sábado, 14 de septiembre de 2024

LOS CAMBIOS Y LOS ABISMOS

Por Eduardo García Aguilar


Sófocles, Homero, Virgilio, Dante y Thomas Mann fueron algunos de quienes practicaron el arte de percibir los momentos abismales que los seres humanos, naturaleza y sociedades enfrentan tarde o temprano y significan lanzarse a espacios y precipicios en una gran aventura, voluntaria a veces, y otras ineluctable.

Prometeo Encadenado en aquella cumbre solitaria vive la condena y Ulises se pierde en un largo viaje de décadas lejos de los suyos en lugares desconocidos e inhóspitos de donde pudo no haber vuelto jamás. Igual ocurre con el héroe de la Eneida, personajes y lugares de la Divina Comedia que aun nos estremecen. Y Thomas Mann ha creado un mundo paralelo en ese sanatorio helado de tuberculosos de donde pocos salían con vida. Personajes y sociedades contadas en muchas de esas obras nos muestran la fugacidad vital de los seres humanos y las civilizaciones creadas por ellos, que el tiempo reduce a polvo, cenizas y olvido.    

Así ocurre ahora cuando llegamos al primer cuarto del siglo XXI, ya avanzados en medio de graves conflictos bélicos y pandemias, pero también sacudidos por cambios insondables como la Inteligencia Artificial, la proliferación de las redes sociales y la conexión adictiva de humanos bajo el mando del poder financiero.

Muchas de las actividades humanas han registrado cambios radicales, pues al estar todos conectados accedemos en un instante a todas las informaciones posibles y somos intoxicados por ellas: la política cambió de perversidad y se convirtió en una guerra sucia de información y desinformación veloz que se practica desde sórdidos lugares financiados por poderes ocultos y tenebrosos.

En las diferentes épocas de la humanidad hubo cambios radicales como cuando empezaron a utilizarse alfabetos y escrituras, tabletas babilónicas o papiros egipcios, antes de llegar a niveles altos de conocimiento, transmisión de  saberes en las civilizaciones mesopotámica, egipcia, china, india, griega, maya, inca o romana, un sorprendente imperio éste último que se extendió por gran parte del mundo conocido, unificando tradiciones, costumbres y prácticas culturales y tecnológicas.

El Renacimiento con Venecia, Florencia, Verona y Roma fue otra época fantástica de cambios en arte, ciencia, filosofía, letras, ingeniería, cosmografía y matemáticas. La invención de la imprenta por Gutenberg constituyó una revolución tan importante como la provocada por la era internet de Bill Gates y Mark Zuckerber, de la que somos contemporáneos. El libro reinó durante medio milenio y ahora pervive como industria, aunque nuevos soportes lo reemplazan. 

En siglos pasados, humanos ilustrados coleccionaron libros a veces hasta la exageración o la patología. Cuando muere uno de ellos, su biblioteca va a la basura y si tiene suerte termina dispersa en librerías de viejo. Aunque quiera donar la biblioteca a una institución, el regalo es con frecuencia rechazado, pues ya no hay espacio. Las grandes bibliotecas individuales terminaron en desuso, convertidas en un encarte para los herederos.

Cualquiera puede poseer ahora la misma biblioteca en una tableta con capacidad infinita y llevarla de paseo en la bolsa de playa en playa y hotel en hotel. Así son los cambios y los abismos que cada generación enfrenta con escalofríos, haciendo de los sabios longevos dinosaurios caducos perdidos en un mundo que ya no los entiende y es para ellos incomprensible. 

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Publicado en La Patria, Manizales. Colombia, el domingo 14 de septiembre de 2024.



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