Fue
gran sorpresa cuando el 13 de marzo de 2013 un prelado francés anunció
en latín el nombre del nuevo Papa y se identificó el apellido del
cardenal argentino Bergoglio, quien ya en el anterior cónclave había
sido finalsta ante Benedicto XVI. Poco después, desde una ventana en las
alturas de Vaicano, en medio de una escenografía romana e imperial,
apareció todo vestido de blanco el robusto jesuita, hombre lleno de vida
que marcó historia en su natal Argentina.
Me
encontraba en la redacción de la agencia internacional donde trabajo y
ante la sorpresa fui a abrazar y a felicitar al colega argentino que me
acompañaba aquella noche y que para variar es de origen judío y poco
creyente. Pero la verdad, como cuando los fanáticos celebrababan al gran
futbolista mítico Diego Maradona, daba placer ser testigo de una
noticia inédita por todos los lados.
Por
primera vez un latinoamericano accedía al trono de San Pedro y además
uno que aparecía entre los progresistas de la Iglesia, diferente a sus
antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, que de eso tenían poco y más
de todo lo contrario. El polaco Wojtila criticaba con duras palabras a
los sacerdotes y obispos latinoamericanos que tuvieron simpatías por la
Teología de la Liberación o Golconda y abogaban por una Iglesia que
defendiera a los pobres.
Es
inolvidable aquella escena cuando Juan Pablo II regañó como a un niño
al cura Ernesto Cardenal, quien era ministro de la revolución
nicaragüense y desde antes, en su refugio de Solentiname, abogaba por
las luchas latinoamericanas en contra del imperio del norte. El regaño
era además al poeta de los Salmos, al cura comprometido que estudió en
Medellín, y era otro de los que acogieron las ideas revolucionarias del
padre Camilo Torres. Cardenal, que llevaba barba, boina y se vestía todo
de blanco, recibió arrodillado con paciencia el regaño del impetuoso y
atlético esquiador polaco.
Benedicto
XVI era de otro estilo mucho más conservador. Se trataba de un viejo
intelectual y teólogo exquisto, antiguo burócrata del Vaticano, amante
del arte, la música clásica y pianista, apegado a los rituales
milenarios de la Igelsia e incluso a la elegante vestimenta tradicional,
las capas, las medias de fina seda y los zapatos impecables rojos de
charol. Benedicto visitó varias veces Colombia y solía permanecer en el
convento de El Rosal, en la sabana de Bogotá, donde lo recuerdan cuando
tocaba piano o hacía disertaciones filosóficas.
Desde
el principio, al escoger como nombre el de Francisco, el santo de Asís,
el poverello, el nuevo pontífice mostró con claridad la línea de un
pontificado inclinado hacia los más pobres y abierto a los países del
Tercer Mundo, muchos de los cuales visitó en agotadores viajes por
Indonesia, Africa, Asia Central, Medio Oriente o Colombia, donde se
recuerda su entusiasmo y sus visitas a pobres en Cartagena de Indias,
donde se hizo un chichón al chocar contra una piedra el Papamóvil.
Hombre
práctico, de alto nivel intelectual y estratega político, Francisco ha
sido sin lugar a dudas un papa revolucionario que plantea cambios
polémicos entre los más conservadores, como la apertura hacia los fieles
católicos homosexuales, el empoderamiento de las mujeres, el compromiso
ecológico, entre otros muchos temas. Además se destaca su bonhomía,
simpatía e infatigable trabajo y su negativa a aposentarse en los
palacios o gozar del lujo, visitar la residencia de verano de Castel
Gandolfo y optar por residir en la Residencia de Santa Marta, donde
desayuna y almuerza con las monjas o los trabajadores de limpieza.
Internado
en el Hospital Gemelli, Francisco no está "aun fuera de peligro", dicen
sus médicos, pero bromea y con su energía carcaterística desea salir de
nuevo para continuar con las tareas del pontificado. Sin duda es un
papa admirable de la estirpe de aquellos que como Juan XXIII estuvieron
más del lado de los pobres que de los poderosos y por eso es admirado
por los no creyentes o los no católicos, extendiendo su influencia a
otras religiones, con cuyos líderes se ha reunido varias veces.
Por
eso me considero afortunado de haber visto por primera vez al papa
latinoamericano en la Plaza de San Pedro en noviembre de 2023 cuando
hablaba desde las alturas del Vaticano en un Ángelus dominical, abogando
por las causas de los marginados.
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Publicado en La Patria. Maniales. Colombia. Domingo 23 de febrero de 2024.
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