Un gran alivio se sintió en Colombia con la elección
de Gustavo Petro como presidente después de décadas de encarnizada
lucha por llegar al poder. Los grandes adversarios del nuevo mandatario
no tardaron en reconocer su victoria y están ahora dispuestos a reunirse con él para dialogar o incluso a colaborar en la implementación del proyecto social que tiene planeado.
Al día siguiente fue saludado por el Secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken y horas después recibió una calurosa llamada del presidente demócrata
Joe Biden, quien conoce la trayectoria de Petro y sabe que grandes
sectores de su partido reconocen su talante de gran estadista y
coinciden con muchos de los puntos de su ideario, inscrito en la
social-democracia, el empuje keynesiano y el activismo ecológico,
que es una de las banderas del gobierno estadounidense bajo la férula
del ex secretario de Estado John Kerry y de centenares de países preocupados por el destino del planeta.
Salvo algunos recalcitrantes muy sectarios, envidiosos o fanáticos, los líderes políticos del viejo establecimiento descansaron con el desenlace de estas elecciones históricas, que culminan con más
de medio siglo de enfrentamientos animados por el objetivo ultramontano
de impedir a toda costa que la izquierda, incluso moderada, llegara al
poder y que nuevas generaciones pudieran asumir las riendas del país
después de realizar por mérito propio estudios universitarios o ejercer
por mandato electoral altas dignidades parlamentarias y ejecutivas.
Durante décadas los viejos dirigentes del
establecimiento colombiano hicieron todo lo posible por impedir el
ascenso de Gustavo Petro. Pero ahora reconocen que él les ganó la partida como otros grandes políticos de la humanidad que tras décadas de lucha, cárcel, calumnias y hostigamientos de todo tipo acceden en franca lid al poder aupados por una fenomenal oleada de rebelión democrática
popular. Pienso en Nelson Mandela, François Mitterrand, Luis Inacio
Lula da Silva, Dilma Roussef, Pepe Mujica y Andrés Manuel López Obrador, entre otros que sortearon con éxito las siete vidas del gato.
Los adversarios más encarnizados que hasta hace unos días lo consideraban un demonio, reconocen que Gustavo Petro pasa a la historia e inicia ahora un camino no solo como líder nacional sino como figura de gran rango en el panorama de los estadistas latinoamericanos. Petro luchó de joven como tantos otros colombianos por la justicia social y vio morir a miles de valores de su generación exterminados por las fuerzas oscuras. Después emprendió estudios de Economía en la Universidad Externado de Colombia y viajó por el mundo, conectándose con las nuevas corrientes del pensamiento. Además es gran lector de literatura y ensayos y escribe muy bien.
Dotado de gran inteligencia, elocuencia notable y gran capacidad oratoria, Petro nunca desfalleció ante los ataques y llevó
la flama de su ideario hasta lo alto, mostrando en el último tramo de
su lucha una gran serenidad ante los sucios ataques de los poderosos
medios venales capitalinos. Ahora Colombia sube de rango internacional
con esta figura que toda la prensa mundial saluda en las primeras
planas. Su consagración es más que merecida y es el fruto de una lucha honrada e idealista de más de cuatro décadas. Esa experiencia le dará fuerza y sabiduría para enfrentar los muchos obstáculos y reveses que sin duda tendrá su mandato.
Pues bien, Colombia tendrá al mando ahora a un estadista que hablará de tu a tu con Estados Unidos y Europa mirando al futuro y ejercerá liderazgo en la región latinoamericana que vive ahora una nueva era. Ya no seremos el hazmerreír que fuimos en el último cuarto de siglo y especialmente en los últimos años. Petro abre fronteras rotas y va al grano al propiciar con urgencia la creación de instituciones educativas para miles de jóvenes marginados que sueñan con crear un nuevo país más justo y moderno.
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Publicado en La Patria. Manizales, Colombia. Domingo 26 de junio de 2022.
4 comentarios:
Bien Eduardo. Buenas crónicas, frescas e informadas.
Hermosamente descrito, PETRO, GENIAL.
Tal vez de los pocos que no se alegró, fue ese "mercader" de la cultura que le apostó al caballo perdedor. Gracias Eduardo.
Amanecerá y veremos. Ni tan calvo ni con dos pelucas.
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