sábado, 28 de agosto de 2021

ACTUALIDAD DE LA CARTA ESFÉRICA


 
Por Eduardo García Aguilar

Arturo Pérez Reverte (1951) es uno de los escritores españoles contemporáneos más leídos y exitosos y también de los que con frecuencia en sus columnas en la prensa de su país dice lo que piensa con total libertad, haciendo uso de un lenguaje a veces soez y lleno de injurias, heredero natural del Siglo de oro, cuando los escritores, Francisco Quevedo en primer lugar, eran más libres e irredentos que los de hoy.

Durante mucho tiempo se desempeñó como corresponsal de guerra y sabe muy bien lo que es escribir al pie del cañón, respetando los límites de tiempo y en especial haciendo lo imposible para obtener las informaciones requeridas por los medios, visitando las morgues, describiendo los cadáveres putrefactos que deja la batalla y entrevistando monstruos sanguinolentos que tarde o temprano llegan al poder y mueren hastiados en sus palacios, rodeados de riquezas robadas.

Sus libros son amenos, bien escrítos y estructurados y a veces se lanzan en bellas parrafadas de gran intensidad poética que revelan su talento. De su generación, donde hay otros excelentes autores notables como Javier Marías, Pérez Reverte optó con toda claridad por ser un cultor de la vena popular y por eso sus libros cuando aparecen se venden como panes calientes. Nutre sus obra de sus orígenes en el milenario puerto mediterráneo de Cartagena, que ya existía en tiempos de fenicios, griegos y romanos y en cuyas aguas de adolescente solía bucear para rescatar del fango ánforas invaluables.

Cartagena ha sido testigo de todas las guerras y las pestes y por su tierra han pasado todos los marineros del mundo y las tropas más locas. En la nube secreta de la memoria citadina yacen millones de destinos desbocados, varones triunfantes o quebrados, mujeres humilladas y manoseadas por corsarios o invasores. En sus playas se han deshuesado cientos de miles de barcos, que él de joven veía oxidarse sobre la arena. Y desde muchacho compartió con los marineros de pieles cuarteadas que saben de estrellas y conocen muy bien las vicisitudes del alma humana.    

Pérez Reverte es un autor costeño igual de Gabriel García Márquez y como todo autor que nace y se forma frente las aguas de los mares, en puertos a donde llegan seres de todos los orígenes y calañas desde los más lejanos rumbos y donde se hacen los más sucios tráficos y negocios, sabe desde siempre que la humanidad es violenta e impredecible, por lo que sus historias pueden estar llenas de ternura, pero tambièn de un gran escepticismo. Los costeños por naturaleza saben contar muy bien porque en los puertos se cuentan todas las historias y se viven todas las ebriedades y los duelos.

Todo eso he pensado después de leer con veinte años de retraso uno de los libros que consolidó su fama, La carta esférica, terminada de escribir en 1999.  Uno puede ver sus costuras y sus defectos, a veces considerarlo predecible y caricatural, pero ese libro escrito en plena cuarentena por el periodista, está cargado de la energía de quien escribe con toda la fuerza. Tal vez hoy sería prohibido porque se expresa la misoginia rampante de los personajes ligados a la mafia y al mar y se usa el lenguaje abrupto de los machos cabríos que no pueden vivir sin darse de puños en las esquinas oscuras, en los bares y junto a los burdeles.    

Pero en La carta esférica hay ternura adolescente. Rinde homenaje a los muchachos de su generación que oían en las noches de insomio radios lejanas en viejos radios Philips y soñaban con viajar por todo el mundo y vivir las más improbables aventuras a las que por lo regular no estaban invitados, porque quedan atrapados en los rituales familiares y sociales de sus respectivos mundos originarios. En cada una de las páginas de esta novela de aventuras están los jóvenes que sueñan leyendo a Julio Verne, Stvenson y Conrad y viven como las crisálidas las diversas transformaciones que los llevan de gusanos a maravillosas mariposas voladoras.

La historia es muy simple y a veces demasiado esquemática. Un marinero curtido que ya se acerca a la cuarentena se ve de repente sin trabajo. Sin un peso deambula por Barcelona y recala en una tienda de subastas donde presencia una puja por un mapa de las costas españolas del siglo XVIII por el que batallan una bella y joven burguesa y un mafioso.

Coy, como se llama el marino, juega al azar y termina involucrado en la intriga y por supuesto como en toda novela de aventuras se enamora de la bella Tánger, funcionaria del Museo marítimo de Madrid, a quien va a visitar y a la que quisiera llevarse sin éxito a la cama. Pero aunque ese objetivo es imposible, termina por involucrarse en sus sueños y trabaja para ella en el objetivo de rescatar un barco propiedad de la comunidad jesuíta, naufragado en el siglo XVIII durante una batalla con una nave corsaria y donde se presume hay un gigantesco y millonario tesoro de esmeraldas colombianas.

La joven mujer es el motor de esta narración que a veces patina y tras ella se van desenmarañando las historias de ese siglo lejano y aunque termina siendo una especie de espejismo, los hombres de la novela giran en torno suyo como marionetas, prototipos, caricaturas. Pérez Reverte dosifica datos históricos, diálogos y fragmentos de sorberbia prosa marina. Y además nos lleva de paseo por Barcelona, Madrid, Cádiz, Gibraltar y Cartagena y nos da deseos de vivir en el Mediterráneo.   
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* Publicado el domingo 29 de agosto de 2021 en La Patria. Manizales. Colombia. 
--- La carta esférica. Alfaguara. Madrid. 2000. 590 páginas. Llevada al cine, bajo la dirección de Imanol Uribe en 2007.