Por Eduardo García Aguilar
En el mismo lugar por donde paso todos los días, entre los barrios
Jaurès-Stalingrad y Buttes Chaumont, ahí mismo, junto al bistró de
chinos donde tomo cerveza o compro lotería, junto a la lavandería donde
dejo sacos y camisas y el sitio de Western Union de los paquistaníes,
veo este mediodía atravesado en la calle el automóvil Citroen 3 negro
donde los yihadistas de mi barrio Cherif y Said acaban de huir tras
cometer la masacre de Charlie Hebdo, cerca de Bastille, matando a los
más grandes caricaturistas franceses del último medio siglo y a casi
toda la redacción.
La calle de Meaux, que va hacia el norte de París, donde ahora
residía Cherif con su mujer cubierta por la negra burka, está acordonada
y diez metros más adelante se ve ese vehículo robado que más tarde se
haría famoso en el mundo, porque en él escaparon los hermanos de
apellido Kouachi, jóvenes que pertenecían, según medios de prensa, a una
célula yihadista de mi barrio, el de Buttes Chaumont, donde he vivido
en dos periodos claves de mi vida en París y que es para mí un terreno
familiar, al lado de Belleville, Barbès y Montmartre, la zona norte
popular, multirracial y multirreligiosa, llena de vida y color, la más
interesante y excitante.
En estas zonas del norte de París, indios, paquistaníes y
originarios de Sri Lanka realizan en agosto la fiesta del dios Ganesha,
el elefante que decenas de miles de inmigrantes pasean por las calles un
domingo de fiesta y que es recibido al ruido de la quiebra de miles de
cocos contra el asfalto y el colorido azafrán, fucsia y verde de los
saris femeninos sobre cuerpos eróticos y paganos, mientras los hombres
llevan el torso desnudo. El animismo es a veces más festivo que el
monoteísmo.
Por estos lares del norte de París hay varias sinagogas y se ve
caminar en familia a los judíos pobres con trajes negros, sombreros
alones Stetson, kipas y crespos largos rumbo a los templos hebreos, en
especial los sábados del Sabat. Por ahí donde está atravesado el ya
famoso y terrorífico auto Citroen 3 negro robado por Cherif y Said,
cruzan las familias que veo desde la barra del bistró chino y cuyo
paso hacia el templo en un medio hostil me parece notable, una muestra
de que en Francia y en Europa estamos viviendo ya al filo de la navaja,
como en los tiempos del auge de los nazis en los años 20 y 30 del siglo
XX.
Aunque la violencia en la India, Pakistán y Sri Lanka es extrema y
se caracteriza por atentados contra sus líderes, como la familia de
Indira Gandhi en la India o la de los Butho, Alí y Benazir, en Pakistán,
o por el exterminio total de la rebelión en Sri Lanka la década pasada,
esos conflictos no han aflorado todavía en las calles de París, donde
vive una multitudinaria comunidad de ese origen, dedicada a trabajos de
cocina en los sótanos de los restaurantes, la limpieza y el manejo de
sitios internet. Aquí al lado del Citroen queda el café internet donde
extranjeros del rumbo envían sus remesas a las familias lejanas de Asia y
Africa a través de Western Union.
El simpático bistró-tabac chino Le Royal ha sido cerrado mientras la
policía rodea la zona. Como los paquistaníes, la gigantesca y poderosa
comunidad china no plantea problemas por ahora. Ellos solo se dedican
silenciosamente al trabajo y a la acumulación de dinero. En el barrio de
Place D' Italie se realiza cada año en febrero la fiesta del año nuevo y
cientos de miles se pasean con dragones el festivo domingo. Belleville
también alberga esas fiestas, mientras crecen como champiñones los
negocios financiados por los capitales gigantescos de la milenaria
tierra de Confucio y Mao.
Y así como ellos, las comunidades viven en paz y se integran en el
trabajo y la actividad mirando hacia un futuro laico, multirracial y
multicultural que cambiará para siempre el panorama demográfico y racial
de Europa en este siglo. Así ocurre con los japoneses de la Calle Santa
Ana, italianos, ex yugoslavos, rusos, africanos subsaharianos de todos
los barrios y los paquistaníes de la Goute D'or o latinoamericanos de
Clichy o de Belleville. La mezcla en estos países es ya irreversible
como en los tiempos del Imperio Romano.
Pero la tensión es fuerte y peligrosa ahora que el yihadismo mundial
crece y vivimos de facto en un guerra donde Occidente e Israel atacan en
Oriente Medio, mientras pululan las sectas al interior del propio islam
exterminándose unas a otras en Siria, Libia, Arabia, Irak, en la
frontera turca, Yemen y otros lugares más como la propia París.
Los jóvenes yihadistas de mi barrio nacieron y crecieron aquí y
hacen parte de la enorme comunidad musulmana. Aquí estudiaron,
recibieron ayudas del estado y también sufrieron la incomprensión de la
sociedad que los marginaba por su origen. Cherif, el más conocido de los
dos hermanos fue músico rapero y el colega suyo que tomó los rehenes en
Vincennes, hasta visitó el Palacio del Eliseo alguna vez. Representan
el fracaso de la integración y la excitación de un mundo confesional que
despierta los fantasmas milenarios de la violencia y la intolerancia de
unos y otros.
Hace apenas seis meses, cuando Israel atacaba sangrientamente en
Gaza y mataba a más de 2000 civiles, en los barrios Stalingrad-Jaurès y
Buttes de Chaumont, al regresar del trabajo a medianoche, me encontraba
con incendios junto a las sinagogas, escuchaba tiroteos y veía a las
fuerzas del orden con cascos y escudos enfrentando a los airados jóvenes
musulmanes encapuchados, entre los cuales estaban sin duda los
protagonistas de los hechos de esta semana. Alguna noche de verano me
despertaron en la madrugada los tiroteos sostenidos de las partes en conflicto.
Así estamos ahora en París. Y al ver a la policía judicial que llega
a revisar el famoso Citroen 3 cuyas imágenes circularon por el mundo,
comprendo que estamos en el centro de una peligrosa guerrilla cuyo
futuro desconocemos. Porque centenares o miles de yihadistas de Al Qaida
y el Ejército Islámico Daesh, los convencidos, los fanáticos del
sunismo radical, estan aquí ya, dispuestos en Europa a morir como
mártires matando y destruyendo en nombre de su profeta a las Repúblicas
construidas desde los tiempos de la libertaria, laica y libertina
Revolución Francesa.
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* Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 10 de enero de 2015.
domingo, 11 de enero de 2015
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