Por Eduardo García Aguilar
Era tan alto que casi rozaba su cabeza con el umbral de las puertas y a veces debía agacharse para cruzarlas con su mirada alerta de águila andina y el don de gentes y la generosidad a flor de piel. Tulio Bayer (1924-1982), siempre lúcido, con el pensamiento desbocado, se mantenía al tanto de los acontecimientos mundiales del momento como el ayatola Jomeini y la revolución iraní, el Gulag soviético, los horrores en Camboya o la guerra de Vietnam, la expansión del universo, las ideas ecológicas de René Dumont, la libertad y la necesidad, el objeto y el sujeto, los universales, Pitágoras, Euclides, Newton, Einstein y otros más.
Al mismo tiempo Tulio traducía textos farmacéuticos y militares para ganarse muy bien la vida frente a dos máquinas eléctricas IBM último modelo, en una de las cuales yo también traducía textos sobre cohetes, satélites y tanques, por lo que me pagaba en efectivo las mismas buenas sumas que recibia él, cada tarde, después de haber pasado horas arreglando y deshaciendo el mundo. Así aprendí a concer a este gran humanista utópico colombiano, cuya primera biografía acaba de salir bajo el título « Tulio Bayer, solo contra todos », de Carlos Bueno Osorio, publicada por el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín (ITM).
En estos tiempos colombianos de anatemas y amenazas al más alto nivel contra quienes se oponen a una nueva tiranía en ciernes, valdría la pena revisar sin temores la vida de esos hombres idealistas que lucharon por sacar a Colombia de la injusticia, el atraso y el apartheid social y fracasaron en el intento, enfrentados a una oligarquía endogámica, injusta y egoísta, que quiere todo para sí y nada para las amplias mayorías del país y obliga a los colombianos a la odiosa alternativa de ser siervos o forajidos. Colombia ha sido tierra de alzados en armas, desde los comuneros de José Antonio Galán y Simón Bolívar hasta Jorge Isaacs y Camilo Torres, para mencionar sólo algunos de ellos. ¿Por qué no estudiarlos con serenidad y preguntarnos las razones de sus luchas ? Este libro sobre un idealista olvidado, puede ser un inicio para reflexionar sobre las consecuencias de la injusticia ancestral colombiana.
Era tan alto que casi rozaba su cabeza con el umbral de las puertas y a veces debía agacharse para cruzarlas con su mirada alerta de águila andina y el don de gentes y la generosidad a flor de piel. Tulio Bayer (1924-1982), siempre lúcido, con el pensamiento desbocado, se mantenía al tanto de los acontecimientos mundiales del momento como el ayatola Jomeini y la revolución iraní, el Gulag soviético, los horrores en Camboya o la guerra de Vietnam, la expansión del universo, las ideas ecológicas de René Dumont, la libertad y la necesidad, el objeto y el sujeto, los universales, Pitágoras, Euclides, Newton, Einstein y otros más.
Al mismo tiempo Tulio traducía textos farmacéuticos y militares para ganarse muy bien la vida frente a dos máquinas eléctricas IBM último modelo, en una de las cuales yo también traducía textos sobre cohetes, satélites y tanques, por lo que me pagaba en efectivo las mismas buenas sumas que recibia él, cada tarde, después de haber pasado horas arreglando y deshaciendo el mundo. Así aprendí a concer a este gran humanista utópico colombiano, cuya primera biografía acaba de salir bajo el título « Tulio Bayer, solo contra todos », de Carlos Bueno Osorio, publicada por el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín (ITM).
En estos tiempos colombianos de anatemas y amenazas al más alto nivel contra quienes se oponen a una nueva tiranía en ciernes, valdría la pena revisar sin temores la vida de esos hombres idealistas que lucharon por sacar a Colombia de la injusticia, el atraso y el apartheid social y fracasaron en el intento, enfrentados a una oligarquía endogámica, injusta y egoísta, que quiere todo para sí y nada para las amplias mayorías del país y obliga a los colombianos a la odiosa alternativa de ser siervos o forajidos. Colombia ha sido tierra de alzados en armas, desde los comuneros de José Antonio Galán y Simón Bolívar hasta Jorge Isaacs y Camilo Torres, para mencionar sólo algunos de ellos. ¿Por qué no estudiarlos con serenidad y preguntarnos las razones de sus luchas ? Este libro sobre un idealista olvidado, puede ser un inicio para reflexionar sobre las consecuencias de la injusticia ancestral colombiana.
Tulio Bayer era un rebelde permanente y su espíritu crítico lo llevó desde sus luchas juveniles contra la corrupción en Caldas y Urabá, la utópica guerrilla del Vichada y sus combates con el militar Alvaro Valencia Tovar, a chocarse luego con el régimen cubano y los países del este dominados por la Unión Soviética, para desembocar hacia una visión mucho más amplia del cambio, que incluía ideas ecológicas y humanistas muy novedosas. Lector permanente, Bayer admiraba libros como el « Desierto de los Tártaros » de Dino Buzzati, que regalaba en ejemplares de bolsillo a sus amigos, y leía sin cesar obras clásicas y contemporáneas y libros de ensayos sociopolíticos o científicos mientras escribía grandes sátiras contra la oligarquía de su país y la iglesia católica retardataria en el seno de la cual nació, fue bautizado dos veces en Riosucio (Caldas) y sufrió como interno del Colegio Nuestra Senora de Manizales en tiempos del futuro obispo Baltazar Alvarez Restrepo, al que llamaba San Bar.
Había llegado antes de mayo del 68 a París luego de salir de Colombia tras pasar meses en la cárcel Modelo acusado de rebelión, y ser expulsado de México, invitado a salir de Cuba y aburrirse como una ostra en los países comunistas del Este europeo, dominados por los jerarcas del Kremlim. Lo conocí en 1978 cuando yo estudiaba en la Universidad de Vincennes y un amigo me dijo que en París vivía el mítico gurrillero y paisano Tulio Bayer, médico de Harvard, funcionario promisorio en el campo de la salud, autor de la novela « Carrretera al mar », fustigador de las corruptelas farmacéuticas y lácteas locales y creador de una guerrilla humanista en el Vichada, empresa en la que por supuesto fracasó.
Hacía una década Tulio no veía colombianos y vivía exiliado en la Torre Atlas de un elegante conjunto residencial, dedicado a sus cosas lejos del país ingrato y perdido que abandonó para siempre. Le envié unos cuentos eróticos que acaba de escribir sobre una nínfula nabokoviana y recibí instantáneamente una invitación a su casa a almorzar un mediodía de invierno. Así, gigante y enorme, lo vi por primera vez al abrir la puerta de su apartamento y desde ese instante, aunque nos separaban 30 años de edad, tuvimos un diálogo incesante y permanente en el que revisamos todos lo temas habidos y por haber. Los filósofos presocráticos, Socrates mismo, Platón, Epicuro y Lucrecio, el Renacimiento italiano, la Inquisición, la conquista de América, Bolívar, Napoleón y las guerras mundiales, el budismo zen, las cultura medioriental, el judaísmo, la novela Lolita de Vladimir Nabokov y los libros de Karel Kapek.
Tulio me pedía que le trajera jóvenes colombianos de diversas regiones de Colombia para saber cómo era el espíritu de las nuevas generaciones de su país, que deseaba redescubrir despues del largo exilio solitario. Y cada vez que íbamos a su casa nos ofrecía unas cenas espectacularres con ostras de entrada y exquisitos platos preparados por la maravillosa Amira, su esposa venezolana, que apurábamos con botellas de buen vino Saint Emilion, cognac Napoleon y champana Moët Chandon.
De aquellas francachelas, que confluían al final hacia largas horas de juego con cartas de mesa y carcajadas y evocaciones de fonda antioqueña, salieron las mejores amistades, como si estuviéramos en la finca de los abuelos al calor de las velas y el titilar de las luciérnagas, viviendo al interior de « Asistencia y Camas » de Rafael Arango Villegas y en el ambiente de « A la diestra de Dios padre » de Tomás Carrasquilla.
Todo eso lo rememoro ahora que tengo en mis manos el primer libro serio que intenta dar vida a este humanista generoso, lejos de los anatemas y las amenazas que salen desde las altas esferas contra los que buscan una Colombia mejor y más justa sin apartheid social. Tulio Bayer y Camilo Torres merecen ser revisados con serenidad pues son figuras humanistas que pertenecen a la historia de Colombia como Jose Antonio Galán, Policarpa Salavarrieta, Simón Bolívar, Jorge Isaacs, María Cano y Jorge Eliécer Gaitán.
-------
Tulio Bayer. Solo contra todos. Carlos Bueno Osorio. Instituto Tecnológico Metropolitano. Medellín. 2008. 470 páginas.
-------
Tulio Bayer. Solo contra todos. Carlos Bueno Osorio. Instituto Tecnológico Metropolitano. Medellín. 2008. 470 páginas.