martes, 28 de noviembre de 2023

ACTUALIDAD DEL ORIENTALISMO

 Por Eduardo García Aguilar

Nunca había venido a la tierra tunecina, pero estar aquí al frente del mar Mediterráneo, cerca de donde estaba la mítica ciudad de Cartago, cantada por Gustave Flaubert en su novela Salambó, es una delicia inolvidable. En el siglo XIX los viajeros europeos y de otras regiones amantes de los orientalismos solían viajar al Magreb en busca de ruinas fenicias y romanas o de los rastros del imperio otomano que inspiró al novelista Pierre Loti.

El orientalismo siempre tuvo una connotación erótica para los blancos europeos de las potencias que dominaron en los siglos XIX y XX aquellas regiones inundadas por un sol permanente frente a las aguas mansas del mar Mediterráneo, en cuyo seno durante los milenios comerciaron y viajaron los habitantes de medio mundo llevando de un lado a otro sus mercaderías, jarras repletas de aceite de oliva, vino, cereales o especias, perfumes, joyas y cerámicas.

Puede decirse que en el Mediterráneo, especialmente en la vasta parte del norte de África, se inspiraron grandes obras literarias griegas y latinas que aún hoy hacen vibrar a los lectores, bibliomaniacos y bibliópatas del mundo. Desde antes de los tiempos de Alejandro Magno grandes viajeros, reyes, aventureros, iluminados, profetas como Pablo de Tarso y San Agustín y guerreros viajaron sobre esas aguas en ágiles naves visitando los grandes puertos como Cartago y Alejandría y muchos más, donde se construyeron algunas de las maravillas del mundo.

Se hablaba del Faro y la Biblioteca de Alejandría y de las maravillas de Cartago y muchas otras ciudades construidas por griegos y romanos en estas tierras, escenario de obras tan increíbles como La Odisea de Homero o La Eneida de Virgilio o El asno de oro entre muchas otras, sin contar las páginas del gran Herodoto que hizo un reportaje minucioso sobre los misterios y sorpresas de todas las civilizaciones presentes. Después, bajo dominio otomano, se pusieron de moda los sultanes y el mítico harem que inspiraba a los nostálgicos del orientalismo.

Mar rico en alimentos, proveedor de energía y sol, espacio interno donde se mezclaban todas las razas y culturas, el Mediterráneo sigue aún vivo y activo en estos tiempos del siglo XXI donde también se dan las guerras inspiradas en otras conflagraciones milenarias, como si el tiempo fuera cíclico y circular. Los pueblos que viven hoy en estos territorios fértiles y desérticos son los descendientes de soldados griegos, fenicios, romanos y árabes que después de viajes interminables decidían quedarse para siempre a este lado del mar, proveedor de los deliciosos dátiles y el generoso aceite de oliva. A veces bajo el reino de la paz y otras bajo el dominio del éxodo y la guerra.

Desde el alto fuerte de Orán, construido por los hispanos, uno observa el puerto y la apacible superficie marítima. Igual desde Argel, una bahía larga que se extiende junto a colinas pobladas de habitaciones, medinas, cashbas, faros y miradores espectaculares o de la urbe construida por los colonizadores franceses, intacta aún a pesar de la independencia. Y en la capital tunecina, desde las alturas de Sidi Abou Said, se observa igual la superficie marítima de un azul peculiar y las atmósferas vividas en su tiempo por griegos, etruscos, romanos, fenicios, y más tarde por todo tipo de viajeros literarios que llegaban a aquí para irrigarse de belleza y erotismo oriental.

En el mejor y más bello restaurante llamado En los bellos viejos tiempos, situado en las alturas de Sidi Abou Said, observo la sucesión de casas blancas de ventanas azules parecidas a los pueblos de todas las islas griegas visitadas desde tiempos inmemoriales por filósofos, guerreros, poetas y monarcas fastuosos. Me he enterado que en este paraíso tunecino de arquitectura arabigoandaluza vivió y escribió Michel Foucault la Arquelogía del saber, cuando era un joven profesor inquieto, y que como aquí están cerca el palacio presidencial y las antiguas mansiones de los poderosos sultanes del siglo XIX han venido al lugar figuras como la tunecina Claudia Cardinale, Chateubriand, Paul Klee, Alphonse de Lamartine, André Gide, y grandes personalidades de la diplomacia, como el egipcio Butros Butros Gahli y la estadounidense Madeleine Albraight.

Por estas bahías del Maghreb corre la poesía y el erotismo oriental que inspiró a tantos poetas como el greco-alejandrino Constantis Cavafis, el novelista Lawrence Durrel, autor del Cuarteto de Alejandría, o el sabio poeta italiano Guseppe Ungaretti. Homero, Virgilio y Flaubert usaron estos ámbitos para sus ficciones y aún el territorio sigue intacto a pesar de conflictos, revoluciones y guerras, inspirando la utopía de los iluminados, la pasión de los poetas y la locura de los santos.

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 26 de noviembre de 2023.

 

HABLAR DE LITERATURA EN ARGELIA

Por Eduardo García Aguilar

Argelia era un secreto que guardaba desde la adolescencia, cuando al leer El Quijote de la Mancha descubrí que se trataba de un manuscrito hallado redactado por el argelino Cidi Hamete Benengalí y que Miguel de Cervantes, su inventor, vivió cuatro años cautivo en la capital Argel y pasó una temporada en el puerto de Orán, segunda localidad del país, situada frente a la hispana Alicante.
 
Cervantes empezó en estas tierras a fraguar la idea de escribir su obra maestra. Argel y Orán están situadas en las costas mediterráneas muy cerca de España y a lo largo de los siglos las poblaciones de uno y otro lado estuvieron en comunicación o experimentaron cíclicos movimientos migratorios. Desde tiempos lejanos fenicios, griegos, romanos y otros pueblos habitaron las localidades de este enorme espacio cuyo centro son las aguas del mar interior cantado y contado por Homero y Herodoto. Aceite de oliva, vino, cerámicas, ánforas, telas, especias, joyas y miles de productos eran transportados en esas ágiles naves de aquel tiempo como relataba Homero en la Odisea. Virgilio contó en La Eneida un viaje similar. En estas costas se encuentran ruinas romanas muy bien conservadas, ciudades con sus calles, plazas, ágoras, tiendas, viviendas, templos y sitios portuarios, muchos de ellos preservados por las arenas del tiempo. Sin olvidar que por estas tierras estuvo presente Alejandro Magno y después nacería aquí el gran San Agustín, autor de las Confesiones, una de las grandes figuras del cristianismo y precursor de la literatura moderna autobiográfica.
  
Orán es un puerto que ha sido habitado por hispanohablantes, pues estuvo bajo dominio hispano durante siglos. Durante el imperio de los Omeyas y el Al Andalus, la mayor parte de la península ibérica estuvo dominada por los musulmanes, que convivieron con judíos y cristianos antes de ser expulsados por Fernando e Isabel en tiempos del descubrimiento de América. En Orán el gran escritor argelino Albert Camus vivió parte de la infancia y ahí sitúa su novela La Peste. Camus nos hizo descubrir a los latinoamericanos a Argelia con El extranjero y ensayos donde se refería al proceso de independencia de Francia o a sus estudios de bachillerato en Argel, donde ejerció como dramaturgo y periodista, antes de viajar a Francia a toparse con la gloria. Por lo tanto Orán es una ciudad familiar, pues en la actualidad la juventud es consciente de sus ancestros hispanos y estudia la lengua de Cervantes en el Instituto del mismo nombre y en la Universidad de Orán II, donde reciben clases de hispanistas como Zouaoui Choucha, y el fundador del departamento, Negaoui Salah, quien conoció a Gabriel García Márquez en Cuba en 1961. Salah es conocedor profundo de la literatura colombiana e hispanoamericana y lector de La María y La Vorágine. 
 
El sueño de conocer Argelia se dio porque fui invitado a hablar sobre literatura en Orán y Argel en el marco de las actividades culturales del ministerio de Relaciones exteriores de Colombia y la embajada de Colombia en Argel para promover la literatura y la cultura colombianas en el mundo. El primer encuentro fue en el gran Teatro de Orán, joya Art Nouveau construida a inicios del siglo XX y dirigido por Mourad Senouci, ante un nutrido público entusiasta de amantes de la lengua castellana. Al día siguiente el encuentro fue en el Instituto Cervantes de Orán, ante un auditorio variado, entusiasta y curioso. Y en la bella ciudad de Argel, situada entre colinas frente al mar y plena de espacios arbolados, hablamos en un gran auditorio de la Universidad de Argel II, donde centenares de estudiantes, muchas de ellas mujeres, estuvieron atentos a la charla sobre literatura colombiana. Ahí evocamos las altas cordilleras y los caudalosos ríos Magdalena y Cauca y las selvas y regiones que inspiran a nuestros autores, desde Simón Bolívar hasta el gran José Eusatasio Rivera, cuya obra cumbre La Vorágine cumple en 1924 un siglo de su publicación. El profesor Oucher Abdenour, que comanda al alumnado, ha viajado por América Latina y conoce muy bien la literatura y la culinaria regionales.

 

La capital de Argelia, que fue colonia francesa a lo largo del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, cuando se dio la independencia, guarda el esplendor de la arquitectura colonial y en sus callejuelas accidentadas se siente la fuerza de la antigua y la nueva pujanza, lo que se refuerza al recorrer las vías del litoral frente a enormes y bellos edificios Art Nouveau y Art Deco pintados de blanco. Ahí en ese centro, en un enorme y bello ex convento, se encuentra el Instituto Cervantes de Argel. El jueves hablé en ese lugar de autores que descubrí en mi adolescencia en mi ciudad natal Manizales, la capital del eje cafetero y tema central de cuatro de mis novelas, en el marco del programa bibliotecario por un Día dedicado a un autor presente. Y en la noche, para cerrar con broche de oro, hablamos ante escritores, diplomáticos, estudiantes, académicos, entre quienes se encontraban la mítica ex embajadora y heroína de la independencia y miembro del Consejo de la Nación Hafida Bencheida, quien conoció a nuestro Nobel en Barcelona cuando escribía allí El otoño del patriarca.
Esta semana de estadía en este gran país ha sido una sorpresa, pues los argelinos aman a Colombia y lo consideran un país hermano con el que se han tejido lazos y vasos comunicantes invisibles e imaginarios a lo largo de los siglos, cuando las naos de España viajaban hacia el otro lado del Atlántico cargadas de viajeros mediterráneos.

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 19 de noviembre de 2023.
* Primera foto, Orán desde el fuerte y la segunda foto, la Argel de antes de la Independencia en las colinas frente al mar. Ambas frente al mar Mediterráneo.