Por Eduardo García Aguilar
Suicidada hace casi 85
años de un tiro en el corazón en la catedral de Notre Dame de París, un
11 de febrero de 1931, la escritora mexicana Antonieta Rivas Mercado es
considerada todavía como un mito de varias facetas, alimentado por
filmes, obras de teatro y publicaciones. Al lado de otras mexicanas
famosas como Frida Kahlo -esposa del pintor Diego Rivera-, o las
actrices Dolores del Río, María Félix y Pina Pellicer, Antonieta hace
parte de un "santoral" feminista inagotable que siempre renace en las
páginas de los diarios y revistas.
Nacida en 1900 en la
familia de un arquitecto ligado a la familia de Porfirio Díaz,
constructor del famoso Ángel de la Independencia de la Avenida Reforma y
otros grandes monumentos, Antonieta creció rodeada de escultores,
pintores, músicos y viajó desde temprano a Europa. Pero su drama fue la
contradicción entre su tendencia artística y libertina, su inquietud
intelectual, y la educación formal de la época, por lo que algunos la
consideraron una excéntrica que rompió con las tradiciones.
Enamorada de un pintor homosexual, amante del famoso escritor y
político José Vasconcelos, a quien acompañó en su frustrada campaña
presidencial en los años 1928-1929, casada a los 18 años con el
ingeniero norteamericano Albert Blair, Antonieta se enfrentó a una
demanda por abandono de hogar y perdió la tutela de su hijo, quien más
tarde, avergonzado, renunció al apellido de su madre. En 1927, luego de
la muerte de su rico padre Antonio, y tras lustros de violencia
revolucionaria, recibió una gran herencia y se volvió mecenas de los
artistas de la época, encabezados por los Contemporáneos, grupo de
escritores mexicanos que daban la espalda al convulsionado mundo de su
época, vistiendo con elegancia -flor en el ojal- y mirando hacia el
moderno viejo mundo. Promotores del arte mundial, europeo, cosmopolita,
buscaban romper con el nacionalismo artístico en boga en México tras la
Revolución. Los poetas Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta y
José Gorostiza, entre otros, conformaron con ella un movimiento de
apoyo a las Bellas Artes.
Rivas creó el Teatro Ulises y
la Editorial del mismo nombre, promocionó patronatos para orquestas de
música clásica, publicó obras de poetas jóvenes y participó activamente
en el movimiento del candidato presidencial independiente José
Vaconcelos, de quien se enamoró de inmediato. "Morena, bien hecha y
elástica, ejemplar de fina raza nativa, su fuerza, sin embargo, estaba
en el espíritu", dijo de ella el rocambolesco ministro Vasconcelos,
autor de Ulises Criollo y otros libros de memorias que le dieron fama
como un gran prosista latinoamericanpo del siglo.
Vasconcelos fue otro gran derrotado, al no encontrar apoyo para sus
planes de hacer de México un país moderno y democrático, y murió viejo y
amargado frente a la clase política mexicana. Brillante, mujeriego,
excelente escritor y orador, ambicioso y culto, Vasconcelos hizo una
gira por América Latina tras su derrota, a principios de los años 1930, y
fue recibido como un célebre prohombre continental en ciudades como
Bogotá, Barranquilla, Manizales y Lima, que saludaban su utópica defensa
de un "hombre cósmico".
La historia de amor entre ambos se
convirtió en leyenda, no solo por la notoriedad de ambos sino por el
retorno de Antonieta en 1930 a México para "secuestrar" a su hijo de las
manos de su ex esposo y volver a París, via Nueva Orleans, para
encontrarse con Vasconcelos. Allí, presa de angustias y culpas, se
dispara en el corazón, frente a los altares de Notre Dame de París, para
sellar con broche de oro su futura leyenda. El español Carlos Saura
realizó en 1981 la película Antonieta, donde la heroína trágica fue
representada por la francesa Isabelle Adjani.
"México fue
teatro de mi gran derrota y de mi gran victoria (...) Tomo la vida, ya
no dejaré que me tome ella", escribió antes de morir a los 30 años.
Rivas fue traductora de André Gide, amiga de García Lorca, y actriz,
junto con sus amigos los Contemporáneos, en obras de Bernard Shaw, Jean
Cocteau y Eugene O' Neill, en un mundo donde este tipo de actividades
los hacía sospechosos de "exquisitos" y de dar la espalda al pueblo y a
los indígenas.
El escritor argentino Luis Mario Schneider
publicó sus obras completas en 1987, entre las que destacan La campaña
de Vasconcelos, Cartas a Manuel Rodríguez Lozano, 87 cartas de amor y
otros papeles, Diario, la mujer mexicana, Ideales de mujeres, entre
otros textos. Como Frida Kahlo, cuyas fotografías, cuadros y biografías
se venden al por mayor, y cuya historia trágica llamó la atención de la
cantante estadounidense Madonna para una película, Antonieta es sin duda
otra de esas "santas" mexicanas que todos adoran.
En 2008 se realizó en el palacio de Bellas Artes una exposición
iconográfica sobre su vida que provocó cierta polémica en torno a sus
verdaderos méritos y al papel del mito en la historia cultural mexicana.
La biógrafa de la heroína, la francesa Fabienne Bradu, dijo al respecto
en un artículo publicado en Letras Libres que "en calidad de biógrafa
de Antonieta Rivas Mercado, he podido comprobar que el mito es más
fuerte que la verdad de una vida. A lo largo de los años, he visto cómo
poco a poco Antonieta se incrustaba en el imaginario de México a
fuerza de admiración, que a ratos hasta roza el fanatismo, y de honda
compasión. Despierta una extraña solidaridad femenina como si su
suicidio trasuntara las frustraciones y los desencantos de muchas otras
mujeres de todos los tiempos". Un suicidio espectacular en pleno templo
mítico: su leyenda viajará para siempre en la nave de la catedral, al
lado de Esmeralda y el Jorobado de Notre Dame de París.
sábado, 28 de marzo de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario