sábado, 15 de febrero de 2025

RECUERDO INFANTIL CON GUSTAVO ROBLEDO ISAZA

Por Eduardo García Aguilar

Siendo un niño tal vez de de unos 9 o 10 años, presencié una conversación muy animada entre el entonces alcalde Gustavo Robledo Isaza y mi padre, que versaba sobre proyectos en el sector a donde nos habíamos trasladado por la Avenida Santander y la calle 54, después de vivir en la esquina del parque Caldas, en la carrera 23 con calle 29, donde vi pasar a la Miss Universo Luz Marina Zuluaga cuando llegaba después de su triunfo mundial. 

La apoteosis triunfal de la Miss Universo es un recuerdo imborrable y casi novelesco de la más primera infacia, porque debía estar cerca de cumplir los cinco años y desde esa ventana, en esa  esquina del Parque Caldas, vi pasar la caravana gigantesca de vehículos y gente que celebraba con algarabía a la bella, que de virreina nacional había ascendido al rango de beldad mundial, lo que hizo cimbrar la historia popular de la ciudad.

En ese mismo parque Caldas, décadas antes, la gran poeta Maruja Vieira fue testigo también niña de uno de los incendios que devastaron la ciudad y  recuerda a su padre y al tío acudiendo a ayudar a apagar las llamas que devoraban un sector más central. En un texto suyo palpita el imborrable olor que deja el fuego devorador.

De ahí del Parque Caldas nos pasamos poco después a una casa donde vivimos unos años antes de retornar al centro, situada  a la altura de la calle 54 y la Avenida Santander, y frente a esa casa de esquina, al final de una calle empinada, presencié esa conversación entre mi padre y Robledo Isaza, quien llevaba su tradicional corte de pelo y no lucia traje y corbata. Estaban ellos dos solos de pie frente al paisaje hablando aquella tarde y yo fui el testigo.

Es un recuerdo extraño y nítido el que tengo en la memoria y donde puedo percibir a ese ingeniero haciendo planes gigantescos y locos con el sector, moviendo las manos y anunciando que las máquinas abrirían nuevas rutas, tajarían precipicios, modernizarían la futura urbe, como en efecto ocurrió

No sé si esos planes se hicieron como él los pensaba, pero ese recuerdo me comunica con una figura cívica que es trascendental en la historia de la cuidad en el siglo XX, pues estuvo en la construcción de sitios como la Plaza de Toros, varias avenidas, entre ellas la de Chipre, y carreteras tan importantes como la que lleva al Nevado o la vía hacia Bogotá por Mesones. Sin olvidar el aeropuerto de Satágueda y el proyecto de Aerocafé.

Nunca lo volví a ver en la vida, pero con el tiempo tuve la alegría de conocer a una de sus hijas mayores, Liliana, educadora notable y llena de luz, y a dos de sus nietos, que son hijos de mi gran amigo de toda la vida, Carlos Augusto Gonzalez, genio de la ciencias.  

Sabía que el patriarca vivía en una finca por Palestina y cada año le celebraban sus cumpleaños como a uno de esos robles de la mítica cultura antioqueño-caldense, descendientes de colonizadores que durante siglos en la cordillera mostraron las proezas de su genética enfrentando las más altas y difíciles cumbres y los climas más variados, en medio de una selva templada plena de bellezas y de riesgos, junto a volcanes y vertientes, tal y como figuran en el Cancionero de Antioquia de Antonio José Restrepo y en Viaje a Pie de Fernando González.

Cada año que pasaba celebraba con alegría desde lejos la longevidad del patriarca, asombrándome de que fue centenario y logró vivir casi cuatro años más, lo que muestra la entereza de los grandes creadores e inventores, cuyo entusiasmo vital les da fuerza para desafiar las implacables leyes de la naturaleza. 

Qué bueno que nuestra ciudad Manizales tuvo en Gustavo Robledo Isaza y Maruja Vieira a dos centenarios que lograron vivir en las primeras cuestas del siglo XXI para vislumbrar otra era plena de cambios vertiginosos. Ellos fueron figuras bíblicas y homéricas que nos recuerdan los mitos de la longevidad, pilares de la tribu y motivo de optimismo para la ciudad natal y Colombia, que rebosa de talentos nuevos y enfrenta retos sin fin. 

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia.  Domingo 16 de febrero de 2025.



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