miércoles, 20 de septiembre de 2023

LA FICCIÓN: UN AMBIGUO DEMIURGO (1988)


Por Eduardo García Aguilar

En Este mar narrativo, el escritor venezolano José Balza (1939) reúne ensayos relacionados con el ejercicio novelísico, partiendo, por supuesto, de un original estudio sobre El Quijote. Algunos de los textos abordan otros temas, como la técnica novelística en general, las proposiciones de la nueva novela francesa, o las obras de Proust, Kafka, Durrell, Onetti, Cortázar, Rulfo y otros autores de este siglo. Todos estos estudios, escritos algunos en la década de los 60, se caracterizan por centrarse exclusivamente en los asuntos del género, evitando digresiones sociológicas o políticas, o en su defecto, largas disquisiciones de orden semiológico. Parten de la pasión del autor por la lectura, lo que lo incita a buscar zonas inéditas en las obras estudiadas sin otro ánimo que dar luz, abrir puertas, dsmontar edificios o buscar los secretos designios de un material tan vasto y complejo. A diferencia de la mayoría de los críticos en boga en los últimos 20 años, Balza nos introduce a su mundo por las vías únicas del goce. El texto crítico aquí propuesto no busca encontrar justificación a los procesos socioeconómicos, ni mucho menos trata de hallar, a través de la creación, claves para discernir épocas o años específicos. El tema es uno y exclusivo: el arte de novelar, sus secretos y misterios.

Como era de esperarse, Balza inicia el libro con un extenso y delicioso ensayo sobre El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra, elaborado a la luz de la actualidad. Lo novedoso de este tipo de abordaje es que pone a dialogar la obra magna del género con autores contemporáneos e incluso con teorías actuales, mostrándola como precursora de los más variados usos y técnicas de hoy.  Hubiera sido inútil insistir en los trillados estudios cervantistas, cuya cantidad y desmesura enloquecería al más aplicado de los eruditos. En unas 70 páginas, el venezolano aborda desde su óptica las escenas o capítulos a su parecer más importantes, reflexiona en torno a los personajes centrales y la vasta gama de los secundarios, haciéndonos volver al mundo inagotable de Cervantes. Asimismo, discurre sobre las proezas técnicas del autor y sobre ese tejido de máscaras con las que se oculta el narrador para darnos la trampa de su genio. Concluye en la cueva de Montesinos, zona de la obra donde al parecer triunfa no solo el autor sino el género como tal. Dice Balza: "La cueva de Montesinos -indescifrable siempre: por su magia anecdótica, por su conciso diseño narrativo, por ser texto que no deriva de autor conocido- unifica dentro de la novela un extraño momento: el de lo alto y lo bajo, el de lo visible y lo contado, el de las confluencias temporales. En ella parece habitar la síntesis de una forma literaria que, siendo novelesca, siendo novela, celebra a la novela misma y a cuanto el corazón de la ficción pueda contener. En la aventura de la cueva hay una manera suprema -dentro de El Quijote- de inhalar y testificar al mundo; allí triunfa la novela (o una superación de la novela)".

Carlos Fuentes dice que cada año dedica la Semana santa a leer El Quijote. Todo novelista que se respete debe hacer este "ejercicio espiritual", luego del cual está preparado para un nuevo año de sorpresas y creaciones. No habrá jamás una relectura de esa obra que no suscite nuevas emociones o revele aristas inéditas. Además del goce argumental, de la sabiduría que entraña, El Quijote sorprende porque esa masa de palabras posee una energía que estremece a cualquiera. En el castellano monstruosamente vivo que nos habla y nos inunda de olores y lágrimas. Volver a él es descubrir el poder de las palabras, cuyo imperio trasciende los siglos, incluso menos golpeadas por el tiempo que ciertas pirámides o templos milenarios. 

En otros ensayos como Notas sobre la novela. Desviaciones e Instrumental, Balza nos habla de las tendencias contemporáneas del género. En el primer texto, escrito entre 1964 y 1968, es decir, en pleno auge del Nouveau roman, el autor no cae en la fe ciega que suscitó el experimento entre estudiosos y escritores de entonces. Veinte años han transcurrido, y lo que dice respecto a los cambios de perspectiva del género y sus consecuencias nos parece muy actual y muy lúcido. Más adelante, hablando de los novelistas más impactantes del siglo, como Proust, Joyce, Kafka, Musil, y otros nuevos, como Huxley, Faulkner o Dos Passos, Balza refrenda lo dicho muchos años antes respecto al tiempo y el espacio, entre los que transcurre la aventura narrativa y expone los rumbos futuros que ahora se vislumbran. A través de su estilo ensayístico, los lectores llegamos a la certeza de que, como se dice en El Quijote, "todo es ficción, fábula y mentira, y sueños contados por hombres medio despiertos, o, mejor, medio dormidos".
   
Allí -agrega Balza - "estaría el punto deslizante: todo se debe a la existencia de un centro omniscio que constiyue y origina la ficción; todo se debe a la acumulación de una energía colectiva (lo imaginario) que emerge desde los hombres, se independiza de ellos, y, como un dios, vuelve a su destino para poseerlos; a un dinámico núcleo que irrespeta lo siglos, las mentes, los lugares; a algo que está en ellos sin importar cual sea su separación espacial o temporal, su misterio o su condición indecible; a un sol imaginario cuyas ruedas hipnotizan, mueven el sueño y la vigilia, y abandonan en nuestro mundo a algunos hombres que le pertenecen: los narradores y lectores".

Desentrañar, pues, el artilugio de la ficción es el objetivo de Este mar narrativo. Para el autor, los novelistass "son los hombres de la oscuridad" y su función consiste en alumbrar lo oculto, descubrir las "esencias que adquieren en forma pura, irreal, sin proponer clasificaciones universales". Anécdota, lenguaje, cuerpo, son otros de los conceptos que utiliza para mostrar las etapas de la creación novelística: la primera como algo general,  no necesariamente individual; el segundo cargado ya de elementos propios, de respiraciones y ritmos particulares; y el tercero, consistente en el orden y los puntos de vista, definiría ya el reino del autor, su peculiar forma de ver y ordenar el material ficticio.

Para los aficionados a escribir novelas o a leerlas, el libro del autor venezolano contribuye a desempolvar ciertas ideas que el violento quehacer narrativo latinoamericano reciente había condenado al reino de los anaqueles. Lejos de los juicios titánicos en torno a qué es bueno o qué es malo, o sobre la cantidad de "compromiso" o "latinoamericaneidad" de una novela, Balza nos invita a gozar un género que algunos consideran agonizante y hasta sospechoso.

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José Balza. Este mar narrativo. Fondo de Cultura Económica. México. 1987. 190 pp.

* Publicado el jueves 11 de febrero de 1988. Unomásuno. México. 
* Una versión editada y actualizada de este texto con motivo del reciente Premio Pedro Henríquez Ureña recibido por Balza fue publicada el domingo 23 de septiembre de 2023 en el diario La Patria. Manizales. Colombia: https://www.lapatria.com/opinion/columnistas/eduardo-garcia/el-venezolano-balza-y-el-universo-cervantino
* El pasado 31 de agosto de 2023 José Balza recibió el VIII Premio Pedro Henríquez Ureña de ensayo que le había sido otorgado por la Academia Mexicana de la Lengua en 2021.



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