sábado, 18 de enero de 2025

UN GOBIERNO DE MAGNATES EN ESTADOS UNIDOS

Por Eduardo García Aguilar 

Con la llegada de Donald Trump y el presidente de facto, el multimillonario Elon Musk al poder en Estados Unidos, iniciamos un nuevo episodio político que nadie imaginaba apenas hace unos meses. Trump se encontraba abatido en el desprestigio y hundido en el pantano de sus problemas judiciales, el más grave de los cuales su involucramiento en la asonada y toma del Capitolio por una jauría de sus partidarios. 

Vino a salvarlo el hombre más rico del mundo Elon Musk, quien lidera sectores de la industria aeroespacial, automotriz; tecnológica y de comunicaciones, cuya fortuna ya superaba los 300.000 millones  de dólares. En unas semanas el millonario inyectó enormes sumas de dinero para la campaña y abrió la vía para que el millonario neoyorquino lograra una victoria contundente y espectacular a nivel popular pocas veces vista y se alzara con el dominio de las dos cámaras del parlamento.

El triunfo de Trump a su vez inyectó fuerza a la fortuna colosal de Musk, que en unas cuantas semanas pasó de la suma anterior a otra superior a los 400.000 millones de dólares, convirtiéndose en el hombre más rico que jamas ha existido en el mundo contemporáneo, un nuevo Rey Midas.

Desde entonces Musk interviene en política mundial, apoyando  abiertamente en su red social X a las fuerzas de extrema derecha que poco a poco avanzan electoralmente en los países europeos y que probablemente; con la ayuda de los Estados Unidos y de su ídolo Trump, logren ganar pronto nuevos gobiernos del continente, como ya ocurre en Austria e Italia.

Manipulando las redes y la información, generado falsas noticias, impulsando con algoritmos a sus candidatos y sus partidos, Musk será líder desde el gobierno de Estados Unidos, como ministro y de facto vicepresidente, pues el oficial Vance no aparece por ninguna parte y se ha hecho discreto. El gabinete de Trump estará compuesto por muchos magnates amigos de vieja data del gran payaso de Manhattan, que día a día nos sorprende con sus chifladas intenciones.

Dice que va a anexar Groenlandia, propone la reconquista del Canal de Panamá, sugiere cambiar el nombre de Golfo de México por Golfo de América  y bromea con la idea de convertir a Canadá en el 51 Estado de la potencia norteamericana. 

Como están las cosas, todas o parte esas intenciones pueden avanzar hacia su realización dado el inmenso poder de que gozará y el dominio de la información y las redes sociales en las que todos los habitantes del planeta vivivimos inmersos como robots bajo el mando de Musk y Zuckerberg, el jefe de Facebook que ya se ha inclinado ante los nuevos jefes.

Los gigantes tecnológicos estadounidenses que ahora gobernarán Estados Unidos se pasan por la faja todas las legislaciones del mundo, evaden impuestos, hacen política abierta y ahora se disponen a terminar para siempre con el fact-checking que controlaba la desinformación y las fake news.

Este es el nuevo panorama que viviremos a partir de este 2025, en un contexto de graves conflictos mundiales de influencia donde la potencia americana contiende con China, Rusia y los emergentes de los BRICS, entre ellos India, Brasil y Sudááfrica. 

A todo eso se agregan guerras explosivas religiosas, nacionalistas o de civilización que esconden tras sus sanginarias acciones la lucha milenaria de la humanidad por territorios y rutas estratégicos llenos de minerales, riquezas varias sin fin, agua, mares, océanos, agricultura y ganado, y combustibles diversos aun por extraer. 
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 12 de enero de 2024.

 

LOS CORRESPONSALES DE GUERRA

Por Eduardo García Aguilar

Nunca pensé que viviría muy temprano la experiencia del corresponsal de guerra en uno de los conflictos más sangrientos de los últimos tiempos, en las guerras del El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Desde muy temprano y gracias a que aun siendo estudiante de bachillerato veteranos periodistas me abrieron las puertas del diario de mi ciudad natal, entré en contacto con la emoción de las redacciones, tecleando en máquinas de escribir que resistían como locas desde hacía años al empeño sucesivo de redactores locales, al mismo tiempo que escuchaba los teletipos que vomitaban todo el día miles de cables internacionales de agencias de prensa.

Desde entonces me fascinaron las redacciones de periódicos, revistas y agencias mundiales y simpaticé con aquellas generaciones de periodistas, hombres y mujeres que aprendieron el oficio desde adolescentes en el terreno, cuando aun no existían las poderosas y costosas carreras de periodismo. Todo periodista en América Latina y el mundo se iniciaba en la vida, fogueándose en los conflictos de cada país y aprendía a escribir con pasión para llegar a dominar las palabras, capaces como eran de redactar un diario completo desde el editorial hasta los reportajes, pasando por las notas culturales, económicas, de farándula o la crónica roja. 

La adrenalina los dominaba a todos desde el comienzo a sabiendas de que el reportero debía recorrer la ciudad o el campo en busca de las noticias, husmenando las tragedias y las catástrofes, merodeando en los palacios de justicia, las morgues, las iglesias y los hospitales y las oficinas gubernamentales plagadas de lagartos y oportunistas. 

Uno se quedaban ahí toda la vida, otros pasaban de ciudad en ciudad comenzando cada vez de cero y algunos partían lejos hacia otros países en una aventura que no paraba nunca, como ocurrió con los colombianos José Antonio Osorio Lizarazo y Porfirio Barba-Jacob, el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo y el nicaragüense Rubén Darío, que fueron insaciables trotamundos y desde chicos crecieron en las salas de redacción de México, Bogotá, Caracas, Lima, Santiago, Montevideo o Buenos Aires. Casi todos los poetas y escritores se ganaban la vida ejerciendo ese oficio, pues la literatura, salvo excepciones milagrosas, nunca da para vivir.

Después de estudiar y pasar por varias redacciones, llegué a un periódico creado por magnates para una campaña electoral en México y ahí fatigué como nunca las máquinas de escribir hasta llamar la atención del director, quien en vista de la pasión que aplicaba en escribir casi el diario entero, me propuso recorrer centroamérica por tierra para describir desde ahí aquellas guerras terribles que asolaban la región e informar en ediciones en español, francés e inglés lo que acontecía allí antes y después de la cumbre Norte-Sur de Cancún.

Al llegar a la frontera en la ciudad mexicana de Tapachula, me senté en una piedra y me pregunté que estaba haciendo ahí como corresponsal de guerra, que era en fin de cuentas joven carne de cañón, cuando en Guatemala y Salvador un joven de pelo largo era ya un objetivo militar de los terribles ejércitos. Después de Guatemala llegué a El Salvador y ahí recalé en el Hotel Camino Real, donde estaban asentados rudos corresponsales extranjeros de película. Conocí de lleno a aquellos personajes de diversas nacionalidades, estadounidenses, ingleses, franceses, españoles, argentinos, que caminaban por los pasillos con una botella de whisky en la mano y lucían con ironía una camiseta que decía: "Soy periodista, no dispare".

Después de estar dentro de ese infierno, que incluía una Nicaragua asediada por los contras emergiendo de otra guerra atroz, llegué a Costa Rica y Panamá, países más tranquilos y en paz en ese momento, y desde ahí retorné a México consciente de que había vivido el "bautismo de fuego", con la fortuna de sobrevivir para contarlo. Desde entonces me gustan las historias de los jóvenes corresponsales extranjeros, que como en la gran película El año que vivimos en peligro de Peter Weird (1982), arriesgan la vida en medio de conflictos por amor a la vida, la aventura y la palabra.
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Publicado en La patria. Manizales. Colombia. Domingo 19 de enero de 2024.
* Foto imagen de la película El año que vivimos en peligro de Peter Weird. El camarógrafo (actuado por Linda Hunt, quien fue premiada) y el reportero (Mel Gibson y su amada Sigourner Weaver)