behrens, que ama el arte y es pintor y es secundado por el psicoanalista Krokovski, quien realiza sesiones donde circulan las ideas que comenzaban a estar de moda bajo la batuta del gran Sigmund Freud y sus jóvenes discípulos en la capital austriaca Viena.

En el hospital hay un lujoso comedor con siete grandes mesas para una decena de comensales cada una, donde día a día personajes variados se encuentran y establecen todo tipo de relaciones y diálogos, a veces sacudidos por la muerte súbita y ya prevista de algunos internos, suicidios inesperados o la llegada de nuevos clientes, como la bella y sexual Clawdia Chauchat, de la que se enamora perdidamente el joven protagonista.

Durante su estadía, que era primero solo como visitante, el joven ingeniero naval Castorp resulta diagnosticado con el mal, por lo que se queda para seguir el tratamiento. En aquellas alturas nevadas comienza a relacionarse con el escritor liberal italiano Settembrini, con quien sostiene amplias discusiones apasionadas mientras caminan por el pueblo o las montañas. El excéntrico maestro se vuelve su mentor a medida que avanzan las sesiones de formación socrática en temas filosóficos, literarios y políticos.

Después esos temas serán cotejados y complementados con la aparición del jesuita Naphta, contradictor que se enfrenta con Settembrini en una magnífica esgrima intelectual y verbal sobre todos los temas, como era de uso en esos tiempos a la vez tan modernos y tan lejanos de nosotros.

A lo largo de la novela se viven momentos intensos durante las diversas agonías a las que asiste Castorp en una etapa de su estadía, cuando se dedicó a la obra de caridad de acompañar a los enfermos hasta el último suspiro. A veces en pleno invierno, los cuerpos de los fallecidos eran enviados al pueblo en trineos de bobsleigh que bajaban raudos sobre la nieve. 

Pero también en medio del aislamiento había fiestas, recepciones, ebriedades, sesiones de espiritismo, delirios bajo tormentas de nieve, exaltaciones, presencias de personajes absurdos y caricaturales, erotismo desbordado e iluminaciones, mientras abajo, en la Europa real sucedían las crisis económicas y se preparaban los ejércitos.

Ha pasado un siglo, pero Europa sigue viviendo inmersa entre los mismos fantasmas, sumida en la incertidumbre de la guerra, la división, la crisis y el sonido ineluctable de los tambores bélicos que retornan de manera cíclica, ante la inercia cómplice de líderes que llevan al matadero a sus ciudadanos como el Flautista de Hamelin llevaba ratas al abismo.

Por eso La montaña mágica es tan importante y necesaria, convertida en un clásico permanente y vivo, como lo han sido Prometeo encadenado de Esquilo o la Divina Comedia de Dante, entre otras. Y es un ejemplo logrado de lo que es una novela, o sea la creación con palabras de un mundo dentro del mundo, un universo dentro del universo, a veces más nítido y palpitante que la propia realidad.

Los grandes autores de novelas son creadores de universos. Antes de emprender la escritura y durante el proceso, el autor va armando una catedral de tiempo y lugar, donde deambularán los personajes. Para ellos hay que inventar paisajes, calles, ámbitos climáticos y geográficos, bajo la lluvia o el sol y las circunstancias históricas donde transcurren sus existencias. Es un reto enorme para el novelista y si logra escribir una obra maestra como ésta, siente una gran sensación de victoria y poder, aunque muchas veces ignora que lo ha logrado, porque el veredicto definitivo sobrepasa el tiempo de su existencia y se interna hacia el futuro hipotético. 

El periplo de Hans Castorp encarna el destino del humano en todas sus circunstancias.  Por eso al final de su formación y retiro, baja de las alturas a enrolarse en el ejército de su país, sabiendo que morirá, pues en esas batallas cuerpo a cuerpo de la Primera guerra mundial eran pocos los sobrevivientes, solo aquellos que mutilados o no, permanecían en el mundo para contarlo. 

Allá arriba en ese ámbito cerrado, Thomas Mann logra hacer una metáfora de las incertidumbres de su época, que iba directo a la guerra en medio de los grandes avances de las ciencias, la tecnología y la industria mundiales. En ese universo cerrado hay tiempo para cavilar sobre todos los temas esenciales posibles, los mismos que hoy agitan y en el futuro preocuparán a ciertos individuos alertas que viven la existencia como un relámpago permanente.
-----
Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 24 de marzo de 2024.