Por
Eduardo García Aguilar
Uno de los
grandes escritores colombianos y latinoamericanos actuales, sin duda merecedor
del Premio Cervantes y otros galardones internacionales si esas instancias
exploraran más allá de autores de best sellers o ligados a esferas de poder y
de intriga, es sin lugar a dudas Fernando Cruz Kronfly (1943), autor de una
vasta obra que incluye nueve novelas, diversos libros de relatos y ensayo, e
incluso poesía.
Cruz Kronfly
pertenece a la generación de autores colombianos que empezaron a publicar muy
jóvenes en los años 60 y fueron eclipsados desde el inicio por la irrupción del
boom latinoamericano y la deflagración atómica de Gabriel García Márquez, y a
la que pertenecen novelistas como Germán Espinosa (1939), Oscar Collazos (1942)
y Rafael Humberto Moreno Durán (1946), para solo mencionar algunos de los ya
fallecidos. Y entre los vivos Albalucía Angel, Fanny Buitrago y Roberto Burgos Cantor,
entre otros.
Antes de que
la narrativa colombiana diera un viraje casi total a la sicaresca, centrada en
la temática del narco y la violencia criminal o hacia la comercialización a ultranza de la mano del
escándalo autobiográfico o el neocostumbrismo escatológico muy preciado por los
lectores locales, esta generación se caracteriza por su amplia cultura, la
práctica del ensayo y el diálogo con otras culturas y la reflexión sobre el
acto de escribir en el contexto de su agitada época, no desde el ángulo de la
fácil demagogia emocional sino del pensamiento riguroso y del cotejo académico
y universitario.
Hijos del
Extremo Occidente, definido así con lucidez por el ensayista francés Alain
Rouquié, Cruz Kronfly y sus compañeros de generación, nacidos casi todos en los
años 40 y que publicaron sus primeros textos en la revista Eco u otras
publicaciones de alto nivel existentes antes de la frivolización de las letras
colombianas, estaban al tanto de todas las corrientes del pensamiento mundial y
ejercían el arte de novelar con una mirada mucho más amplia que la actual, menos
preocupada en satisfacer al lector de novelas McDonald o a los editores
chatarra, que en romper cánones, abrir laberintos y establecer vasos comunicantes.
Cruz Kronfly,
abogado de la Universidad Gran Colombia de Bogotá, ha sido profesor de la
Universidad del Valle en Cali, que le otorgó el dotorado Honoris Causa en
Literatura. Allí en esa ciudad del occidente colombiano, centro de una gran actividad
poética, cinematográfica y dramatúrgica de vanguadia en el siglo XX, ha vivido
el autor entregado a su trabajo académico y de escritura.
De la vasta
obra narrativa de Cruz Kronfly se destacan Falleba, La ceremonia de la soledad,
El embarcadero de los incurables, La ceniza del Libertador y sus dos más
recientes, La vida secreta de los perros infieles y Destierro, entre otros libros
que abordan los avatares del deseo y la soledad, también publicados por la excelente
editorial Sílaba de Medellín. En el campo del ensayo, figuran La tierra que
atardece, Amapolas al vapor y La sombrilla planetaria, a través de los cuales
conocemos su sólido pensamiento sobre nuestra época.
Pero hoy nos
ocuparemos brevemente de La caravana de Gardel, que acaba de ser reeditada en
Colombia por Sílaba y fue llevada al cine este mismo año por el director Carlos
Palau, cineasta de la generación del llamado Caliwood, de Cali, y cuyo principal
exponente de leyenda es el suicida Andrés Caicedo, autor de la mítica novela
Que viva la Música.
La caravana de
Gardel muestra la capacidad juguetona de Cruz Kronfly de salirse de sus propios
senderos. Si en gran parte de su obra muy contemporánea nos introduce a los
aposentos de parejas modernas confrontadas a la neurosis citadina, la asfixia
del cuerpo y a las derivas del deseo, desde ángulos interiores y en ámbitos
intelectuales y reflexivos, fragmentarios, desolados, en La caravana de Gardel
viaja hasta el pasado, introduciéndonos primero al año 1935, cuando murió Carlitos
Gardel en Medellín en un accidente aéreo.
Quince años después
del accidente Cruz Kronfly nos lleva también a la trágica época de la violencia
partidista en Colombia, a través de la voz de un personaje, Arturo Rendón, que
participó en el traslado imaginario o real del cadáver del rey del tango por
los caminos y montañas del occidente colombiano, a pie, a lomo de mulas, por camion
o vía férrea para llegar al puerto de Buenaventura, desde donde el sarcófago viajaría
en barco hasta Buenos Aires.
Rendón vuelve
15 años después a la ruta por donde transcurrió el traslado del cadáver del
tanguero, en busca del tesoro que tal vez extrajo del catafalco gardeliano su
compañero de aventura, el pillo Heriberto Franco. Pero Rendón ya es otro. No queda
nada del humilde arriero. Ahora es un joven tanguero urbano que se ha despojado
de su pasado agrario y viste como Gardel, con traje completo, chaleco, sombrero
Stetson alón, mancuernas, pelo engominado y es un inveterado mujeriego.
El retorno de
Rendón es el pretexto para hacer un viaje por una zona del país marcada por las
masacres de la Violencia, cuando los ultramontanos conservadores liderados por
Laureano Gómez buscaban exterminar a liberales y comunistas y cuando lo
agrario, feudal y ultracatólico trataba de exteminar a machete el pecaminoso
auge de lo liberal, ateo, librepensador y proletario que irumpía en pueblos y
ciudades: o sea la modernidad urbana que transformaba a la vieja colombiam tema
predilecto de Cruz Kronfly.
La novela es
un cuadro de época, minuciosa reconstrucción de un tiempo ido en el que vamos
de la mano de La leona y la gata, dos putas amantes de Rendón que frecuentan
cantinas y hoteles de paso con el joven y adorado tanguero, un duro que busca su
objetivo sin saber o tal vez sabiendo su fatal destino.
La caravana de
Gardel es solo una de sus nueve novelas, terrible y llena de humor, pero es una
ventana a la obra de este gran autor colombiano que ojalá los lectores
latinamericanos y españoles descubran pronto, porque es el más importante novelista
colombiano de su generación y de los más destacados de América Laina, al lado
de Ricardo Piglia y César Aira y por eso ya es hora de leerlo y escucharlo
porque está entre nosotros más lúcido que nunca.
-----
* Publicado en la sección Expresiones de Excélsior, México. D. F., el domingo 4 de octubre de 2015.
.