domingo, 3 de enero de 2021

LAS INCIERTAS AVENIDAS DEL FUTURO

Por Eduardo García Aguilar

Termina el año 2020 bajo la amenaza aun no conjurada de la pandemia, pero con la certeza de que en los sectores de la ciencia y el pensamiento se aceleraron los avances que auguran sin duda descubrimientos y programas novedosos para enfrentar los problemas de la naturaleza y la humanidad que viaja veloz en el barco del siglo XXI. La humanidad es solo un aspecto microscópico de este universo inasible del que solo conocemos sus misterios y los abismos incomprensibles del tiempo.

Nuevas teorías nos hablan de la posibilidad de que la civilización terrícola en la que estamos inmersos es solo tardía y periférica y que tal vez en nuestra galaxia Vía Láctea muchas civilizaciones desaparecieron para siempre hace ya miles de millones de años, pues surgieron y tuvieron tiempo para avanzar y aniquilarse en el escalofrío del espacio. Como si estuviera claro que las civilizaciones y los mundos son finitos y se autodestruyen, lo que nos da perspectiva y relativiza el excepcional año de la peste que nos tocó vivir como a otros humanos en tiempos remotos.

El logro de vacunas en tiempo récord y las nuevas formas de enfrentar enfermedades hasta ahora incurables, conducirán a generar expectativas mayores de vida, lo que aunado a la cada vez mayor conciencia humana de la necesidad de cuidar al planeta, podrían tal vez conducir a un mundo mejor en los próximos siglos. Algunos futurólogos auguran saltos posibles en materia de alimentación que podrían liberar al hombre de la corvea para obtenerla, pero la vocación violenta y cainita del homo sapiens es una amenaza permanente que puede sabotear los avances y aplazar una actitud más responsable en materia ecológica.

Lo ocurrido este año a pesar de tantas muertes en serie, fue saludable en muchos sentidos para amplios sectores de la humanidad adormecidos por la creencia ciega en el progreso, el desarrollo y el consumismo desbocado. De repente la humanidad cesó de viajar por el mundo enloquecida y los cielos se despejaron de aviones. Todos los sitios turísticos quedaron paralizados y se convirtieron en lugares fantasmas con hoteles, restaurantes y bares cerrados. Una asfixiante ciudad costera de rascacielos construida para europeos como Benidorm en España y las lujosas urbes construidas en los desiertos de Medio Oriente por los jeques árabes se con
virtieron en elefantes blancos que tratan de salvarse convertidos en absurdos sets cinematográficos.

Y como Benidorm, París, Venecia, Roma, Pompeya, Barcelona, Praga, Dubai, Abu Dabi y Doha, Tailandia y centenares de playas paradisíacas situadas en islas de sueño, quedaron paralizadas sin el flujo millonario de los turistas. Los aeropuertos internacionales vieron pulverizadas las cifras de visitantes, causando el desempleo de millones de personas. La industria cinematográfica, los teatros, las salas de concierto y las discotecas llevan ya un año cerrados o restringidos. Y lo que era impensable para la humanidad, el plutocrático fútbol todopoderoso desapareció por encanto de los estadios y las pantallas. 

Encerrados en sus casas, enfrentados al deceso de familiares o figuras públicas, acosados por el desempleo o la ruina, los humanos tuvimos obligatoriamente que replantearnos muchas certidumbres. Pero en sus casas o en oficinas de universidades y laboratorios, pensadores, poetas y científicos han aprovechado el tiempo para pensar en el destino del homo sapiens sapiens y en su su frágil hábitat. 

¿Cuáles son las medidas que deben aplicarse desde ahora para impedir el fin del planeta? ¿Qué cambios radicales debe experimentar la sociedad para enfrentarse a los nuevos tiempos? ¿Como acabar con el hambre y la miseria de miles de millones de humanos? ¿Cuáles son los restos de la inteligencia artificial y sus fabulosos y a la vez inquietantes avances? ¿Qué sorpresas nos depara la nanotecnología? ¿Qué nuevos descubrimientos se avecinan en el cosmos gracias al perfeccionamiento de los instrumentos astronómicos?

Así como en otros tiempos sabios y filósofos preguntaron y reflexionaron sobre los siglos y milenios venideros, las mentes activas de la humanidad estremecida por la pandemia en 2020 aceleran sus reflexiones en materia científica y ética. Parecidos a los utópicos de hace siglos, muchos se aventuran a proponer nuevas formas de gobierno, consumo, cooperación y convivencia entre los humanos y abogan para que los cambios sean reales. 

La sociedad lucha contra las violentas fuerzas cavernarias del poder y el dinero opuestas en casi todos los países a los cambios y que luchan encarnizadamente por conservar los privilegios de unos cuantos, a costa de la miseria y la exclusión de las mayorías y la destrucción de la naturaleza. La nuevas generaciones parecen estar comprometidas en demoler para siempre ese viejo mundo patriarcal, bélico y de castas que ha dominado al mundo. Aun son propósitos utópicos, pero vale la pena soñar, ya que quienes hoy habitamos el planeta no sabremos lo que pasará en las inciertas avenidas del futuro planetario.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. 3 de enrero de 2021.