jueves, 28 de noviembre de 2024

LA ORDEN DE CAPTURA CONTRA NETANYAHU

 

Por Eduardo García Aguilar

La decisión histórica de la Corte Penal Internacional en contra del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y de su ex ministro de defensa Yoav Gallant, así como del dirigente del brazo armado de Hamás Mohammed Deif, es razonable y justa desde todos los puntos de vista. Nadie duda de que la acción del movimiento islamista Hamás, que desencadenó la guerra contra Gaza, fue un crimen de lesa humanidad contra civiles israelíes, pero la reacción de Israel ha superado todos los límites y se ha convertido en una carnicería inadmisible contra indefensos y hambrientos civiles hacinados en la Franja de Gaza y ahora en Líbano, a donde se han extendido sus criminales bombardeos.

Hasta ahora la Corte Penal Internacional solo había perseguido a líderes africanos negros criticados por las potencias occidentales, como fue el caso de Laurent Gbagbo, el expresidente de Costa de Marfil, derrocado, apresado y quien tras un largo proceso fue absuelto y espera volver a presentarse para aspirar a la primera magistratura. Gabgbo no era del gusto del gobierno francés, que tenía presencia militar en ese sitio y la usó para defenestrarlo e imponer luego a un presidente que fue alto funcionario del Fondo Monetario Internacional y representaba los intereres de las plutocracias occidentales.

Desde su creación, los fiscales y jueces de la CPI se hacían los de la vista gorda con los líderes occidentales blancos que emprendieron guerras injustificadas en Africa, Asia y Oriente Medio, como los presidentes George Bush, padre e hijo, que sembraron el terror en Irak y Afganistán, y los líderes británicos y franceses que estuvieron involucrados en guerras en el continente africano, entre ellas la de Libia para derrocar al dictador Muamar Gadafi, quien era ya amigo y cómplice de los occidentales y financiaba en secreto a los políticastros en París y Londres.

Muchos analistas consideraron absurda esa guerra en Libia, que en vez de solucionar un problema creó otro mas grave, desestabilizando un país estratégico y rico que tenía gran influencia en el continente africano y ahora se encuentra entre el caos, descuartizado entre dos poderes enemigos acérrimos. La cruel muerte del tirano indefenso, empalado por soldados, fue celebrada en el mundo por los occidentales y desde entonces esa tierra es un lugar sin ley y epicentro de éxodos migratorios africanos hacia Europa. El presidente francés que más interés tuvo en esa guerra absurda fue el derechista Nicolás Sarkozy, quien está a punto de ser condenado por haberse beneficiado del financiamiento oculto de Gadafi, a quien recibía con todos los honores en París.

La CPI siempre persiguió y condenó a negros africanos caídos en desgracia o rebeldes, pero jamás investigó a mandatarios, militares o funcionarios occidentales involucrados e
n atrocidades y violaciones de los derechos humanos en sus antiguas ex colonias mediorientales, asiáticas o africanas, a las que saquearon durante siglos. Todas las masacres y atrocidades cometidas por los occidentales en sus ex colonias quedaron impunes e incluso fueron celebradas por los áulicos de los imperios como logros para la democracia y la libertad. Y muchos de esos sanguinarios líderes occidentales fueron premiados hasta con el Nobel de la Paz.

Netanyahu y sus militares han sido implacables, intratables y sanguinarios al convertir a la franja de Gaza en un cementerio de infantes, mujeres, ancianos y civiles aplastados por las bombas de su poderoso ejército financiado por Estados Unidos. La cifra de muertos llega a 50.000 en Gaza, a lo que se agregan ahora las cifras de muertos provocados por los bombardeos en Líbano, donde el criminal Netanyahu usó bíperes y teléfonos celulares para matar y herir a miles de personas.

Nunca expresó la más mínima pena por ese genocidio y por el contrario en su rostro se ha visto el rictus de su diabólica maldad. Con tal de salvar su pellejo y no ser condenado en su país, que ya estaba harto de él, Netanyahu es capaz de sumir todo Oriente Medio en un mar de sangre. Por todos esos delitos debe rendir cuentas ante la CPI, que al fin reconoce lo que todos en el mundo ya hemos visto horrorizados. Pero bien sabemos que es solo una orden de captura simbólica, pues el Primer ministro israelí quedará impune como todos los líderes occidentales protegidos por la cruel plutocracia de los blancos.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 24 de noviembre de 2024. 

LA VICTORIA DEL EMPERADOR DONALD TRUMP


Por Eduardo García Aguilar

Más poderoso y legítimo que nunca, el Emperador Trump tomará posesión de su cargo como presidente de Estados Unidos en enero, iniciando un cuatrienio que será un espectáculo permanente para el mundo. Después de su espectacular y arrasadora victoria, el magnate casi octogenario apareció ante sus partidarios fresco y enérgico, al lado de su esposa Melanie, sus hijos, y del hombre más rico del mundo, el innovador Elon Musk, que aspira entre otras cosas a llevar al hombre al planeta rojo Marte y superar la gravedad y la velocidad de la luz.

Ni las acusaciones ni los juicios ni las condenas ni el atentado que por un pelo casi le cuesta la vida, pudieron detener su irrefrenable carrera hacia la victoria imperial, que lo convierte en un Emperador como en los mejores tiempos del Imperio Romano. Uno tras otro los mandatarios del mundo saludaron su triunfo y se mostraron dispuestos a trabajar con él por el bien de la humnidad. Y la derrotada Kamala Harris y su mentor el presidente Joe Biden, de manera caballerosa, se mostraron dispuestos a una transición pacífica, reconociendo en franca lid su estruendosa y humillante derrota.

Donald Trump, como pocas veces en la historia de Estados Unidos, encarna el ideal americano que reposa en cada uno de los corazones de los gringos de todos los orígenes e inmigrantes que llegan hambrientos y sin un un peso e imaginan volverse algun día millonarios como él, con mansión en Florida, propiedades en el mundo, campo de golf en su patio y avión privado para desplazarse por el globo, rodeados por un séquito de serviles colaboradores y domésticos.

La esencia del sistema norteamericano reposa en esa quimera de los cientos de millones de habitantes que pueblan ese inmenso territorio conquistado por sus ancestros en el siglo XVII y XIX a punta de guerras y violencia sin límite, basados en la esclavitud de los negros y el exterminio de los indios. De esa fabulosa conquista del oeste surgieron las más increíbles fortunas y destinos de centenares de magnates, terratenientes, propietarios, comerciantes, inventores, innovadores e inventores que como Elon Musk impulsaron nuevas industrias como la automotriz, la ferroviarria, la aviación, la nuclear, la armamentística y de las comunicaciones, entre otras muchas.

Lo raro no es que Donald Trump lograra su más grande victoria después de estar desprestigiado y hundido en la ignominia, salvado como el Rey Midas por millones de norteamericanos, mujeres y hombres, que hicieron caso omiso de sus defectos y lo limpiaron con sus votos de toda sospecha. Lo curioso es que antes no hubiera habido un presidente que encarnara a la perfección como él la esencia del sistema gringo, cuyos dioses máximos son el poder, la guerra, el dinero, la fama y el derroche encarnado por las grandes estrellas de Hollywood, deportistas y cantantes míticos como Elvis Presley y Michael Jackson y los raperos populares de hoy que predican ante los jóvenes del mundo el objetivo final de andar en limusinas, cargados de joyas y rodeados de las chicas más bellas a las que celebran con gigantescas botellas de champán, antes de llevarlas a la cama como hacía Trump.

Los pobres y desclasados estadounidenses de todos los orígenes, blancos, negros, latinos, deben estar celebrando la fiesta aupados en una nube quimérica, en un éxtasis místico, religioso, como nunca antes visto. En suburbios, barriadas, campo profundo, fábricas, supermercados, pizzerías, hamburgueserías, la población celebra la consagración ineluctable de su líder, que sin duda al retornar al poder después de un interregno infame adquiere el brillo del oro verdadero y no el del patético maquillaje naranja que cubre su rostro y pinta su cabello.

Todos lo ven ahora patriarcal, benévolo, divertido, protector, padre de la patria que con su adarga hundió hasta lo más profundo a sus rivales. Es el triunfo de la televisión, el triunfo de las estrellas de farándula que reinan en las pantallas chicas vistas por la población en las noches después de sus largas y extenuantes jornadas de trabajo. Alienados y manipulados por siempre. 

En la era de celulares, redes sociales, pantallas de televisión, interconexión permanente e histérica, la humanidadad se ha convertido ya en un conglomerado de miles y miles de millones de zombies hambrientos desde Alaska hasta la Patagonia, desde Australia a la tierra de los esquimales, desde El Cabo a Calcuta, Pekín y San Petersburgo, pasando por Bogotá, El Cairo, Jerusalén, Berlín, Estocolmo y Estambul. Y su nuevo dios es Donald Trump, un payaso loco salido de las películas de Batman. Un engendro mezcla de Rey Midas, Nerón, Calígula y Atila. Ave César, gritan todos al unísono en el mundo, enloquecidos por la victoria de un triunfador insaciable.



AUGE Y CREPÚSCULO DEL LIBERALISMO

Por Eduardo García Aguilar


Mi padre y su familia fueron liberales originarios del oriente de Caldas y crecí entre historias y leyendas de esa militancia, anclada en el imaginario de los viejos líderes radicales colombianos de ese partido, como Manuel Murillo Toro (1816-1880), Benjamín Herrera (1853-1924), Rafael Uribe Uribe (1859-1914), el Indio Uribe (1859-1900), Vargas Vila (1860-1933) y Ñito José Restrepo (1855-1933), que lucharon por ese ideario a través de guerras, libros, poemas y proclamas.

Álvaro nació en 1913 y como muchos jóvenes liberales y conservadores de esa época amaba los libros y a lo largo de los años conformó una biblioteca en la que me nutrí en la infancia y la adolescencia, donde había clásicos de la literatura mundial y del pensamiento político e ideológico europeo surgido del espíritu de la Ilustración y las ideas de la Revolución francesa. El pueblo se rebeló contra un milenio de monarquía, nobleza y privilegios hereditarios y derrotó de manera espectacular en unos cuantos años al odiado Antiguo Régimen y sus castas, que llegaron a su máximo esplendor en el largo reinado del Rey Sol Luis XIV desde el Palacio de Versalles.

En la biblioteca de mi padre también exploré libros colombianos que se referían al pensamiento liberal colombiano, entre los que se destacaban las primeras obras de su amigo y copartidario el liberal riosuceño Otto Morales Benítez, Testimono de un pueblo y Revolución y Caudillos, a las que se agrebaban los de Germán Arciniegas e Indalecio Liévano Aguirre, cuyas obras Conflictos sociales y económicos de la historia, su biografia de Bolívar o Bolivarismo y Monroísmo ocupaban lugar especial en las estanterías.

El liberalismo regresó al poder en 1930 con Enrique Olaya Herrera, iniciando un periodo de 16 años de grandes avances sociales y culturales impulsados por Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos y los designados Alberto Lleras Camargo y Darío Echandía, que contaron con el apoyo de fuerzas progresistas. Ese periodo terminó con el triunfo del conservador Mariano Ospina Pérez en 1946 a causa de la fratricida división de los liberales entre el oficialista Gabriel Turbay y el disidente Jorge Eliécer Gaitán, que sería asesinado poco después y se convertiría en mito del partido en los tiempos de La Violencia.

En esos años terribles, como lo hicieron muchos liberales del Oriente de Caldas, mi joven padre se instaló en Manizales para pasar las tormentas de la Violencia y la dictadura de Rojas Pinilla y después, fiel a su partido, siguió militando en él durante el Frente Nacional, pero en el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), en su línea dura.

En su oficina, en un edificio al lado del café Osiris, tenía parte de su biblioteca y ahí recibía a amigos liberales y progresistas de la ciudad, a quienes escuché desde temprano referirse con entusiasmo a las ideas del viejo ideario liberal y de la izquierda latinoamericana.

Fueron esas las últimas grandes épocas de ese partido al mando de figuras de alto rango intelectual como Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen, que, aunque controvertidos, debatían, tenían idearios y proyectos concretos de cambio en materia agraria y laboral. 

Luego ese movimiento entró en una larga era crepuscular convertido solo en una franquicia del clientelismo, negocio serpenteante y camaleónico al mando y propiedad de un cacique que se aferra al poder sin más principio que vender su apoyo al mejor postor a cambio de prebendas según la coyuntura y bloquear cualquier posibilidad de cambio en Colombia. Las grandes figuras históricas de ese partido, después de la Convención de Cartagena, se retuercen ahora en sus tumbas.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 3 de noviembre de 2024.