domingo, 9 de noviembre de 2008

EL EJEMPLO DE OBAMA PARA COLOMBIA


Por Eduardo Garcia Aguilar

El triunfo histórico de Barack Obama en Estados Unidos y el fin de la pesadilla neoliberal y bélica del cow boy George W. Bush, debería traer consecuencias a largo plazo para Colombia, país que vive desde hace siglos bajo el dominio de una férrea oligarquía bogotana aliada a los gamonales regionales y a la delincuencia narcoparamilitar o de cuello blanco que le es útil y luego desecha.

Al llegar a la presidencia norteamericana, cerrando el ciclo iniciado por los luchadores sociales negros que se enfrentaron a los esclavistas del sur y al realizar el sueño de los asesinados Martin Luther King y Malcom X, Obama logra un efecto simbólico que puede traer consecuencias salutarias en el mundo. Antes, el gran líder negro sudafricano y Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela logró con paciencia desde la cárcel encabezar una revolución imposible contra el Apartheid de los colonizadores blancos, convirtiéndose en líder moral de las causas humanistas mundiales.

Poco a poco en América Latina, desde el margen, aparecieron líderes populares en países donde las oligarquías dominaron a lo largo del siglo. En Brasil el obrero Lula da Silva llegó al poder y fue reelegido en comicios intachables, en Venezuela el polémico mulato Hugo Chávez fue elegido democráticamente, en Bolivia el indio Evo Morales logró el poder en elecciones limpias y en Ecuador Rafael Correa se impuso con las armas del voto. Estos ejemplos se agregan a la alternacia aplicada en el resto de países latinoamericanos. México vivió una revolución a comienzos del siglo XX que dio apertura a los campesinos e indígenas, hasta entonces dominados por una feroz casta aristocrática que llegó a su clímax con los « científicos » de Porfirio Díaz.

El Partido Revolucionario Institucional logró durante medio siglo en México, con su lema « Sufragio efectivo, no reelección », airear las élites de poder y ofrecer movilidad social. Las legislaciones agrarias e indígenas contra el latifundo y por el ejido y otras formas de propiedad comunal, lograron relativa estabilidad en el campo. El lema « Sufragio efectivo, no reelección », así como la aplicación de leyes contra el latifundio y por la propiedad comunal serían útiles en Colombia para airear las élites de poder, garantizar la alternacia y traer cierta concordia en el campo. En eso llevamos siglos de atraso y tal vez la marcha indígena actual hacia Bogotá es un primer paso histórico de corte obamiano.

En Centroamérica los regímenes más duros llegaron a su fin y después de los acuerdos de paz con las guerrillas, países como Guatemala, El Salvador y Nicaragua buscan con dificultad la estabilización de sus democracias, mientras luchadores tan importantes como los premios Nobel de la Paz Rigoberta Menchú y Oscar Arias alzan la bandera de la tolerancia.

Sólo en Colombia el movimiento de la historia que en toda América llevó al cambio y a la alternacia, se ha mantenido congelado con la represión de las oposiciones por parte de una oligarquía bogotana que domina todas las esferas del poder: ejecutivo, legislativo, prensa escrita, televisón, radio, economía, diplomacia, banca, empresa, dejando al resto de colombianos sólo la tarea de ser sirvientes o forajidos. Cuando alguien se opone a los designios de la oligarquía se le califica de resentido, subversivo, lobo, mamerto, negro, indio, guerillero, terrorista y en casos extremos se le asesina, como ocurrió con Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán y miles de sindicalistas, campesinos o líderes populares que reposan, anónimos, en las fosas comunes.

Actualmente el lenguaje de la Casa de Nariño es el de la violencia y la intolerancia y la descalificacion implacable de todos los críticos y opositores nacionales y extranjeros. En vez del análisis serio de los problemas nacionales y de la coyuntura internacional, se usan dos o tres adjetivos reiterativos con los que se quiere resumir la historia y la actualidad sociopolitica del país. El gobierno actual actúa como los avestruces que esconden su cabeza en la arena para no ver la realidad circundante y enfrentarla con inteligencia y ponderación. Todavía no ha visto lo que pasó en Estados Unidos. Colombia se convirtió así en el avestruz del continente.

Y ocurre algo que nunca pensamos ocurriría en un país donde hasta los viejos oligarcas respetaban las reglas de la no reelección y no cambiaban la Constitución a su antojo como si fuera un trapo de cocina. Ahora un hombre quiere perpeturse en el poder cerrando el paso incluso a los delfines de la propia oligarquia que lo apoya y hacen ya fila con sus apellidos bogotanos para llegar al llamado solio de Bolívar. Algunos analistas dicen que hablar de oligarguia en Colombia es anacrónico: pero bastaría una somera revisión de las esferas de poder actuales para darnos cuenta que sólo algunas familias dominan todas las instancias del poder político, ejecutivo y mediático y que los nombres barajados en las élites como posibles candidatos presidenciales son casi todos nietos de expresidentes.

Desde la Zona Rosa de Bogotá esas élites no ven a la otra Colombia y si la ven es sólo para bombardearla o llevarla a las fosas comunes. El parte de victoria es el número de abatidos como ratas, pero nada más : nunca se preguntan por qué miles de siervos y peones se van a los montes y ni siquiera quieren escucharlos como en su tiempo no escuchaban a los negros en Estados Unidos y a los indios en México, Bolivia y Guatemala. Ojalá que la oligarquía nuestra aprenda la lección de Obama y que aires de verdadero cambio democrático reinen por fin en una Colombia sin Apartheid.

1 comentario:

paulo cesar dijo...

soy italiano casado com una colombiana y vivemos en europa pero tencionamos para pronto cambiarmos la residencia definitiva para colombia, y me preocupa como esta las cosas y miro yo que tiene que haver algunos cambios principalmiente fuera de bogota que esta como que uno poquito olvidado por los dirigentes, espero que esto se cambie luego.