El
gobierno mexicano no invitó al rey de España Felipe VI a la posesión de
la nueva presidenta Claudia Sheinbaum el 1 de octubre, porque no
respondió a una carta enviada por el mandatario saliente Andrés Manuel
López Obrador en 2019 pidiéndole al monarca borbón que pidiera excusas
públicas y oficiales de la corona y de España por la conquista y la
colonización.
México desde
antes y después de la Revolución ha tenido una relación muy sensible con
los hechos de la conquista encabezada por Hernán Cortés, quien tras
tocar tierra realizó varias expediciones en las que contó con ayuda de
indígenas que, como los tlaxcaltecas, eran a su vez colonizados por la
poderosa civilización azteca, uno de los últimos eslabones del mundo
prehispánico tras miles de años de poderosas aventuras civilizatorias de
los antiguos olmecas, zapotecos, mixtecos, mayas y teotihuacanos.
Al
derrotar a las poderosas élites aztecas reinantes, los conquistadores
españoles se casaron con las princesas indígenas y tuvieron descendencia
con ellas, como es el caso de la Malinche, mujer de Cortés, que a su
vez fue su traductora y ágil asesora del español en su campaña militar y
el trabajo para solidificar su presencia y dominio en la nueva colonia.
En
todo el inmenso país se replicó esa actitud de Cortés y mandos menores
se casaron con las hijas de los caciques y llegaron a acuerdos para usar
la mano de obra indígena en todo el país, razón por la cual hubo, a
diferencia de otros países latinoamericanos, poca necesidad de importar
desde África esclavos para realizar trabajos agrícolas y domésticos.
México
es pues un país mayoritariamente indígena y mestizo y aun perviven
medio centenar de lenguas prehispánicas y poblaciones monolingües. Arte,
culinaria, costumbres, forma de vestir y lenguajes indígenas siguen
vivos en todo el territorio, por lo que desde la Revolución mexicana los
gobiernos han destacado e impulsado la cultura ancestral, creando un
nacionalismo popular sincrético encabezado por el cultuo a la virgen
morena de Guadalupe, adorada por los mexicanos y celebrada por millones
de fieles cada año.
Pese a
la vecindad con Estados Unidos y los tres siglos de colonización
española, la cultura indígena pervivió y está anclada en lo más profundo
de la tierra y los corazones de los más de cien millones de habitantes
de ese rico y poderoso país. En el siglo XIX el presidente indígena
Benito Juarez derrotó al Emperador Maximiliano, enviado por las
potencias europeas a gobernar a México, y lo mandó fusilar sin
compasión en el cerro de las Tres campanas, cerca de Querétaro.
En
México, desde la gesta de Juárez y mucho más después de la Revolución
de Zapata y Pancho Villa, se prohibió cualquier homenaje a los
conquistadores españoles, por lo que no hay estatuas o monumentos en su
honor, e incluso la tumba de Hernán Cortés es un nicho casi clandestino y
anónimo empotrado en los muros de una iglesia colonial.
No
es de extrañar entonces que México siga aplicando su politica de
orgullo nacionalista e indigenista y siga esperando las excusas de
España que no llegan. Es un tema tan sensible como el de la esclavitud,
que prevaleció durante siglos y en la actualidad genera polémica entre
quienes dicen que pertenece a la historia y quienes piensan que las
heridas siguen vivas.
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Publicado en La patria. Manizales. Colombia. 29 de septiembre de 2024.