viernes, 27 de noviembre de 2020

EDGAR MORIN Y LOS RETOS DEL SIGLO


Por Eduardo García Aguilar
 

Este fin de semana el diario francés Le Monde publica una extensa entrevista de Nicolas Truong con el filósofo Edgar Morin, quien a unos meses de cumplir cien años de edad en julio próximo sigue tan lúcido y ágil como siempre, tratando de comprender los problemas de nuestro tiempo y en especial los de este año excepcional marcado por la pandemia y una crisis mundial generalizada que alberga incertidumbres y peligros. 

"Estamos efectivamente en una crisis planetaria gigante, a la vez biológica, económica, civilizacional y antropológica, que afecta a todas las naciones y a toda la humanidad", afirma Morin, quien advierte sobre la posibilidad de que se desencadenen "guerras de nuevo tipo" en el marco de una "regresión" caracterizada por "sistemas posdemocráticos con múltiples medios de control de los individuos". 

Morin habla con la solidez que le da la experiencia de haber experimentado muy joven las angustias de los años 30 y 40 del siglo pasado, cuando el mundo entró en una espiral caótica de nacionalismos, xenofobia, fanatismo, intolerancia, que nutrieron a los leviatanes de los totalitarismos de izquierda y derecha vislumbrados por el gran George Orwell en su obra 1984 y otros autores de ese tiempo.

Como todos los de su generación, Morin se vio involucrado en los movimientos políticos de la época y experimentó como muchos crisis existenciales y de pensamiento, ilusiones y desilusiones, momentos de militancia durante la ocupación alemana y también episodios de liberación e insurrección personal, pero siempre estuvo alerta a la crítica y a la autocrítica, elementos básicos de su vasta obra metodológica y pedagógica.  

"Desde hace décadas yo trato de resistir a dos barbaries aparentemente opuestas: la barbarie que viene del fondo de los tiempos históricos, la del odio, la dominación y el desprecio y la barbarie fría y helada de nuestra civilización, la de la hegemonía del beneficio desenfrenado y el cálculo", añade en esta charla donde se refiere a la coyuntura actual en Estados Unidos, el auge del fanatismo religioso yihadista y el surgimiento en los países democráticos de hombres providenciales que se benefician en estos tiempos de ríos revueltos, frustración económica, velocidad informativa en las redes sociales y auge de las postverdades.

La lucidez de Morin es admirable y da gusto saber que los 99 años, desde su nueva casa en la soleada de Montpellier, cerca del Mediterráneo, sigue brindándonos con su elocuencia elementos para tratar de entender es
tos tiempos confusos donde algunos filósofos, analistas y opinadores de todo pelambre generan con su histeria maniquea aun más tensiones en sociedades divididas y encarnizadas entre posiciones emocionales que no admiten matices ni exposición serena de las ideas.
 
Cuando lo visité en su casa de Normandía en agosto de 2007 tuve la alegría de constatar su admirable lucidez. Recorrimos el pueblo donde tenía entonces su casa de campo. Fue por mí y me llevó de regreso a la estación en su pequeño vehículo. Me contó su relación con André Breton y los surrealistas, sus tentaciones poéticas, y hablamos largo de sus tiempos de California, cuando fue testigo de aquellos magníficos cambios culturales de postguerra que auguraban el advenimiento de tiempos más prósperos, tolerantes y modernos.
 
También hubo tiempo para abordar con Morin en el amplio salón y biblioteca de esa casa, al calor de unos tequilas, los asuntos latinoamericananos, ya que conoce muy bien la región y la ha visitado muchas veces. Se refirió a ese choque brutal entre dos mundos que significó la conquista y la colonia española, temas que lo fascinan y lo llevan a reflexionar sobre el significado de aquellas grandes civilizaciones prehispánicas desaparecidas y los retos políticos y sociales de ese gran continente en permanente ebullición.
 
No hay duda alguna de que quienes dedican la vida al arte y el pensamiento, a las letras y a la reflexión permanente, parecen nutridos e impulsados por una energía increíble que los convierte en jóvenes permanentes y los lleva muchas veces a la longevidad, como ocurre con tantos artistas plásticos, filósofos, poetas. Aquella charla en su casa la menciona en su Diario (1992-2010), publicado en dos volúmenes, donde me califica de "escritor mexicano", lo que es cierto, pues soy también mexicano de corazón, pero también manizaleño, parisino y sobre todo terrícola, de la bella galaxia Vía Láctea.
 
Ahora me entusiasma leer esta larga charla con motivo de la aparición de su último libro, Cambiemos de vida. Las lecciones del coronavirus, donde trata de pensar lo que vendrá después de este extraño año 2020. Leer a Morin, al borde de convertirse en centenario, es un estímulo para seguir pensando con entusiasmo y optimismo sobre los arcanos de la vida individual y la aventura de la humanidad que seguirá poblando este planeta. 

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 22 de noviembre de 2020