lunes, 30 de enero de 2017

HUMILLACIÓN DE MÉXICO

Por Eduardo García Aguilar.
Donald Trump, que gobierna con insultos y bravuconadas a través de Twitter, logró unir a los mexicanos de todas las tendencias políticas con una absurda humillación innecesaria, lo que nadie había podido conseguir en mucho tiempo. Portavoces de revistas tan opuestas como Letras Libres, heredera de Octavio Paz, y Proceso, bastión de la izquierda, han protestado al unísono por primera vez contra los insultos y humillaciones antimexicanos del King Kong blanco que se tiñe la melena y el copete de rubio platinado.
Desde la vieja casta actual del PRI, dominada por los herederos millonarios del legendario grupo Atlacomulco, hasta los disidentes del destartalado Partido de la Revolución Democrática, fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, o el nuevo movimiento Morena del candidato Andrés Manuel López Obrador, pasando por la derecha del PAN y sus polémicos expresidentes Fox y Calderón, todos han saltado unidos ante la amenaza y despertado de repente de un letargo de rencillas, odios y divisiones que condujo a México a perder su influencia geopolítica regional y mundial, cuando es una potencia media rica, grande y con una fabulosa historia milenaria.
Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, pobres y ricos, heridos todos por las inauditas diatribas racistas del gringo viejo, descubrieron de repente el peligro en que se encuentra de repente su país, cuando pensaban hasta hace poco que eran los principales aliados seguros del imperio y los más obsecuentes y sumisos amigos. En las redes sociales era impresionante constatar esa coincidencia hermanada de figuras intelectuales, académicas, culturales, políticas, gremiales que hasta ayer se detestaban y se denigraban sin pausa.
Y no es para menos. Durante la campaña electoral Trump logró subir en las encuestas acusando a los mexicanos de violadores, ladrones y sucios y prometiendo construir un enorme muro para instalar un cordón sanitario con el despreciable vecino, que según él quita empleos a los gringos blancos y se aprovecha de la bondad yanqui. Al principio el débil presidente Enrique Peña Nieto y los suyos creyeron que eran solo bravuconadas de campaña y lo siguieron tratando con guantes de seda. Parecían inocentes corderos lamiendo las patas del lobo. Incluso el gobierno invitó al candidato Trump a venir al Palacio de los Pinos, en un error histórico que la población mexicana repudió de manera unánime haciendo caer al artífice de la maniobra, el ministro Luis Videgaray. El desagradecido y patán invitado humilló de nuevo ese mismo día a México, al amenazar con hacerle pagar los 50.000 millones de dólares del costo de la absurda y faraónica obra. Para congraciarse con Trump, Peña Nieto sacó del ostracismo al defenestrado Videgaray y lo nombró canciller por sugerencia del candidato, convirtiéndose en el primer canciller mexicano nombrado a dedo por el futuro presidente de Estados Unidos.
En la primera semana de poder del victorioso magnate, el gobierno mexicano seguía inerme, actuando como inocente cordero. Envió al canciller Luis Videgaray y a su comitiva a negociar a Washington y a cambio Trump profirió aun más insultos y por Twitter sugirió desinvitar a Peña Nieto, quien iba a visitarlo el 31 de enero a Washington, tratándolo como un lacayo. Fue tal la humillación que toda la clase política mexicana y la población rodeó al humillado presidente y éste no tuvo más remedio que cancelar la visita.
Se creó así uno de los más graves conflictos diplomáticos entre México y Estados Unidos desde los tiempos de Lázaro Cárdenas, cuando éste nacionalizó el petróleo entre 1936 y 1938. Un conflicto absurdo, pues la agresión y la humillación de Trump es a un aliado manso y servicial que desde hace tres décadas, cuando firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), solo ha sido un leal y sumiso amigo del imperio que ha seguido como buen alumno las políticas neoliberales y librecambistas en boga en el mundo, incluso en contra de sus intereses, lo que de facto lo debilitó como líder regional.
Estados Unidos robó a México la mitad de su territorio a mediados del siglo XIX, como lo atestiguan los nombres hispanos de las ciudades y los Estados del sur estadounidense: California, Los Ángeles, San Diego, Sacramento, San Francisco, San Antonio, Nuevo México, Nevada, Las Vegas, Texas, y mil etcéteras. Durante los siglos XIX y XX millones de mexicanos pobres contribuyeron con sus manos a construir la riqueza de Estados Unidos. Ellos han realizado el trabajo agrícola, construido carreteras, puentes, trabajado en el servicio doméstico, limpiado baños, basuras, y con el sudor de su frente y salarios bajos han trabajado de manera honrada para enviar remesas a sus familiares pobres en México. En la actualidad hay millones y millones de personas legales de origen mexicano en todos los Estados y ciudades del país. Millones se han casado allí y creado familias mixtas, como es el caso de Jeb Bush, el otro miembro de la dinastía Bush, casado con una mexicana de Zacatecas, lo que le valió las ironías del racista magnate inmobiliario. Y al mismo tiempo millones de estadounidenses han vivido o viven en México, donde tienen empresas, negocios, propiedades y han sido recibidos con largueza y generosidad por los mexicanos.
México es un país sincrético, con una extraordinaria y rica cultura milenaria indígena, pero a la vez marcado por la colonización española y ya en el siglo XX por la cultura pop estadounidense que vive y se ancla en el país, que adoptó el American way of life. Por su vecindad, son países llamados a entenderse y vivir en paz. Reagan, Carter, Bush padre, Bush hijo, Clinton y Obama lo entendieron y trataron de conservar esa convivencia hasta le llegada al poder hace unos días del magnate, que ya creó el primer lío diplomático.
Su agresión tal vez haga despertar a los mexicanos y los una en la recuperación de su fuerza, dignidad e influencia. En Davos, Suiza, el líder chino Jiang Xiping dijo hace una semana que las guerras comerciales no benefician a nadie, convirtiéndose de facto en un escuchado y moderado líder mundial. Si Estados Unidos se cierra, México y la región pueden negociar con otras potencias, entre ellas China, India, Japón y la Unión Europea. No hay mal que por bien no venga, dice el sabio refrán. Por eso los latinoamericanos debemos apoyar ahora a nuestro hermano mayor amenazado.
--- Fecha de publicacion: Domingo 29 de enero de 2017 en La Patria. Manizales. Colombia.

sábado, 21 de enero de 2017

EL ADVENIMIENTO DEL REY MIDAS




Por Eduardo García Aguilar
En una ceremonia sobria, fría, casi de funeral, el nuevo presidente del todavía imperio estadounidense, Donald Trump, prestó juramento el viernes bajo las columnatas del Capitolio en Washington ante una muchedumbre que esperaba bajo la lluvia, convirtiéndose en el 45° mandatario de ese país y sucesor del primer presidente negro de Estados Unidos, el brillante abogado de Harvard, Barack Obama.

En un corto  discurso demagógico el multimillonario, racista y xenófobo, profirió una serie de lugares comunes al uso de todos los politicastros y tiranuelos que prometen el paraíso a los desposeídos a quienes dicen representar, cuando a lo largo de su vida han abogado precisamente todo lo contrario al beneficiarse del nepotismo, la plutocracia, el derroche y los lujos dorados de un desaforado mal gusto sin nombre.


A la ignara masa, en su mayoría blanca y provinciana,que propició su triunfo, le ha dicho que el país volverá a ser grande, que florecerán túneles, puentes, aeropuertos, edificios y lloverán empleos, pues todo el dinero milagroso que traerá el rey Midas solo será para los pobres locales y no para los malvados inmigrantes que ahora encontrarán fríos muros en las fronteras del país.


Como buen demagogo dijo que la transición no era entre uno y otro presidente sino entre un presidente y el pueblo que, según él, ahora sí ha tomado el poder y es el que decidirá, cuando todos sabemos que su gabinete es de magnates, multimillonarios y ex funcionarios de Goldman Sachs, de donde salen ahora en el mundo muchos de los gobernantes, cancerberos de los intereses financieros del gran Big Brother plutocrático.


Todos los dictadorzuelos de izquierda y derecha prometen lo mismo al llegar al poder. Lo hicieron todos los dictadores latinoamericanos y africanos, los bolcheviques en Rusia cuando hablaron de la dictadura del proletariado o Mao TséTung con la Revolución Cultural y lo hizo el bigotón austriaco Hitler en Alemania prometiendo la nueva grandeza de Alemania, a su parecer devorada por desechables extranjeros y los judíos.


Los votantes de Trump le creerán tal vez que las viejas fábricas de carbón, las siderurgias y otras empresas que desaparecieron arrasadas por la nueva era tecnológica volverán a surgir como por encanto resucitando los millones de obreros bien pagados de las tres décadas gloriosas, que fueron la base del American Way of life, difundido por el cine de los años 50 al son de los conciertos de Frank Sinatra y Elvis Presley.


En la noche, el viejo magnate de melena y copete dorados fijados con laca bailó con su esposa la ex modelo e inmigrante ilegal eslovena al ritmo de la canción My Way de Frank Sinatra, expresando el mensaje de que como niño mimado, hijo de millonario, ha hecho y hará lo que le viene en gana, no importa si lo que haga signifique probablemente el inicio del fin del imperio, como en su tiempo lo hicieron Nerón y Calígula con la era romana.

Nadie olvidará la asquerosa campaña que lo llevó al poder. Insultó y humilló a sus vecinos los mexicanos, la mitad de cuyo territorio fue robado precisamente en el siglo XIX por Estados Unidos y cuya sangre sudor y lagrimas ha servido para construir en parte la riqueza gringa. Al estigmatizarlos como causantes de los males nacionales, se ganó los votos del blanco ignorante de pueblos y campañas, ahítos de odio y racismo.

El sábado, cientos de miles de manifestantes recordaron en Washington su repugnante machismo de gorila alfa, el desprecio y el maltrato hacia las mujeres, para él simples objetos de adorno para macho rico, a las que dijo poder agarrar por el sexo y besar cuando quiere porque es potentado y famoso. Y ecologistas, universitarios, académicos, asociaciones de las minorías y demás movimientos protestaron por toda esa utilería nefasta de la ideología de extrema derecha que vehiculan buena parte de sus asesores y consejeros.

En vez de tratar de calmar los ánimos de un mundo que vive en guerra, Trump se ha lanzado a casar peleas con la vieja Europa aliada, que ahora estupefacta escucha las amenazas del viejo gruñón. Le ha mostrado los dientes a la potencia china, cuya proverbial y milenaria paciencia ha sabido derrotar a todos los que alguna vez quisieron conquistar al imperio del sol naciente. Y cosa increíble, esta semana fue el presidente chino Xi Jinping, príncipe rojo heredero de Mao TseTung, el que pronunció un discurso abierto y sereno a favor del libre comercio y la tolerancia en la cumbre de Davos en Suiza, como si asumiera de repente el liderazgo mundial. Propiciar guerras comerciales no ha beneficiado nunca a nadie en el mundo, dijo el líder chino.

Trump quiere deshacer el pacto nuclear con Irán, logrado después de tres lustros de arduas negociaciones y aboga por un mayor armamentismo nuclear. Sin que se lo pidan dice querer aliarse con Rusia para poner en tenaza al mundo. ¿Podrá Trump realizar todos sus delirios y fantasmas? ¿Lo controlarán las propias fuerzas interiores del Estado gringo? Incógnitas para los próximos meses o años.



Todo esto apenas comienza y tal vez como ocurre con los fanfarrones, una vez en el poder logrado a base de mentiras y bravuconadas y con las técnicas de la telerrealidad que conoce muy bien como presentador estrella del programa El aprendiz y dueño de Miss Universo, Trump solo gobierne como lo que realmente es, un derechista típico gringo, una mezcla degenerada de Ronald Reagan y George Bush hijo, condimentada con algo de Ku Klux Klan.


Pero como siempre también está presente la otra gran América que ya empieza a manifestarse y enfrentará lo arbitriario del sátrapa con la entereza de la derrota, pero con la lucidez de la inteligencia. Estados Unidos también es esa otra fuerza de cultura, ciencia, arte, tecnología, música, tolerancia, generosidad, que conocemos quienes hemos vivido allí alguna vez.  Walt Whitman, William Faulkner, Ernest Hemingway,  Martin Luther King, Bob Dylan, Angela Davis, Joan Baez, Janis Joplin, Jim Morrison, Noam Chomsky, Meryl Streep, Scarlett Johanson y tantos otros velan por los derechos amenazados.

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* Publicado en la Patria. Manizales. Domingo 22 de enero de 2017.

domingo, 1 de enero de 2017

RETORNO A OSCAR WILDE


Por Eduardo García Aguilar
Cuando joven y en pleno esplendor y fama Oscar Wilde (1854-1900) viajó a Estados Unidos para realizar una larga gira de conferencias entre 1881 y 1883, el fotógrafo Napoleón Sarony tomó una serie de magníficas fotografías del dandy que contribuyeron a su leyenda. Ahí se le ve en diversas poses con su larga cabellera, ataviado con un elegante abrigo de paño y piel, o con una capa satinada, con pantalones cortos, botines y medias de seda, esbelto, amanerado, saludable y con la mirada diáfana de quien conquista el mundo y está lleno de futuro.
Las nítidas fotos en blanco y negro se pueden ver en la exposición Oscar Wilde, el impertinente absoluto, en los amplios salones del Petit Palais de París, o sea en el contexto muy Art Nouveau del lugar, correspondiente a la época y las tendencias y gustos artísticos del personaje. El nieto de Wilde, Merlin Holland, ha sido el motor de esta resurrección de su abuelo, quien después de la gloria cayó en la ignominia luego de ser condenado por homosexualismo a dos años de cárcel.
No había cumplido 30 años aún y ya era una estrella mediática que asombraba por sus aforismos, la elocuencia desbordante y el éxito de sus libros y piezas de teatro en el Londres de fin de siglo, marcado por las artes decadentes y exquisitas de una generación que se refugiaba en lo clásico para huir de la modernidad industrial devastadora. A su retorno a Inglaterra siguieron varios lustros de éxitos, convertido en una de las más famosas personalidades del país, pero pronto se vio enredado en un escándalo al enamorarse de un joven poeta aristócrata, Alfred Douglas, y hacer público su idilio, por lo que fue condenado a dos años de trabajos forzados en la cárcel de Reading por una justicia puritana que consideraba el homosexualismo un crimen gravísimo.
Wilde estuvo casado con una bella mujer y tuvo hijos con ella, pero el escándalo lo obligó al exilio en Francia, donde su obra era admirada por la generación de escritores y artistas decadentes y dandys de la época. En París, Wilde se dedica a la absenta y a todos los vicios, se junta con los artistas bohemios, empeora su salud, engorda y muere arruinado y humillado en un hotel de la hoy llamada calle de las Bellas Artes, en el barrio de Saint Germain des Pres. Su ruina pública continuaría después de su muerte. La puritana sociedad británica maldijo su nombre y su descendencia, por lo que la esposa tuvo que abjurar de su apellido y tomar otro, Holland, que es el que llevaron y llevan sus hijos y nietos. La decisión de cambiar de apellido la tomó cuando en Suiza no la admitieron en un hotel con su familia por llevar el apellido maldito de su díscolo esposo.
A pesar de que en los ámbitos francés e hispánico la obra de Wilde fue traducida y aceptada, en su patria se le consideró siempre como un escritor de segunda, más famoso por sus ocurrencias y escándalos que por su obra. Ampliamente traducidos y editados con ilustraciones por las mejores editoriales hispanoamericanas, todos leímos con pasión El retrato de Dorain Gray, los cuentos de El ruiseñor y la rosa, la Balada de la cárcel del Reading y varias piezas de teatro y colecciones de relatos. Además gozamos con sus aforismos y textos irónicos que enseñaban al escritor adolescente a rebelarse contra la mediocridad de las sociedades donde vivíamos.
Aunque Wilde como todo artista fue egocéntrico y megalómano, se sabe que también estuvo pendiente de su esposa y familia y no fue el monstruo perverso en que lo convirtieron las autoridades después de su condena. El nieto, en una larga entrevista proyectada al final de la exposición, reivindica la figura del escritor, con todos sus inmensos méritos y defectos. Más que un monstruo, Wilde fue una víctima de los prejuicios de la época y hoy su conducta no sería juzgada por nadie, salvo por los más fanáticos.
La exposición incluye muchos de sus manuscritos, ediciones originales, cuadros y fotografías de la época, recortes de prensa, caricaturas, secuencias de filmes basados en sus obras y reconstrucción de algunos de sus éxitos más sonados, como fue su pieza de teatro Salomé, que basada en el mito, fue una de las más exitosas desde el inicio y ha sido llevada al cine en diversas épocas. También hay una amplia muestra de cuadros de artistas de la época como Edward Burne Jones, sobre quienes escribió en su momento. Se trata de una serie de obras exquisitas, que renuevan los viejos mitos esteticistas basados en figuras clásicas como Venus o los ángeles caídos.
Lector de Joris Karl Huysmans, admirador de Verlaine, compañero de generación de simbolistas y parnasianos, Wilde vuelve a vivir en esta exposición donde sólo falta la aparición de su fantasma entre los cortinajes del Petit Palais. Volver a visitar a Oscar Wilde en pleno siglo XXI nos reconcilia con el verdadero fin de la literatura, como un arte rebelde que debe criticar los vicios de la época y ser insumiso ante los cánones impuestos por el comercio y la estulticia ambiente. Wilde es admirado por los adolescentes que se abren al arte, y hoy más que nunca su vida y obra son un ejemplo de vitalidad, porque la literatura y el arte son vida antes que otra cosa. Vida, aunque la devastación de la derrota y el fracaso la aniquilen para que renazca de las cenizas en otros tiempos más propicios.
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* Publicado en Expresiones, Excélsior. México D. F. Domingo 1 de enero de 2017