domingo, 19 de noviembre de 2017

VISITA A UN CASTILLO MEDIEVAL


Por Eduardo García Aguilar
La ciudad de Laval, en el noreste de Francia, ha sido durante un milenio una próspera encrucijada de viajeros, guerreros y comerciantes codiciada por ducados, baronías, reinos y potencias regionales. Gracias a las riquezas de la región, al río Mayenne por donde pasan las embarcaciones cargadas de soldados o mercancías, y a la poderosa industria textil medieval, sus gobernantes tuvieron recursos para construir y reconstruir en la colina rocosa principal un castillo que cuenta con una bella torre y edificios sucesivos de diversos estilos, desde góticos hasta renacentistas y neoclásicos.
Las primeras fotos que se hicieron de la ciudad en 1950, muestran como las casas de sueño, dotadas de vigas aparentes y techos parecidos a las habitaciones de los cuentos románticos alemanes, se descuelgan desde la colina hasta las riberas del río, apeñuscadas en callejuelas estrechas que uno puede imaginar en aquellos lejanos tiempos, húmedas y silenciosas. Puede uno evocar en esos recodos, junto a maravillosas casas del siglo XV, la actividad incesante de los comerciantes, el griterío de los vendedores de legumbres, el ruido de los cuchillos de los carniceros, la paciencia matutina de panaderos o vendedores de pescado, quesos, vinos y todo tipo de objetos necesarios para la vida cotidiana como velas, tazas, vasos, vasijas, platos, llaves, ollas, sillas, mesas, cacerolas, jaulas.
Las fotos decimonónicas en blanco y negro nos comunican con toda claridad la realidad de Laval cuando aún se concentraba en torno al castillo y nos otorgan la perspectiva para entender el conglomerado urbanístico actual, que se extendió ya en tiempos napoleónicos hacia el valle, con avenidas y construcciones neoclásicas donde vivían las nuevas generaciones de habitantes que prefiguraban ya los tiempos del progreso moderno. Las fotos muestran una arista de esa colina y el puente que conduce a la parte renacentista de la urbe, donde vivía la aristocracia y que aún conserva callejuelas y casas hermosas. Y desde ciertos ángulos todo ese conjunto es resaltado por las aguas del río Mayenne, que viajan raudas hacia los confines de Bretaña y tras desembocar en el Loira hacia las aguas del Océano Atlántico.
Laval producía todo tipo de textiles que eran exportados al mundo conocido de entonces y después del descubrimiento de América, hacia las costas africanas donde las élites se vestían con prendas confeccionadas con telas de colores intensos. También las telas eran enviadas a América, especialmente a Colombia, que se convirtió durante la Colonia y el siglo XIX en uno de sus mejores clientes. No es extraño que el famoso pintor Aduanero Rousseau sea originario de esta ciudad y que en los museos se exponga con gusto todo tipo de trabajos plásticos elaborados con tejidos.  
Como todo este año 2017, gracias a la actividad inagotable de Brigitte Maligorne, la ciudad de Laval y la región de Mayenne ha invitado y acogido a múltiples artistas colombianos a actuar, cantar, exponer, danzar y pintar en el lugar o a hablar de su país al entusiasta público local, he podido venir varias veces y poco a poco familiarizarme con los misterios de esta tierra maravillosa y este pueblo de sueño que nos conduce hacia siglos lejanos en un viaje con retorno.
Por ejemplo, un centenar de habitantes de la ciudad se congregó el miércoles a las seis de la tarde para asistir a una exposición de fotos donde se muestra la arquitectura de casas construidas con tierra en Barichara y después se ha descolgado en masa por las callejuelas para ver unos tejidos de Laval con motivos colombianos pintados por artistas de ese país, que fueron adosados a los árboles e iluminados con magia, o para ver murales de gran tamaño elaborados sobre tela o para apreciar muestras de Street art pintadas por jóvenes artistas del país de la guayaba en los antiguos muros que delimitan un empinado sendero oculto conservado desde los tiempos medievales.
Bajo la guía y las explicaciones de Brigitte Maligone, que ha construido puentes sólidos entre Francia y Colombia, los atentos habitantes de Laval han llegado a las puertas del castillo y después bajado por empinadas escalinatas hacia unos antiguos baños estilo Art Deco situados en una calle frente al río, donde se exponen cartas de familiares de desaparecidos en Colombia recopiladas por Margarita de la Hoz y fotos colombianas del escritor francés Stéphane Chaumet, quien reside en la tierra de la cumbia, el currulao, el bambuco y el vallenato.
El lugar, recién restaurado, realizaba así una primera y excepcional exposición colombiana en esta construcción que los habitantes locales aprecian y ahora podrán visitar y admirar sin límites porque fue rehecho de acuerdo a los planos originales y a los detalles de sus mosaicos y coloridos originales desfigurados a lo largo del tiempo. Stéphane Chaumet ha traído velas que se encendieron en memoria de las víctimas colombianas del conflicto y después los asistentes conversaron al calor del vino. Colombia para ellos ya es un país conocido gracias a las muchas actividades culturales que han abordado sus mejores y peores aristas a lo largo del año.
Al día siguiente he cerrado con broche de oro el periplo al realizar una visita de los cimientos y los salones y muros secretos del castillo medieval en compañía del alcalde de Laval y el director de los servicios de conservación y restauración del patrimonio. Hemos penetrado protegidos por cascos hacia un aposento gótico medieval lleno de joyas, sarcófagos, cálices, esculturas, y otros objetos litúrgicos de oro y plata.
Y aun más, a través de estrechos túneles viajamos hacia los fundamentos del siglo XI, a los que no tiene acceso el público. Pude así tocar con mis manos los muros originales de la construcción milenaria donde residieron los señores del siglo XI. Y después subimos hasta lo más alto de la torre, cuya enorme cúpula militar fue construida de forma circular con enormes vigas de madera en el siglo XIII y desde donde se ve con todo su esplendor el magnífico pueblo desde su punto más alto. Los fantasmas de guerreros, caballeros, clérigos y doncellas parecían flotar en el ambiente.  
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* Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. 19 de noviembre de 2017

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