lunes, 13 de julio de 2015

PRIMERA CITA CON PLUTÓN

Por Eduardo García Aguilar
 
Después de nueve años de viaje, la nave New Horizons de la Nasa llegará este 14 de julio a Pluton, que durante mucho tiempo fue considerado el último planeta del sistema solar, pero desde hace unos años fue retrocedido al rango de planeta enano, comparable a otros múltiples astros postneptunianos del cinturón de Kuiper, 1.600 de los cuales ya han sido detectados por los astrónomos.
La nave, de media tonelada, lanzada en 2006 a una velocidad de 49.000 kilómetros por hora, ha logrado recorrer los espacios lejanos del sistema solar y si todo marcha bien, deberá ofrecernos las primeras fotografías de alta calidad del planeta y de sus lunas Charon, Hydra y Nixa, situados a una distancia en este momento de 4.700 millones de kilómetros de la tierra.
Descubierto por el joven astrónomo Clyde Tombaugh el 18 de febrero de 1930, este astro de roca y hielo alimentó a lo largo de casi un siglo la imaginación de adolescentes y adultos amantes de la lejanías siderales, asociado a sus vecinos y antecesores Urano y Neptuno, en la zona más remota del sistema solar.
Hace apenas una semanas veíamos en el cielo hacia el crepúsculo la conjunción de Venus y Júpiter, alineados con la tierra en su órbita alrededor del sol y durante unos días podíamos colocarnos en la atalaya terráquea y sentirnos en un viaje interplanetario, percibir con toda claridad la luminosidad de ese lajano planeta gaseoso, el mayor del sistema solar, al lado del brillo espectacular del lucero más intenso del firmamento. Una forma oblicua y tangencial de sentirnos en el sistema solar como pocas veces podemos hacerlo y percibir nuestra pertenencia al mismo desde la infinita pequeñez humana, a sabiendas de que una vez terminado nustro ciclo terrestre todo aquello seguirá su curso ineluctable.
Aparte los detalles científicos de la aventura de New Horizons, que llevará a conocer el comportamiento de la superficie de Plutón y los movimientos de sus hielos y la frágil atmósfera, la visita al lejano astro nos confirma la continuidad de la investigación humana, más de medio siglo después que otras naves comenzaran a sobrevolar planetas cercanos como Mercurio, Venus y Marte y enviaran a tierra las fotografías magníficas de sus superficies llenas de cráteres y extraños valles desolados.
Los niños o adolescentes de entonces coleccionábamos las fotos reproducidas en los diarios y las revistas de entonces y comentábamos con los más duchos en materias científicas, en mi caso mis amigos y vecinos León Duque Orrego y Carlos Augusto Gonzáles, el inicio de una aventura que no cesa y que nos maravilló con la espectacular llegada del hombre a la Luna en 1969.
Después otras naves llegaron a planetas aun más lejanos y gaseosos como Saturno, Júpiter, Urano y Neptuno y pudieron explorar de cerca los fascinantes satélites de aquellos astros, plenos de sorpresas, océanos, géysers, superficies heladas, mares subterráneos y comportamientos que aun deben revelarse y alimentarán en las próximas décadas la imaginación de nuevos niños, adolescentes y adultos con sed de conocimiento.
Al mismo tiempo la aventura del telecospio Hubble y el trabajo minucioso de hormigas de todos los astrónomos en los observatorios del planeta han contribuido ha realizar una amplia cartografía del universo desde el Big Bang, comunicándonos imágenes jamás imaginadas de lejanas galaxias en colisión o explosión, nubes infinitas flotantes que son vestigios de catástrofes y apocalipsis y huecos negros devoradores de materias secretas; o revelándonos la existencia de sistemas solares y miles de expoplanetas, muchos de ellos similares a la Tierra.
Ya desde la Antigüedad y mucho antes de ella, el hombre tuvo la mirada fija en los astros y reguló sus calendarios y estaciones observando con exactitud la rutina de los astros visibles, la confluencia periódica de los mismos y construyendo pirámides o edificios en honor de las ineluctables citas astrales que fascinaron a todas las grandes civilizaciones milenarias surgidas en el Indus, Mesopotamia, en el Nilo, o entre nosotros, en las alturas de Machu Pichu o en los terrenos donde vivieron los avanzados y geniales mayas, que construyeron Palenque, Tikal y Chichen Itza, u otras civilizaciones mesoamericanas, como la que trazó Teotihuacán, cuyos secretos están aun por revelarse.
Todas esas ciudades y templos fueron inspirados por la relación permanente del hombre con el cosmos, el espacio infinito y los astros y galaxias que los pueblan. Miles de años de transmisión de conocimientos de padres a hijos fueron creando el catálogo de los eclipses y las confluencias y el surgimiento de esas élites sabias y poéticas que establecieron la relación entre la luna y las mareas y escrutaron las leyes del tiempo.
Con la llegada a Plutón este 14 de julio de la nave New Horizons se cumple un nuevo episodio del capítulo relativo del Sistema Solar, nuestra vecindad, pero en las próximas décadas y siglos seguirá la aventura para escrutar los misterios aun escondidos en los planetas y lunas cercanas, tal y como lo prueban la peregrinacion de la nave Curiosity por la superfice de Marte o la visita de la nave Philae a un cometa que se acerca al sol.
New Horizons solo pasará como un bólido unas cuantas horas por el vecindario de Plutón y sus lunas, para seguir la ruta hacia los confines oscuros del cinturón de Kuiper y explorar otros astros similares que aun están por definir en esa última zona del sistema solar. Pero durante esas horas recopilará material suficiente para que los cientificos trabajen en las próximas décadas, hasta que una nueva nave visite el astro y tal vez lo orbite.
Pero esta aventura y otras aun más fascinantes serán posibles, siempre y cuando el hombre, amigo de las guerras y las más espantosas atrocidades, no se autodestruya en alguna nueva guerra mundial, para la cual cuenta con todas las armas atómicas y nucleares disponibles. En ese caso, las naves lanzadas por la humanidad registrarán desde lejos la más absurda implosión de un planeta poblado por una depredadora especie autodestructiva y asesina.  
 * Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. 12 de julio de 2015.