Por Eduardo García Aguilar
En Este mar narrativo,
el escritor venezolano José Balza (1939) reúne ensayos relacionados con el
ejercicio novelísico, partiendo, por supuesto, de un original estudio
sobre El Quijote. Algunos de los textos abordan otros temas, como
la técnica novelística en general, las proposiciones de la nueva novela
francesa, o las obras de Proust, Kafka, Durrell, Onetti, Cortázar,
Rulfo y otros autores de este siglo. Todos estos estudios, escritos
algunos en la década de los 60, se caracterizan por centrarse
exclusivamente en los asuntos del género, evitando digresiones
sociológicas o políticas, o en su defecto, largas disquisiciones de
orden semiológico. Parten de la pasión del autor por la lectura, lo que
lo incita a buscar zonas inéditas en las obras estudiadas sin otro ánimo
que dar luz, abrir puertas, dsmontar edificios o buscar los secretos
designios de un material tan vasto y complejo. A diferencia de la
mayoría de los críticos en boga en los últimos 20 años, Balza nos
introduce a su mundo por las vías únicas del goce. El texto crítico aquí
propuesto no busca encontrar justificación a los procesos
socioeconómicos, ni mucho menos trata de hallar, a través de la
creación, claves para discernir épocas o años específicos. El tema es
uno y exclusivo: el arte de novelar, sus secretos y misterios.
Como era de esperarse, Balza inicia el libro con un extenso y delicioso ensayo sobre El Quijote de
Miguel de Cervantes Saavedra, elaborado a la luz de la actualidad. Lo
novedoso de este tipo de abordaje es que pone a dialogar la obra magna
del género con autores contemporáneos e incluso con teorías actuales,
mostrándola como precursora de los más variados usos y técnicas de hoy.
Hubiera sido inútil insistir en los trillados estudios cervantistas,
cuya cantidad y desmesura enloquecería al más aplicado de los eruditos.
En unas 70 páginas, el venezolano aborda desde su óptica las escenas o
capítulos a su parecer más importantes, reflexiona en torno a los
personajes centrales y la vasta gama de los secundarios, haciéndonos
volver al mundo inagotable de Cervantes. Asimismo, discurre sobre las
proezas técnicas del autor y sobre ese tejido de máscaras con las que se
oculta el narrador para darnos la trampa de su genio. Concluye en la
cueva de Montesinos, zona de la obra donde al parecer triunfa no solo el
autor sino el género como tal. Dice Balza: "La cueva de Montesinos
-indescifrable siempre: por su magia anecdótica, por su conciso diseño
narrativo, por ser texto que no deriva de autor conocido- unifica dentro
de la novela un extraño momento: el de lo alto y lo bajo, el de lo
visible y lo contado, el de las confluencias temporales. En ella parece
habitar la síntesis de una forma literaria que, siendo novelesca, siendo
novela, celebra a la novela misma y a cuanto el corazón de la ficción
pueda contener. En la aventura de la cueva hay una manera suprema
-dentro de El Quijote- de inhalar y testificar al mundo; allí triunfa la
novela (o una superación de la novela)".
Carlos Fuentes dice que cada año dedica la Semana santa a leer El Quijote.
Todo novelista que se respete debe hacer este "ejercicio espiritual",
luego del cual está preparado para un nuevo año de sorpresas y
creaciones. No habrá jamás una relectura de esa obra que no suscite
nuevas emociones o revele aristas inéditas. Además del goce argumental,
de la sabiduría que entraña, El Quijote sorprende porque esa masa
de palabras posee una energía que estremece a cualquiera. En el
castellano monstruosamente vivo que nos habla y nos inunda de olores y
lágrimas. Volver a él es descubrir el poder de las palabras, cuyo
imperio trasciende los siglos, incluso menos golpeadas por el tiempo que
ciertas pirámides o templos milenarios.
En
otros ensayos como Notas sobre la novela. Desviaciones e Instrumental,
Balza nos habla de las tendencias contemporáneas del género. En el
primer texto, escrito entre 1964 y 1968, es decir, en pleno auge del Nouveau roman,
el autor no cae en la fe ciega que suscitó el experimento entre
estudiosos y escritores de entonces. Veinte años han transcurrido, y lo
que dice respecto a los cambios de perspectiva del género y sus
consecuencias nos parece muy actual y muy lúcido. Más adelante, hablando
de los novelistas más impactantes del siglo, como Proust, Joyce, Kafka,
Musil, y otros nuevos, como Huxley, Faulkner o Dos Passos, Balza
refrenda lo dicho muchos años antes respecto al tiempo y el espacio,
entre los que transcurre la aventura narrativa y expone los rumbos
futuros que ahora se vislumbran. A través de su estilo ensayístico, los
lectores llegamos a la certeza de que, como se dice en El Quijote, "todo es ficción, fábula y mentira, y sueños contados por hombres medio despiertos, o, mejor, medio dormidos".
Allí
-agrega Balza - "estaría el punto deslizante: todo se debe a la
existencia de un centro omniscio que constiyue y origina la ficción;
todo se debe a la acumulación de una energía colectiva (lo imaginario)
que emerge desde los hombres, se independiza de ellos, y, como un dios,
vuelve a su destino para poseerlos; a un dinámico núcleo que irrespeta
lo siglos, las mentes, los lugares; a algo que está en ellos sin
importar cual sea su separación espacial o temporal, su misterio o su
condición indecible; a un sol imaginario cuyas ruedas hipnotizan, mueven
el sueño y la vigilia, y abandonan en nuestro mundo a algunos hombres
que le pertenecen: los narradores y lectores".
Desentrañar, pues, el artilugio de la ficción es el objetivo de Este mar narrativo.
Para el autor, los novelistass "son los hombres de la oscuridad" y su
función consiste en alumbrar lo oculto, descubrir las "esencias que
adquieren en forma pura, irreal, sin proponer clasificaciones
universales". Anécdota, lenguaje, cuerpo, son otros de los conceptos que
utiliza para mostrar las etapas de la creación novelística: la primera
como algo general, no necesariamente individual; el segundo cargado ya
de elementos propios, de respiraciones y ritmos particulares; y el
tercero, consistente en el orden y los puntos de vista, definiría ya el
reino del autor, su peculiar forma de ver y ordenar el material
ficticio.
Para
los aficionados a escribir novelas o a leerlas, el libro del autor
venezolano contribuye a desempolvar ciertas ideas que el violento
quehacer narrativo latinoamericano reciente había condenado al reino de
los anaqueles. Lejos de los juicios titánicos en torno a qué es bueno o
qué es malo, o sobre la cantidad de "compromiso" o "latinoamericaneidad"
de una novela, Balza nos invita a gozar un género que algunos
consideran agonizante y hasta sospechoso.
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José Balza. Este mar narrativo. Fondo de Cultura Económica. México. 1987. 190 pp.
* Publicado el jueves 11 de febrero de 1988. Unomásuno. México.
* Una versión editada y actualizada de este texto con motivo del reciente Premio Pedro Henríquez Ureña recibido por Balza fue publicada el domingo 23 de septiembre de 2023 en el diario La Patria. Manizales. Colombia: https://www.lapatria.com/opinion/columnistas/eduardo-garcia/el-venezolano-balza-y-el-universo-cervantino
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El pasado 31 de agosto de 2023 José Balza recibió el VIII Premio Pedro
Henríquez Ureña de ensayo que le había sido otorgado por la Academia
Mexicana de la Lengua en 2021.
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