Por Germán Eugenio Restrepo
Aquello que miramos y no podemos
ver es lo simple. Lo que escuchamos
sin oír: lo tenue. Lo que tentamos sin
asir, lo mínimo.
Lao Tse (Tao Teh King)
No siempre para escribir acerca de un libro o de una novela se comienza por citar a esos mágicos textos que son el Tao Te King o el I Ching, ambos de alguna forma relacionados. Y creer con el escritor Umberto Eco que los libros conversan entre si , o aproximarnos a Jorge Luis Borges, para entender descifrado en el libro al universo, es solo una de las aristas que los libros nos brindan y nos ofrecen a cada momento.
Desde que descubrí el libro , siendo muy niño, un horizonte de vivencias y aventuras se abrió para mi y encontré en el una madeja de acertijos, laberintos, sugerencias, lugares, personajes, castillos, casas antiguas, bosques encantados y muchas historias y fantasmas que han poblado mi memoria y han generado la lúdica complacencia de ver en mi biblioteca repetida la canción sugerente de la poesía.
En una de esas tardes frías de Bogotá, mientras hurgaba y miraba libros en mi biblioteca, tomándome un café, encontré un libro titulado El viaje triunfal, del autor caldense y manizaleño Eduardo García Aguilar. (Tercer Mundo Editores. Bogotá. 1993)
Una novela que a pesar del tiempo transcurrido, tiene la vigencia de sus personajes y la textura representativa de un escenario histórico, muy próximo, para quienes hemos vivido en Manizales y tenemos para con esta bella ciudad el recuerdo de una vida cultural esplendente que ha quedado grabada en la memoria del afecto.
En esta novela: El viaje triunfal, prospera una narrativa que nos conduce por diferentes etapas de la historia de Colombia, auscultando el autor lo que es el intrincado discurrir del final del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Revive y pone en escena personajes como: José Asunción Silva, José Maria Vargas Vila, Enrique Gómez Carrillo y Cesar Vallejo, entre otros.
Define y muestra esa interesante e irreverente generación del Olimpo Radical que llega al poder en la década de 1860 y que erige la Constitución de 1863 o Constitución de Rionegro: federalista; y que le diera gran importancia a la educación y a la libertad de pensamiento.
Arnaldo Faria Utrillo, un personaje que define todo el fardo de dificultades que el escritor y el poeta asumen en un medio social complejo, y en donde el arte es simplemente un acontecer irredento, dentro de una cultura que siempre es pétrea e indiferente frente al proceso creativo planteado por el artista. Y lo que llama la atención de ese viaje triunfal, es que no solamente comprende un viaje realizado por el protagonista desde Latinoamérica, Europa y el medio oriente, para terminar en una ciudad como Manizales, poblada de ecos y fantasmas.
El
viaje triunfal, la bella novela de Eduardo García Aguilar, es el
itinerario de un artista: de un hombre que realizó su propio periplo y
que termina, no en una ciudad, sino en esa continuidad de la vida que se
realiza en la Barca de Caronte. Una novela para ser leída y
reflexionada, y que hace de la historia un tránsito: una posibilidad de
ser.
Por eso, un libro -siguiendo el Tao Teh King – es lo simple, lo tenue y lo mínimo. Y por eso precisamente, lo encierra todo.
Eso sentí al leer nuevamente la novela de Eduardo García Aguilar.
Sería interesante tomarme un café , con Arnaldo Faria Utrillo y que me hablara de una generación perdida en el tiempo, y en ese olvido que todo lo cubre y todo lo define.
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Publicado en Quehacer cultural Manizales. 28 de agosto de 2024
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