sábado, 22 de febrero de 2025

LA ENERGÍA DEL PAPA FRANCISCO

Por Eduardo García Aguilar

Fue gran sorpresa cuando el 13 de marzo de 2013 un prelado francés anunció en latín el nombre del nuevo Papa y se identificó el apellido del cardenal argentino Bergoglio, quien ya en el anterior cónclave había sido finalsta ante Benedicto XVI. Poco después, desde una ventana en las alturas de Vaicano, en medio de una escenografía romana e imperial, apareció todo vestido de blanco el robusto jesuita, hombre lleno de vida que marcó historia en su natal Argentina.

Me encontraba en la redacción de la agencia internacional donde trabajo y ante la sorpresa fui a abrazar y a felicitar al colega argentino que me acompañaba aquella noche y que para variar es de origen judío y poco creyente. Pero la verdad, como cuando los fanáticos celebrababan al gran futbolista mítico Diego Maradona, daba placer ser testigo de una noticia inédita por todos los lados.

Por primera vez un latinoamericano accedía al trono de San Pedro y además uno que aparecía entre los progresistas de la Iglesia, diferente a sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, que de eso tenían poco y más de todo lo contrario. El polaco Wojtila criticaba con duras palabras a los sacerdotes y obispos latinoamericanos que tuvieron simpatías por la Teología de la Liberación o Golconda y abogaban por una Iglesia que defendiera a los pobres.

Es inolvidable aquella escena cuando Juan Pablo II regañó como a un niño al cura Ernesto Cardenal, quien era ministro de la revolución nicaragüense y desde antes, en su refugio de Solentiname, abogaba por las luchas latinoamericanas en contra del imperio del norte. El regaño era además al poeta de los Salmos, al cura comprometido que estudió en Medellín, y era otro de los que acogieron las ideas revolucionarias del padre Camilo Torres. Cardenal, que llevaba barba, boina y se vestía todo de blanco, recibió arrodillado con paciencia el regaño del impetuoso y atlético esquiador polaco.

Benedicto XVI era de otro estilo mucho más conservador. Se trataba de un viejo intelectual y teólogo exquisto, antiguo burócrata del Vaticano, amante del arte, la música clásica y pianista, apegado a los rituales milenarios de la Igelsia e incluso a la elegante vestimenta tradicional, las capas, las medias de fina seda y los zapatos impecables rojos de charol. Benedicto visitó varias veces Colombia y solía permanecer en el convento de El Rosal, en la sabana de Bogotá, donde lo recuerdan cuando tocaba piano o hacía disertaciones filosóficas.

Desde el principio, al escoger como nombre el de Francisco, el santo de Asís, el poverello, el nuevo pontífice mostró con claridad la línea de un pontificado inclinado hacia los más pobres y abierto a los países del Tercer Mundo, muchos de los cuales visitó en agotadores viajes por Indonesia, Africa, Asia Central, Medio Oriente o Colombia, donde se recuerda su entusiasmo y sus visitas a pobres en Cartagena de Indias, donde se hizo un chichón al chocar contra una piedra el Papamóvil.

Hombre práctico, de alto nivel intelectual y estratega político, Francisco ha sido sin lugar a dudas un papa revolucionario que plantea cambios polémicos entre los más conservadores, como la apertura hacia los fieles católicos homosexuales, el empoderamiento de las mujeres, el compromiso ecológico, entre otros muchos temas. Además se destaca su bonhomía, simpatía e infatigable trabajo y su negativa a aposentarse en los palacios o gozar del lujo, visitar la residencia de verano de Castel Gandolfo y optar por residir en la Residencia de Santa Marta, donde desayuna y almuerza con las monjas o los trabajadores de limpieza.

Internado en el Hospital Gemelli, Francisco no está "aun fuera de peligro", dicen sus médicos, pero bromea y con su energía carcaterística desea salir de nuevo para continuar con las tareas del pontificado. Sin duda es un papa admirable de la estirpe de aquellos que como Juan XXIII estuvieron más del lado de los pobres que de los poderosos y por eso es admirado por los no creyentes o los no católicos, extendiendo su influencia a otras religiones, con cuyos líderes se ha reunido varias veces. 

Por eso me considero afortunado de haber visto por primera vez al papa latinoamericano en la Plaza de San Pedro en noviembre de 2023 cuando hablaba desde las alturas del Vaticano en un Ángelus dominical, abogando por las causas de los marginados.
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Publicado en La Patria. Maniales. Colombia. Domingo 23 de febrero de 2024.

   



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