sábado, 11 de septiembre de 2021

EL SILENCIO DE LOS QUIMBAYAS



Por Eduardo García Aguilar

Así como en las sagas futuristas de la ciencia ficción, que exploran con la imaginación lo que podría deparar el universo dentro de muchos milenios en planetas desconocidos, uno podría aventurarse a traducir en palabras el atroz silencio dejado por las poblaciones indígenas que fueron exterminadas de tajo o poco a poco en los parajes donde después nacimos nosotros en los Andes. Ya lo han hecho algunos escritores de otros rincones y cordilleras del mundo que han tratado de imaginar la vida de quienes existieron a lo largo de decenas de milenios antes de la Revolución agrícola y el invento de las ciudades, la escritura, las leyes, los dioses y los archivos.  

Los ancestros humanos ya se se habían extendido por todo el planeta, hasta llegar hace 45.000 años a la ignota Australia rodeada por el mar para descubrir un universo desconocido de enormes canguros, serpientes y avestruces y criaturas y vegetaciones nunca vistas por ellos en los enormes espacios donde habían vivido hasta entonces, yendo de un lado para otro entre África, Oriente Medio, Asia y Europa. Ya estaban ellos dotados de las mismas cualidades cognitivas e imaginativas que nosotros poseemos, de modo que ya podemos imaginar lo que sintieron al llegar a aquellos lugares después de cruzar el océano en naves que maniobraban y perfeccionaban desde hacía milenios.

Al final de una larga carrera de éxodos, los humanos llegaron al continente americano aproximadamente hace 16.000 años y como lo cuentan los expertos en solo dos milenios ya se habían extendido por todo el continente desde el estrecho de Behring y Alaska hasta la punta de la Patagonia y Brasil, en una marcha vertiginosa que superaba en velocidad el lento camino de exploración y dominio de los continentes antes conquistados por el inteligente Homo Sapiens. 

Alguna vez  leía con atención el libro de Juan Friede Los quimbayas bajo al dominación española, publicado por el Banco de la República en los años 60, donde se relataba con minuciosos detalles, cuadros e ilustraciones como poco a poco aquellos habitantes prehispánicos fueron extinguiéndose hasta quedar solo unas decenas de  familias y entonces, desbordado de imaginación, el lector adolescente trataba desde las alturas de las cordilleras y el balcón de la ciudad natal de imaginar aquel territorio poblado por ese pueblo increíble que se vestía de oro y brillaba desde lejos con sorberbia magnificencia poética.

Cómo debían de brillar desde lejos los cascos, máscaras, narigueras, collares, pulseras, pectorales y tobillleras áureas de aquellos hombres que sin duda vivían en un paraíso de abundancia, como podemos hoy comprobar al viajar, caminar, marchar por todas esas cumbres, montañas, volcanes y colinas llenas de riachuelos cristalinos y una vegetación deslumbrante como en los largos valles y los cañones del río Cauca, que aun hoy nos sorprenden, pero que entonces debían ser aun más exagerados y mágicos. Los quimbayas fueron solo uno de tantos pueblos que a lo largo y ancho de estas tierras trabajaban y se vestían de oro. 

Todo eso se me viene a la mente ahora que se conoce la noticia de los innumerables entierros, huellas, objetos y rastros de este pueblo hallados por los arqueólogos después de la remoción de la tierra en el marco de extensos proyectos viales y de obras públicas. Se anuncia que todos esos vestigios serán catalogados y expuestos para las nuevas generaciones en la Universidad de Caldas, o sea que no correrán la suerte que tuvieron durante casi medio milenio todos esos hallazgos desaparecidos y dispersos por la codicia de conquistadores, colonizadores y guaqueros posteriores. 

A partir de esos restos salvados habría que traducir ese enorme vacío, ese enorme silencio de los exterminados, que aun por fortuna perviven en los pueblos indígenas de nuestro país. Pues esos pueblos hablaban, reían, sufrían, amaban, hacían fiestas, guerras, tenían mitos, dioses, caciques, sacerdotes, chamanes, músicos y leyendas. Esa gente viajaba, cultivaba, cazaba, comía al calor del fuego, dormía arrullada bajo el sonido de la lluvia y los aguaceros y se maravillaba por la luna, las estrellas, la salida y la caída del sol, los arcoíris y el paso fugaz de metoritos y cometas cósmicos. 

Por donde pasó la humanidad en sus decenas de milenios de avance fue exterminando la fauna que devoraba con avidez a medida que aumentaba la población, aunque había tanto territorio baldío en el mundo que era imposible agotarlo, si creemos a los antropólogos, demógrafos y paleontólogos exploradores de aquellos lejanos tiempos de los que casi todo ignoramos, porque no había aun escritura ni memoria concreta ni archivos ni relatos ni pirámides de quienes vivieron entonces, salvo los frescos de las cuevas de Altamira, Lascaux, Chauvet y otras que se están descubriendo en el sudeste asiático.

Traducir el silencio milenario dejado por esos pueblos siempre ha sido el reto de los científicos que se esfuerzan por encontrar huesos, esqueletos, figuras, rastros, huellas de viviendas y a través de los fósiles de los animales extinguidos que fueron devorados por ellos o por los cambios en la superficie intuir sus actividades y sus modos de vida. Es casi imposible, pero más allá de los científicos que trabajan en los yacimientos bajo la canícula para salvar la memoria, puede desatarse también la imaginación de los creadores de ficción o de los poetas para viajar hacia ese mundo incógnito del que solo nos quedan vestigios materiales sin carne ni voz. 

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* Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. 5 de septiembre de 2021.


 

3 comentarios:

Daniel Jorge de la Luz dijo...

Los Quimbayas por fin justipreciados. El libro de Friede debe ser extraordinario.
Excelente artículo, como toda tu eescritura. Saludos!

Carlos Javier dijo...

heredero de milienaria cultura/ de acendrada belleza y gran poderìo/señor de vasallos y esclavos/amo de la guerra y la rapaceria/cultor del tormento y la magia negra/ maestro oculto de todas las logias y religiones/ señor altivo que os sentais al lado de los dioses/ CACIQUE,,CACIQUE ANDINO!/ tus dominios son las montañas amdinas/ la magna cordillera que se extiende desde la tierra del fuego hasta las gelidas tundras de alaska/hasta los tuetanos de todo el continente/y sos el rey de las alturas nevadas/ donde los condores anidan y luchan por proteger a sus criaturas de tu saña de cazador y guerrero/ de tu afan de mantener tus manos ensangrentadas/eres glotòn y pendenciero/ ladron de mujeres y raptor de chicas/te sumerges en un deliquio de sexo y alcohol/ y te crees semejante a un dios/ porque te haces lamer el cuerpo untado de miel mezclada con oro/de aquellas pobres esclavas blancas que le robaste un dia a los odiosos imperiales españoles/ el casco y la alabarda ,el arcabuz y el pantalon rayado/ acechaste como una fiera/ como una pantera, como un ocelote/ he incastes tus dientes en aquel hermoso cuello blanco/ de aquella aurea y nivea mujer/ la hija de Quevedo/ capitan de las milicias de su majestad/ Te busca../ cuando te habra de encontrar/ CACIQUE,CACIQUE ANDINO!..
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· 37 min

RAFAEL ANTONIO CASTAÑO VÉLEZ dijo...

https://www.arrierias.com/que-significa-la-exclamacion-santiago-y-a-ellos-efectuada-al-sur-del-quindio-en-el-ocaso-del-siglo-xvi-por-rafa-davidzen/