miércoles, 16 de abril de 2025

ÚLTIMO ADIÓS A MARIO VARGAS LLOSA

Por Eduardo García Aguilar

La muerte de Mario Vargas Llosa el pasado domingo de Ramos en Lima, significa el fin no solo del boom latinoamericano sino de toda una era de la literatura postcolonial inscrita en la era humanista iniciada con la aparición de la imprenta de Gutenberg y el pensamiento de Erasmo y la existencia de grandes escritores patriarcales, casi padres de la patria, como Victor Hugo, Goethe y Tolstói, que representaban la lengua y el país, continente o región donde se habla y ejerce.

Para los escritores de mi generación, que éramos adolescentes y soñábamos ya con escribir cuando circularon sus primeras novelas La ciudad y los perros y Conversación en la Catedral, entre otras, su presencia ha sido desde entonces y a lo largo de las décadas incesante y casi diaria debido a la fuerza proteica de su prosa y energía literaria. A los 35 años, el apuesto y brillante joven ya era una estrella mundial de la literatura, traducido a muchas lenguas y siempre estuvo en la primera plana de los diarios y las revistas donde se publicaban sus artículos, entrevistas, reportajes y ensayos, convirtiéndose en una figura familiar.

Los aprendices de escritores adolescentes devorábamos los libros de los autores patriarcales en boga en esos momentos, como Vargas LLosa y García Márquez, Cortázar, Arreola, Cabrera Infante, Borges, Asturias, Carpentier, Fuentes y tratábamos de imitarlos y emularlos en nuestros primeros escritos enviados a los concursos literarios colegiales.

A mi me gustaba más el mundo de Julio Cortázar después de leer Rayuela o sus cuentos, y escribí varios textos cortazarianos que no estaban tan mal. Y también me fascinó Cabrera Infante por su maravillosa y juguetona novela Tres Tristes tigres, la modernidad de su estilo, distante del naturalismo peruano de Vargas Llosa. 
 
Guardo aún una veinte páginas que son un pastiche de la narrativa del peruano que leo asombrado, pues es prueba de que los muchachos de entonces fuimos impactados de frente por las estrellas del boom, quienes en cierta forma se convirtieron en pesadas losas en el camino de la escritura, como lo fue el terrible macondismo garciamarquiano, que tantos estragos hizo y hace.    

Vargas Llosa brilló en el ejercicio de la novela como un instrumento realista y a veces naturalista apto para revisar la compleja historia de Perú, que aborda desde todos los ángulos hasta su última obra publicada Le dedico mi silencio (2023), ambientada en los años 50 y 60 en el medio musical de los valses criollos limeños. También abordó temas históricos de otros países del continente y el mundo.

El peruano trabajó desde muy joven en redacciones de diarios y fue periodista al llegar a París del servicio español de la Agencia France Presse (AFP) y de Radio France Internacional (RFI). Ejerció toda la vida la profesión detacándose como gran reportero y articulista de opinión. Muchas de sus novelas utilizan a fondo las técnicas periodísticas de reportería e investigación, como en las que aborda la dictadura dominicana, el Brasil de la guerra de Canudos o los abusos en el Congo Belga y en el Perú en tiempos del caucho y del protagonista, el inglés Roger Casement.

A través de personajes reales volvía a revisar episodios de la historia latinoamericana como dictaduras, conflictos raciales, luchas sociales, generando un gran fresco parecido a los murales mexicanos de Rivera, Orozco o Siqueiros. Sus técnicas narrativas, adictivas, amenas, atraen al lector fascinado por la agilidad de los diálogos y la descripción minuciosa de lugares, paisajes, personalidades, prendas, sentimientos y comidas. 

Sin duda aprendió bastante de los grandes novelistas realistas y naturalistas franceses del siglo XIX, a los que admiraba, como Victor Hugo, Balzac, Dumas, Flaubert, Zola y otros que leyó al llegar a París con su esposa la tía Julia, huyendo de un Perú donde se asfixiaba. Pero volvió al final de sus días, antes de morir, para recorrer los escenarios limeños narrados en sus primeros libros, allí donde comenzó su increíble destino.
-----
 La Patria. Manizales. Colombia. 20 de abril de 2025.








No hay comentarios: