La
autobiografía del papa Francisco, que acaba de ser publicada por Plaza y
Janés bajo el título de Esperanza, es un libro que nos acerca como
nunca a la extraordinaria vida de este jesuita bonaerense de clase media
y origen italiano, que se convirtió en uno de los papas más notables,
originales e históricos de los últimos tiempos.
Aunque
al principio el libro debía ser publicado con carácter póstumo, el
pontífice y el asesor editorial de muchas de sus obras, Carlos Musso,
decidieron anticipar su salida, por lo que es de una actualidad
desconcertante, dada la manera dramática de su partida, horas después de
su espectacular paseo en papamóvil entre los fieles en la Plaza de San
Pedro, casi al punto del último suspiro.
Ahí
mismo desde la Plaza de San Pedro lo vi por única vez salir a la
ventana desde donde pronunciaba sus Ángelus los domingos a mediodía. Fue
emocionante, pues Francisco fue un fenómeno improbable, no solo por ser
latinoamericano y progresista, sino por la huella que deja como un papa
innovador. En su libro nos comunica su argentinidad de hijo de
inmigrantes, los oficios de químico, profesor de literatura, amante del
fútbol y hasta amigo de Borges, y su formación jesuita, la ordenación y
posterior destino.
Cuando
se anunció en medio de la confusión un nombre en principio poco audible,
estaba en la redacción de la agencia donde trabajo esperando la fumata
blanca y fue sorpresivo entender que se trataba de Bergoglio, cardenal
argentino conocido por su apego a las causas sociales de la iglesia
latinoamericana y la ayuda que en medio de la dictadura dio a muchos de
los perseguidos y a las familias de los desparecidos, entre ellos las
Madres de la Plaza de mayo, como lo cuenta en Esperanza.
En
ese momento estaba en la redacción hispana de París con el colega
argentino Jorge Svartzman y de inmediato pasé a abrazarlo efusivamente
ante su estupor para felicitarlo porque un compatriota suyo resultó
elegido y bromeábamos mucho después porque no solo es agnóstico sino de
origen judío y madre comunista, como algunos emigrantes del este europeo
que huyeron de las guerras hacia Argentina.
Lejos
de los papas encerrados en el palacio apóstolico, rodeados de una corte
entre lujos y cubiertos por onerosas prendas, Francisco vivía en la
residencia Santa Marta donde se alojan los invitados al Vaticano y ahí
permaneció durante su pontificado, comiendo en el refectorio al lado de
trabajadores, monjas y curas, porque, como dice en su autobiografía, le
gusta estar con la gente, pertenecer a una comunidad y no aislarse en lo
que él define como la "autorreferencialidad " de una Iglesia anclada en
el pasado sin mirar al presente ni al futuro.
Invitado
a la Feria del libro de Roma en diciembre de 2022 tuve la alegría de
hospedarme en una pequeña pensión al lado del Vaticano, a solo unos
pasos del Museo y de la imponente Plaza de San Pedro. Solía deambular
por ahí tras recorrer otros sitios de la ciudad que conozco desde hace
mucho tiempo, cuando, estudiante, quise visitar el Monte Aventino donde,
según la leyenda, Simón Bolívar prometió liberar a América.
Roma
siempre es emocionante no solo por las grandes ruinas milenarias del
Imperio de los Césares sino por la presencia del Vaticano, minúsculo
país desde donde los papas y la curia irradian para más de 1.400
millones de fieles. Dos milenios de tradición son imponentes para esta
religión católica en cuyo marco casi todos los latinoamericanos y
europeos crecimos marcados por su impronta.
Pero
ser contemporáneo de un papa latinoamericano es algo excepcional y por
eso acepté la invitación del vaticanista colombiano Nestor Pongutá
Puerto para ir al Ángelus. Caminando con él por las cercanías de la
Plaza conocí a dos cardenales cercanos a Francisco, Gianfranco Ravazi,
ex encargado de Cultura, y al teólogo Walter Kasper, que acudían a
escucharlo y que, según Francisco, estuvieron muy cerca en los instantes
previos a su elección.
Todos
estos detalles están contados en el libro: infancia, vida de los
ancestros italianos, vocación, estudios, dictadura, cardenalato y
papado. Y también nos da el testimonio personal de su nombramiento, en
el que no creía para nada, cuando ya casi la mayoría de los cardenales
se habían decidido por él tras escuchar su brillante proyecto de sacar a
la Iglesia de los palacios y de la "autorreferencialidad" para
acercarla a los pobres y a los otros.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 27 de abril de 2025.