Por Eduardo García Aguilar
Después de dos siglos, el manuscrito de Los 120 días de Sodoma, terrible obra del marqués de Sade, es objeto de un litigio judicial entre Suiza y Francia y podría ser adquirido por cuatro o cinco millones de euros por la Biblioteca Nacional de Fracia (BNF), con la ayuda de algún secreto mecenas, revela una reciente investigación del diario Le Monde.
Hace unos años la BNF adquirió el manuscrito de la Historia de mi vida de Giacomo Casanova, en torno al cual realizó una espléndida exposición en su moderna sede del sur de París, en la que se desplegó el enorme manuscrito en medio de escenografías sobre la vida y la época del libertino veneciano.
Como muestra del cambio del espíritu de las épocas, ahora los más perseguidos y prohibidos autores de otros tiempos se están convirtiendo en clásicos que concitan la admiración de críticos y expertos, maravillados por la prosa de estos hombres que vivieron huyendo de la justicia, o como en el caso de Sade, pasaron la mayor parte de su existencia en prisiones.
Casanova, que fue un gran vividor, estafador, donjuan, jugador, mentiroso, mitómano, perverso, aventurero, recorrió toda Europa cometiendo sus fechorías sexuales y económicas y al final de su vida terminó en un castillo lejano de Bohemia como humilde bibliotecario de un príncipe, convertido en un amargado y reumático cascarrabias que rumiaba con tristeza su fracaso.
Pero en sus últimos años fue invitado a contar su vida, lo que hizo en un manuscrito de miles de páginas, donde con letra diminuta y preciosa relató unas aventuras que se convirtieron en el fresco de la Europa del Siglo de las Luces.
El manuscrito de Casanova pasó de mano en mano de coleccionistas a lo largo de los siglos y al final recaló en la gran biblioteca francesa, que lo adquirió en 2010 por más de 7 millones de euros, suministrados por un mecenas anónimo.
Guardado en cajas de cuero elaboradas para el efecto, estos ojos admirados pudieron ver y recorrer el manuscrito y disfrutar de la excelente caligrafía de quien se considera uno de los grandes prosistas de la lengua francesa, al lado de Saint Simon, Voltaire, Chateaubriand y Proust.
Ahora el director de la BNF, Bruno Racine, quien desde hace seis años se ha aplicado a obtener para el Estado francés manuscritos de autores del pasado y el presente, encabeza la estrategia para hacerse del sulfuroso manuscrito de Sade, donde cuenta las peripecias sexuales de cuatro viejos que abusan y obtienen todos los favores posibles de 42 jóvenes de ambos sexos, encerrados en pleno invierno en un castillo del Bosque Negro, en la frontera franco-alemana.
Sade pasó la mayor parte de su vida en las cárceles de Vincennes y Bastille, donde purgaba penas por el supuesto abuso de jovencitas, aunque otros consideran que también se trató de razones políticas y personales, dado el conflictivo carácter del pervertido noble, en los agitados tiempos de la decadencia y fin del Antiguo Régimen aristocrático.
Se encontraba pues el personaje en la cárcel de la Bastilla cuando ocurrieron los acontecimientos de su toma y, según se cuenta, desde las ventanas de alguna celda Sade arengaba a la turbamulta que luego incendió el lugar, convertido en el emblema de la Revolución Francesa.
Sade escondía el rollo del manuscrito de 12 metros, redactado con preciosa caligrafia en octubre de 1785, entre unas piedras, para que no le fuera decomisado por las autoridades, pero en medio del ajetreo de la toma de la Bastille en julio de 1789 fue trasladado casi desnudo a otra cárcel, mientras su objetos personales y la obra quedaron en la celda.
El inspirador del sadismo murió en 1814 convencido de que había perdido el manuscrito de la que consideraba su mejor y más preciosa de sus obras, pero la verdad fue otra : un tal Arnoux de Saint-Maximin lo rescató y lo vendió posteriormente al marques de Villeneuve-Trans, cuya familia lo poseyó durante tres generaciones, cuentan los investigadores del diario Le Monde.
En 1900 el manuscrito fue comprado por el psiquiatra inventor de la sexología, el alemán Ian Bloch, quien lo editó muy mal en 1904. En 1929 lo compró el vizconde Charles de Noailles, cuyos herederos lo conservaron hasta que fue robado a una de sus descendientes en 1982 y comprado después, al parecer de buena fe, por el coleccionista suizo Gerard Nordmann.
Desde hace años el heredero de la familia Noailles, Carlo Perrone, reclama el manuscrito, que puede circular en Suiza, pero sería decomisado en Francia en caso de que llegase a pasar la frontera. Sin embargo, esta larga historia puede estar llegando a su fin, ya que de ser comprado por la BNF, ya solo restaría definir las cantidades que corresponderían a cada una de las partes en litigio.
Desde el fondo de su tumba el marqués de Sade ignora que su manuscrito se salvó de las llamas de la Bastilla, cruzó los siglos intacto y que pronto obtendrá los honores oficiales y tal vez una exposición que atraerá al público, como ocurrió con las colecciones eróticas secretas de la BNF, expuestas bajo el título de El Infierno, y la de Casanova, que fue todo un éxito en 2011.
El marqués de Sade fue un gran narrador y prosista de genio y su extensa obra es considerada un fresco social de la vida revolucionada de su tiempo, una cruel comedia humana que está a punto de obtener por fin la consagración oficial de una patria nativa que lo miró de reojo durante siglos.