Por Eduardo García Aguilar
Emmanuel
Carrère es otro de los escritores franceses contemporáneos que ha
logrado grandes éxitos con sus libros autobiográficos y realistas
redactados con una prosa sencilla y de fácil lectura. Desde hace ya
mucho tiempo las principales novedades de la temporada son libros de
hombres y mujeres que cuentan aspectos por lo regular dramáticos de sus
vidas. Libros sobre violaciones, asesinatos, incestos, maltrato,
racismo, pobreza, enfermedades, discriminaciòn sexual, se disputan cada
año los primeros lugares y los grandes premios.
Casi
todos los autores nacidos después de los años 50, que han tomado el
relevo en el campo de la narrativa, reivindican en conferencias y
entrevistas el retorno al realismo decimonónico que significó el éxito y
la gloria para autores como Alejandro Dumas, Honoré de Balzac o Émile
Zola y no dudan en criticar a las generaciones anteriores que
escribieron con prosa barroca o exquisita como Michel Tournier o
exploraron en los campos de la experimentación y las vanguardias, como
el movimiento de la Nueva Novela de los años 50 y 60, liderado por Alain
Robe-Grillet, MIchel Buttor y el Nobel Claude Simon. Todo eso para
ellos está mandado a recoger.
Pero
no solo los marginados, discriminados, enfermos y sufridos se confiesan
en sus libros autobiograficos, pues Carrère (1957) no duda en contar
que es un chico rico muy "inteligente" que ha pertenecido desde siempre a
la élite literaria de Saint Germain des Prés, ya que su madre es la
poderosa escritora presidenta de la Academia Francesa, Hélène Carrère
d'Encause, por lo que de niño corrió entre las piernas de los grandes
editores y escritores y personalidades de la farándula, la radio y la
televisión que se casan entre ellos y viven en una endogamia de
privilegiados blancos y millonarios, muchos de ellos descendientes de la
nobleza del Antiguo Régimen o napoleónica o de la gran burguesía.
El
autor, que ya ha recibido el premio Principe de Asturias y el Premio de
la Feria de Guadalajara, que sin duda le tramitó con esmero su agente
literario, ha publicado libros basados en hechos reales: uno sobre su
abuelo materno, otro sobre el ruso Limonov y ha contado en sus novelas
sus peripecias amorosas, matrimonios, depresiones, su actividad como
yogui, guionista de televisión, director de cine o jurado del
prestigioso Festival de Cannes.
Pero
así como en las telenovelas latinoamericanas los ricos tambièn lloran,
Carrère, pese a todos esos privilegios, conexiones y premios, ha sufrido
terribles depresiones y vivido una vida atormentada que lo ha llevado a
los límites más escalofriantes, por lo que ha necesitado atención
médica de psiquiatras y psicoanalistas, terapias de grupo y
medicamentos. Por fortuna siempre ha salido de esos sombríos altibajos
salvado a veces por el amor, la religión, la lectura insaciable y la
escritura encarnizada.
En El Reino, una larga novela autobiográfica de 634 páginas publicada
en francés en 2014 por la editorial POL y por Anagrama en español,
cuenta de buena fe todos esos problemas de juventud y madurez y en
especial los tres años en que se convirtió al cristianismo animado por
su madrina y experimentó la experiencia de la fe. Décadas después decide
rescatar los cuadernos donde anotó con precisión sus lecturas bíblicas
para hacer un recuento de esos primeros años del cristianismo a través
de las gestas de Pablo de Tarso y de los evangelistas, especialmente
Lucas, un médico macedonio que fue cercano al anterior.
Para
todos los que nacimos en el orbe de la cristiandad, El Reino es un
libro que atrapa pues nos hace un recuento meticuloso de todas las
historias que nutrieron nuestras infancias y que él investiga, ya sin
fe, haciendo acopio de una impresionante bibliografía con la que coteja,
compara y trata de acercarse a la verdad histórica de aquel medio siglo
transcurrido desde la muerte de Cristo hasta la redacción de los
diversos evangelios, Las Actas de los apóstoles y El Apocalipsis y la
solidificación paulatina de esa Iglesia fundada por unos iluminados que
ha sobrevivido durante dos largos milenios y a la que siguen hoy en el
mundo centenares de millones de fieles.
Al
mismo tiempo que nos hace visitar aquellos lejanos años del Imperio
Romano desde Calígula y Nerón hasta Vespasiano, pasando por Herodes y
Poncio Pilatos, asistimos a su propia vida y a las dudas e
incertidumbres de un contemporáneo en estas primeras décadas del siglo
XXI. A diferencia de otros autores tramposos, él cita todas sus fuentes y
se identifica con Lucas, quien escribió su evangelio basado también en
documentos y entrevistas acopiados durante su investigación de los
hechos, cuando aun había testigos vivos.
No
sé al final si sea o no una obra maestra, ni si Carrère sea el gran
escritor que dicen, pero su lectura amena y adictiva nos hace viajar en
el tiempo y nos traslada a la infancia, cuando todos esos personajes
relatados en los Evangelios nos eran tan familiares gracias a las
abuelas y las tías.
Volvemos
a revisar las acciones del mesías, sus milagros, dichos y diatribas, el
cautiverio y el sacrificio, nos acercamos a los apóstoles, a Judas, a
la Virgen, a Maria Magdalena, vemos a centuriones y procuradores, al
pueblo agitado en Jerusalén, la vida urbana en Roma, Corinto o Cesárea, a
judíos y fariseos, puertos y regiones alejadas de Grecia, Turquía y
Oriente visitados por Pablo, y además viajamos por el embravecido Mar
Mediterráneo.
Pero
al final de cuentas hacemos el viaje con la certeza de que estamos en
este siglo XXI y que aunque pasaron dos milenios poco ha cambiado la
humanidad y reinan aun en nuestro tiempo la confusión, la incertidumbre,
la guerra y la injusticia y con ellas miles de millones de voces
agitadas entre un delirio de fanatismos y augurios apocalípticos.
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Publicado en La Patria. manizales. Colombia. Domingo 9 de enero de 2022.