miércoles, 16 de abril de 2025

ÚLTIMO ADIÓS A MARIO VARGAS LLOSA

Por Eduardo García Aguilar

La muerte de Mario Vargas Llosa el pasado domingo de Ramos en Lima, significa el fin no solo del boom latinoamericano sino de toda una era de la literatura postcolonial inscrita en la era humanista iniciada con la aparición de la imprenta de Gutenberg y el pensamiento de Erasmo y la existencia de grandes escritores patriarcales, casi padres de la patria, como Victor Hugo, Goethe y Tolstói, que representaban la lengua y el país, continente o región donde se habla y ejerce.

Para los escritores de mi generación, que éramos adolescentes y soñábamos ya con escribir cuando circularon sus primeras novelas La ciudad y los perros y Conversación en la Catedral, entre otras, su presencia ha sido desde entonces y a lo largo de las décadas incesante y casi diaria debido a la fuerza proteica de su prosa y energía literaria. A los 35 años, el apuesto y brillante joven ya era una estrella mundial de la literatura, traducido a muchas lenguas y siempre estuvo en la primera plana de los diarios y las revistas donde se publicaban sus artículos, entrevistas, reportajes y ensayos, convirtiéndose en una figura familiar.

Los aprendices de escritores adolescentes devorábamos los libros de los autores patriarcales en boga en esos momentos, como Vargas LLosa y García Márquez, Cortázar, Arreola, Cabrera Infante, Borges, Asturias, Carpentier, Fuentes y tratábamos de imitarlos y emularlos en nuestros primeros escritos enviados a los concursos literarios colegiales.

A mi me gustaba más el mundo de Julio Cortázar después de leer Rayuela o sus cuentos, y escribí varios textos cortazarianos que no estaban tan mal. Y también me fascinó Cabrera Infante por su maravillosa y juguetona novela Tres Tristes tigres, la modernidad de su estilo, distante del naturalismo peruano de Vargas Llosa. 
 
Guardo aún una veinte páginas que son un pastiche de la narrativa del peruano que leo asombrado, pues es prueba de que los muchachos de entonces fuimos impactados de frente por las estrellas del boom, quienes en cierta forma se convirtieron en pesadas losas en el camino de la escritura, como lo fue el terrible macondismo garciamarquiano, que tantos estragos hizo y hace.    

Vargas Llosa brilló en el ejercicio de la novela como un instrumento realista y a veces naturalista apto para revisar la compleja historia de Perú, que aborda desde todos los ángulos hasta su última obra publicada Le dedico mi silencio (2023), ambientada en los años 50 y 60 en el medio musical de los valses criollos limeños. También abordó temas históricos de otros países del continente y el mundo.

El peruano trabajó desde muy joven en redacciones de diarios y fue periodista al llegar a París del servicio español de la Agencia France Presse (AFP) y de Radio France Internacional (RFI). Ejerció toda la vida la profesión detacándose como gran reportero y articulista de opinión. Muchas de sus novelas utilizan a fondo las técnicas periodísticas de reportería e investigación, como en las que aborda la dictadura dominicana, el Brasil de la guerra de Canudos o los abusos en el Congo Belga y en el Perú en tiempos del caucho y del protagonista, el inglés Roger Casement.

A través de personajes reales volvía a revisar episodios de la historia latinoamericana como dictaduras, conflictos raciales, luchas sociales, generando un gran fresco parecido a los murales mexicanos de Rivera, Orozco o Siqueiros. Sus técnicas narrativas, adictivas, amenas, atraen al lector fascinado por la agilidad de los diálogos y la descripción minuciosa de lugares, paisajes, personalidades, prendas, sentimientos y comidas. 

Sin duda aprendió bastante de los grandes novelistas realistas y naturalistas franceses del siglo XIX, a los que admiraba, como Victor Hugo, Balzac, Dumas, Flaubert, Zola y otros que leyó al llegar a París con su esposa la tía Julia, huyendo de un Perú donde se asfixiaba. Pero volvió al final de sus días, antes de morir, para recorrer los escenarios limeños narrados en sus primeros libros, allí donde comenzó su increíble destino.
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 La Patria. Manizales. Colombia. 20 de abril de 2025.








viernes, 11 de abril de 2025

EL FANTASMA DEL 9 DE ABRIL

Por Eduardo García Aguilar

Ahora que conmemoramos de nuevo el 9 de abril de 1948, una fecha crucial en la historia colombiana del último siglo, en todos los medios y las redes sociales aparecieron artículos e imágenes sobre las diversas versiones del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en pleno centro de la capital. Desde entonces se han publicado decenas, tal vez centenares de libros sobre el acontecimiento, entre los que se destacan los del escritor Arturo Alape, quien dedicó gran parte de su vida a estudiar los sucesos, entrevistando a centenares de personas y consultando todos los archivos posibles desde múltiples ángulos.

Poco después del magnicidio empezaron a salir en ediciones modestas de época libros pequeños de muchos de los protagonistas, como de quienes estaban al interior del palacio presidencial al lado del presidente Mariano Ospina Pérez y su esposa Bertha Hernández, que según dicen solía llevar pistola al cinto y era un personaje de armas tomar. También hay testimonios de los liberales que fueron invitados a la sede del poder cuando estaba a punto de ser tomada por los rebeldes, Bogotá ardía y Ospina buscaba consensos con ellos para salir de la situación.

Entre esas versiones hay por supuesto libros de los partidarios de Ospina Pérez y del conservatismo que llevan  agua a su molino para limpiar la imagen del presidente y empresario antioqueño, a quienes sus opositores y la esposa del sacrificado líder acusaban de ser el autor intelectual del crimen del líder liberal, cuyo ascenso político lo ponía a las puertas de acceder a la primera magistratura, algo inadmisible para el establecimiento.

Otras versiones son de personas que estaban en la calle y descubren con detalle desde todos los ángulos las circunstancias del asesinato y dan crédito ya sea a la versión oficial de que el asesino único fue Juan Roa Sierra y hacen investigaciones periodísticas exhaustivas sobre su vida, familia, y circunstancias previas a la supuesta acción criminal, como la compra de la pistola, el dinero que le dio a su esposa antes y su presencia antes en el lugar de los hechos.

Otros hablan de la presencia de un segundo tirador y cómplice, un tal detective de apellido Potes, que habría desarmado a Roa para entregarlo a la jauría después de los hechos y que según versiones declaró ya anciano y agonizante en la miseria a un viejo amigo, para liberarse del remordimiento, que él fue el verdadero asesino. Otros dicen que Roa Sierra fue solo un chivo expiatorio que se encontró por desgracia en el sitio y en el momento equivocado.

También se especula sobre la participación de los servicios secretos estadounidenses y hasta se involucra al joven Fidel Castro, quien estaba presente en el sitio del crimen y era uno de los centenares de invitados que vinieron a Bogotá a participar en la importante IX Conferencia Panamericana que se celebraba en la capital y era el evento ideal en el marco del cual se cometió el crimen.

Tal y como pasa en todos los magnicidios, como el del presidente estadounidense John F. Kennedy, ocurrido en 1963, en el de Gaitán todas las pistas fueron trucadas y al final las diversas versiones se entrecruzaron para que el asesinato quedara impune y sin solución posible. Lío de faldas, frustración del asesino, que había pedido empleo a Gaitán, y mil hipótesis más se mezclan con la actividad tenaz y múltiple de los detectives y sicarios de los temibles servicios secretos colombianos al servicio del régimen, que en ese entonces y después se las han arreglado para matar a miles de líderes opositores y candidatos presidenciales como Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro Leóngomez, Bernardo Jaramillo y tantos otros.

Plinio Apuleyo Mendoza, cuyo padre de mismo nombre estaba con su amigo Gaitán en el momento y recibió el cuarto impacto, también hizo su relato y presentó sus hipótesis, entre las cuales se destaca la presencia de ese misterioso segundo hombre, versión a la que Gabriel García Márquez, también presente en Bogotá el 9 de abril, daba crédito.  

La muerte de Gaitán ha producido centenares de libros, miles de artículos y fotografías e invadió también la ficción, pues desde entonces centenares de novelas han abordado el tema, pues no hay colombiano de la época o posterior que no haya oído en casa los relatos de sus mayores traumatizados por el acontecimiento, tanto que ahora, en el 2025, casi ocho décadas después, se sigue viviendo como si hubiese sido ayer. Y el crimen también ha invadido los sueños, pues los hechos se pasean con frecuencia en el ámbito onírico de los colombianos. Jorge Eliécer Gaitán sigue vivo entre nosotros como un fantasma incesante y su voz elocuente resuena aun en las esquinas.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 13 de abril de 2025.

               

 

sábado, 5 de abril de 2025

LA FUERZA CREATIVA DEL RUSO PUSHKIN

Por Eduardo García Aguilar

La novela en verso Eugenio Oneguin de Alejandro Pushkin, publicada en 1833, en pleno auge del romanticismo europeo, es una de las obras mayores de la literatura rusa, que casi dos siglos después sigue leyéndose y representándose en adaptaciones en ópera, teatro y cine como una obra moderna, ágil, juvenil, cautivante expresión de esa generación conmovida por los acelerados cambios del mundo y las guerras.

Es la historia de los amores cruzados de Eugenio y Tatiana, primero en un vecindario de grandes haciendas situadas en la provincia y luego en el Moscú aristocrático donde hierve la vida de los privilegiados cercanos al poder autoritario de los zares, en medio de lujosas fiestas donde se bailan y escuchan mazurcas y valses y la juventud heredera se prepara para reproducir el destino familiar trazado por los patriarcas.

Como casi todos los autores del siglo XIX ruso, Pushkin (1799-1837) optó por describir y relatar las vicisitudes amorosas y sociales de las élites aristocráticas y terratenientes ancladas en lejanos palacios campestres donde pasan los veranos y en las mansiones o apartamentos de Moscú y San Petersburgo, cerca de la corte zarista, pero en esta obra se siente además el palpitar del alma juvenil rusa de entonces, que es a la vez muy local y nacionalista, aunque también afrancesada, romántica y europea.

Oneguin es un heredero rebelde que después de una primera juventud acelerada de fiesta en fiesta se convierte en un frio ermitaño que se aleja de la mundanidad, de la misma forma que muchos personajes de las novelas rusas. Igual que en la Guerra y la Paz y Ana Karenina de León Tolstói, vivimos por dentro la vida de las familias privilegiadas, sus fiestas frecuentes y el interés de los mayores, patriarcas y matriarcas, por casar bien a su hijas con miembros de la aristocracia o el cuerpo militar al servicio del Zar. 

Pero después de la invasión de Napoleón Bonaparte, cuando Rusia logró vencerlo en épicas guerras, la juventud quedó marcada por el espíritu romántico liderado por Lord Byron y otros que murieron muy jóvenes como el propio Pushkin, unos en duelo y otros en el campo de batalla. Desde los tiempos Catalina y Pedro el Grande, las élites eran muy afrancesadas y en la corte siempre fueron recibidos unos tras otros libertinos e ilustrados dieciochescos como Voltaire o el precursor de la independencia latinoamericana Francisco de Miranda.

La obra es muy literaria, pues Pushkin, al contar la historia de su héroe menciona con frecuencia autores franceses, europeos y rusos que solían leer los jóvenes educados, el primero de ellos Lord Byron y su héroe Childe Harold. Y lo es aun más pues el ruso despliega su gran talento al describir campos y salones, habitaciones y el alma de los personajes secundarios como el muy joven e inocente poeta Laski, aun crédulo en amores y con pasión libresca. Sin olvidar a los campesinos y a la servidumbre.   
 
Pushkin murió a los 37 años a causa de un duelo, como era usual en aquel tiempo, pero en su corta vida dejó obras magistrales que lo convirtieron en un ídolo de la literatura rusa. Entre ellas se destacan además de Eugenio Oneguin, libros como La hija del Capitán y Boris Godúnov, entre otros que nos conmueven aun por su fuerza, la intensidad de sus sentimientos y la capacidad para adentrarnos en el espíritu ruso de aquellos tiempos.

Leyendo a Pushkin nos percibimos de los fuertes lazos que Rusia ha tenido en sus mejores tiempos con Francia y con Europa, aunque a veces tuvo que enfrentarse a los ejércitos de las potencias que siempre codiciaron sus grandes extensiones e incontables riquezas naturales. También en otras épocas fue aliada de Europa, como lo muestra el papel que desempeñó en la derrota del nazismo en la Segunda Guerra mundial, donde perdieron millones de soldados.

Por eso siempre es un gran placer volver a leer a Pushkin, Turguéniev, Gogol, Tolstói, Dostoievsky y al gran Mijail Bulgákov, autor de El maestro y Margarita, que por sus delirios tiene vasos comunicantes con esta novela romántica del malogrado poeta, cuya prematura partida lo dejó joven para siempre.    
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Publicado en La patria. Manizales. Colombia. Domingo 6 de abril de 2025.


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domingo, 30 de marzo de 2025

LA LECCIÓN DE LOS TERREMOTOS

Por Eduardo García Aguilar


La terribles imágenes del terremoto que sacudió Birmania, Tailandia y varios países del sudeste asiático este viernes, en especial las del desplome de varios rascacielos, muestra la terquedad de los humanos que se empecinan en construir torres altísmas en lugares conocidos por la ineluctable actividad sísmica que nunca perdona.

La voracidad de los empresarios inmobiliaros no tiene límite y con tal de vender apartamentos a los incautos y enriquecerse rápido, construyen adefesios junto a precipicios o en medio de regiones o fallas tectónicas que tarde o temprano serán sacudidas por terremotos. Les importa un comino la vida de sus clientes, que aspiran con esfuerzo a ser propietarios y adquieren solo sueños.

América Latina, desde Estados Unidos hasta la Patagonia, está cruzada por una enhiesta cordillera que muestra el implacable y violento choque de las placas y las fallas tectónicas que se encabalgan unas sobre otras creando altas cumbres nevadas coronadas por volcanes.

En Estados Unidos se sabe desde el terrible terremoto de San Francisco en 1906 que todas las ciudades y localidades costeras de California serán sacudidas por un terremoto que ya denominan el Big One y así sucesivamente México, Guatemala, Centroamérica, Colombia, Perú y Chile tienen en su prontuario histórico inolvidades y terroríficas conmociones telúricas que todos los latinoamericanos hemos experimentado desde niños y los prehispánicos conocían y conjuraban con sus propios métodos de construcción.

Pero los rapaces magnates inmobiliarios contemporáneos olvidan ese pasado con la complicidad de las autoridades corruptas y es aterrador ver como casi todas las ciudades medias basan su reciente desarrollo y progreso según el número de rascacielos y edificios que conforman un impresionante skyline, del que se sienten orgullosos. Nadie los controla, nadie prohíbe sus fechorías, no hay planes urbanísticos serios.

Han olvidado que nuestros ancestros construían casas y edificios de bahareque y guadua que eran bellos y livianos y resistían los impactos telúricos y que los prehispánicos peruanos dotaban a los cimientos de sus viviendas de una extrañas bolsas tejidas llenas de piedra que ayudaban a reducir el impacto de los sismos, que conocían desde hace milenios y experimentaban de generación en generación.

Pero el absurdo desarrollismo del siglo XX en América Latina impuso la idea de que una ciudad o incluso un pueblo son más prósperos si se llenan de inmensos rascacielos de cemento que imitan a las torres de Nueva York y los ricos países árabes de Oriente Medio, donde los jeques invierten miles de millones de dólares en desafiar los cielos con sus absurdos delirios de nuevos ricos, y así ocurre en Tailandia, Singapur, China, India y otras zonas telúricas del llamado Tercer Mundo. 

Sobreviviente del terrible terremoto de noviembre de 1985 en la Ciudad de México y testigo de aquel desastre inenarrable, vi como todos los edificios recientes construidos en tiempos de la prosperidad petrolera de la segunda mitad del siglo XX caían unos tras otros como castillos de naipes o se hundían mientras las construcciones coloniales o decimonónicas resistían, como la mía, el famoso edificio de la Casa de las Brujas en la Plaza Río de Janeiro de la Colonia Roma, que me salvó la vida.

Decenas de miles de personas murieron aplastadas en esos feos edificios del progreso construidos con malos materiales en un lugar que se sabía no era apto para ese tipo de construcciones pues era un antiguo lago en zona sísmica. Pero 40 años después los rascacielos siguen proliferando en esa ciudad y en todas las ciudades grandes y medias del llamado Tercer Mundo, donde reina el cemento y la codicia inmobiliaria ante la indiferencia de las autoridades de control que se hacen los de la vista gorda y cobran por ello.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 30 de marzo de 2025.

   




domingo, 23 de marzo de 2025

CONTAR LA VIDA PROPIA

 Por Eduardo García Aguilar

Una de las corrientes más fuertes y exitosas de la narrativa contemporánea en este siglo XXI es la relacionada con el relato autobiográfico, la confesión o la recuperación de personajes históricos o familiares que se convierten en materia novelística.

Este tipo de libros son los que logran más ventas y llenan las estanterías y las mesas de las librerías del mundo, relegando a un segundo plano otras expresiones literarias más elaboradas.

Aunque muchos autores siguen ejerciendo la ficción como tal, tratando de que crear mundos originales dentro del mundo, o practican una rebelde voluntad de estilo hasta llegar a lo barroco o lo muy subjetivo, la industria editorial multinacional casi en todos los países, liderados por Francia, España y el mundo anglosajón en general, privilegia ahora los relatos donde los autores de todas las edades, sexos y orígenes se desnudan y abren al lector la vida íntima de las familias o la suya propia, con sus tragedias, enfermedades y sangrientos secretos.

De esa manera logran una conexión profunda con muchos lectores, que encuentran en esos libros formas de identificación profunda, como si fueran espejos que abordan los dramas más duros de la existencia, que en fin de cuentas es la tragedia de todos.

Esos libros en boga en estos tiempos, que se venden como novelas, son en cierta forma variantes de la autoayuda y abordan temas como el suicidio de un familiar, el abuso sexual, el incesto, las dificultades generadas por el género, la orientación sexual, la discapacidad o la raza.

La confesión autobiográfica siempre existió en la historia de la literatura humana, pero se consideraron obras de no ficción, y muchos de sus autores a lo largo de los siglos lograron un prestigio inmortal con sus relatos y desnudeces personales, como en las Confesiones de San Agustín, las Memorias de Giacomo Casanova y las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand y tantos otros magníficos prosistas.

En los últimos siglos se consideran como ejemplos máximos de las obras de ficción el Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, sin olvidar los grandes clásicos rusos Tolstoi y Dostoievsky, los franceses Balzac, Dumas y Victor Hugo, el inglés Charles Dickens, el estadounidense Mark Twain y la Metamorfosis y otros libros del praguense Franz Kafka. La lista sería interminable.

En las últimas décadas Francia lideró ese viraje hacia la autoficción con los grandes éxitos del Premio Nobel Annie Ernaux y Catherine Millet, autora de La vida sexual, seguidas por Virginie Despentes, Christine Angot o El consentimiento de Vanessa Springora, la última de esa saga femenina.

Entre los hombres, el más celebrado ha sido Emmanuel Carrère. Después de ellos, la tendencia se volvió mundial.

Y los periodistas autores de reportajes narrativos ahora también reivindican la parte de la torta y exigen ser considerados como novelistas. Los exquisitos autores de ficción que no se escudan en el yo están ahora de capa caída.

Cuando uno lee las Confesiones de San Agustín (354-430), publicadas en la colección Austral, se da cuenta de que es un libro moderno, casi contemporáneo, que cuenta las peripecias personales de un terrible pecador carnal que se acerca a Dios y se convierte en uno de los grandes padres del cristianismo.

Es un libro febrero, donde vivimos el día a día de un hombre de su época. Y ni qué decir de ese otro gran libertino, Casanova, que nos lleva de visita a la Venecia ya la Europa de su tiempo a través de las aventuras amorosas.

Y para cerrar el círculo contemporáneo, también se está dando un viraje reciente con el auge de la poesía confesional que se abre cada vez más camino y margina otras expresiones poéticas que algunos consideran más puras y abstractas, inspiradas en grandes poetas como Stéphane Mallarmé y TS Eliot. De esa forma regresa el gran poeta nacional de Estados Unidos Walt Whitman, cuyas Hojas de Hierba, son ejemplo máximo de la poesía confesional, patriótica y narrativa.

Pero los amantes de la ficción quijotesca seguirán disfrutándola hasta el delirio.

Lo autobiográfico tal vez solo sea un síntoma, una moda fugaz de nuestro amargo tiempo.

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo  23 de marzo de 2025.


martes, 18 de marzo de 2025

GREGORIO SAMSA EN CARTAGENA


Por Eduardo García Aguilar

 Gregorio Samsa supo a tiempo por varios indicios que su amigo Franz Kafka quería convertirlo en un inmundo insecto y antes del alba escapó de su casa modesta sin que se enteraran su padre, su madre y sus hermanas y se dirigió corriendo a la estación de trenes de Praga por las calles mojadas, donde saltó sin comprar boleto hacia un tren que estaba a punto de partir a Berlín.

En Berlín Gregorio Samsa se sintió a salvo, lejos de su tierra natal, el castillo omnipresente, el codicioso jefe de la empresa de hilos, los capataces y la mirada inquisidora de vecinos y familiares, en especial la de su padre autoritario, un hombre alto y de gran vozarrón que se escuchaba día a día en la modesta vivienda donde residían.

Allá estaba obligado a trabajar para saldar las deudas de su padre y ayudar a la familia en un empleo aburrido y rutinario que lo llevaba con frecuencia a viajar a ciudades de provincia y entrar en contacto con todo tipo de clientes pesados, cascarrabias y avaros. Presionado por traer buenos resultados y pedidos, vivía angustiado y se comía las uñas teniendo un peso metálico en su palpitante corazón.

Berlín la cosmopolita le encantó y se instaló en una pensión barata no muy lejos de la Avenida Unter den Linden, en una cuadra con deliciosos restaurantes para trabajadores donde comía, entre el bullicio y la humareda de los cigarrillos, platos de lentejas, papas y rodajas de cerdo en salsa acompañados por vino barato y generoso.

Nunca había sido tan feliz y la timidez fue desapareciendo poco a poco, su rostro antes tenso y el rictus de amargura cotidiano dieron paso a una expresión serena y convivial, como si la vejez artificial y prematura de Praga hubiera desaparecido para revelar de repente al verdadero joven que era en realidad. Su corazón palpitaba de alegría después de tomar ese vino, cuyas copas sonaban al chocarse en los brindis de rozagantes comensales, camareras risueñas y muchas empleadas modestas que llegaban allí con sus novios o amigas para compartir después del trabajo largas horas de fiesta.No tardó en trabar amistad con algunas de esas muchachas robustas y cómicas que lo llamaban Greg y lo invitaban a caminar por los bulevares cuando el tiempo era benévolo, o a pasear junto a ríos y lagos viendo a lo lejos la danza de los cisnes y el jugueteo de parejas de patos sobre la superficie oscura del agua profunda y helada.

Él, quien antes pasaba su vida encerrado en las oficinas de la fábrica de hilos al lado de contadores o en las pensiones donde pernoctaba cuando viajaba a pueblos perdidos de comarcas lejanas, o en la aburrida casa familiar, atormentado por miedos y pesadillas, descubrió el olor del bosque, el aroma de musgos y troncos forestales donde crecían hongos enormes, carnosos y coloridos y sobre todo el perfume de las mujeres berlinesas del pueblo que le coqueteaban y lo perseguían corriendo por los senderos de los parques.
Gregorio Samsa no podía creerlo y unos meses después, cuando gracias a su experiencia encontró empleo en una empresa distribuidora de hilos y máquinas de coser que administraba uno de los jocosos comensales de las tabernas de la calle donde vivía, se le podía ver elegante con sombrero de copa, paraguas, corbatín y traje del brazo de Herta, una de aquellas jóvenes que logró al fin seducirlo después de muchos paseos por las orillas del lago central.
Un día su jefe lo condujo a la oficina del director general, que estaba acompañado esa mañana por un rico empresario latinoamericano, nativo de Colombia, quien desde hacía meses estaba en Alemania haciendo gestiones para comprar y llevar a su país las máquinas de coser que distribuían allí, así como pedidos enormes de telas, agujas, dedales e hilos y otras mercaderías que viajarían al terminar su viaje de negocios en un enorme barco que salía de Hamburgo y que estaban destinadas a surtir una nueva tienda distribuidora en la capital del lejano país y una sucursal bodega en Cartagena de Indias, encargada de recibir los envíos tras cruzar el Atlántico. El rico colombiano había llegado a un acuerdo con el director para ser el distribuidor exclusivo y representante de esos productos en ese país.
El director le propuso a Gregorio Samsa ser el enviado de la empresa con la misión de gerenciar la bodega receptora en el viejo puerto colombiano, a donde llegaban los barcos después del largo viaje. Tras aceptar la propuesta no durmió durante varios días de la preocupación por lanzarse a un mundo desconocido, pero su amante la rolliza y simpática Herta lo animaba y lo hacía conciliar el sueño después de horas de caricias y amores interminables.
Gregorio y Herta viajaron en verano en un enorme transatlántico de la American Linie supervisando la llegada a buen puerto del enorme cargamento de mercancías y meses después ya estaban instalados en Cartagena de Indias en una casa colonial llena de flores, papagayos y loros reales, donde un año después nacieron sus primeras gemelas en medio de las atenciones del servicio doméstico.
La familia creció con los años y se convirtió en una de las más distinguidas del puerto. La nueva sociedad, en la que Gregorio terminó por poseer la mitad de las participaciones, creció sin límites y creó sucursales en muchas ciudades del interior. Dominó pronto y con facilidad la nueva lengua e inclusive llegó a hablar con acento costeño, a bailar en las recepciones como ninguno y a ser uno de los hombres más joviales y generosos de su tiempo.
Nadie en Praga y menos su familia podía imaginar la extraordinaria metamorfosis de Gregorio Samsa, el hijo desaparecido que nunca dio noticias de su destino. Por su parte, su amigo el escritor Franz Kafka, frustrado en su intento de convertirlo en un horrendo insecto, renunció a la vida literaria y murió años después deprimido, pobre, tuberculoso, sifilítico y alcohólico, sumido en el más absoluto anonimato.

Eduardo García Aguilar (Manizales, 1953) es novelista, poeta y periodista colombiano, radicado actualmente en París. Durante más de quince años vivió en México, como corresponsal de una agencia internacional de noticias. Ha publicado las novelas Tierra de leones (1986), Bulevar de los héroes (1987) y El viaje triunfal (1993), la colección de relatos Urbes luminosas (1991), los libros de poemas Llanto de la espada (1992) y Animal sin tiempo (2006), así como Celebraciones y otros fantasmas: Una biografía intelectual de Álvaro Mutis (1993), Delirio de San Cristóbal. Manifiesto para una generación desencantada (1998), Voltaire, el festín de la inteligencia (2005) y París Exprés (2016). Libros suyos han sido traducidos al inglés, francés y bengalí.


lunes, 17 de marzo de 2025

LOS TIEMPOS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL

Por Eduardo García Aguilar

Siempre he considerado a la Universidad Nacional de Colombia, en su sede de Bogotá, como mi Alma Mater, aunque solo estuve ahí estudiando Sociología dos años intensos e inolvidables que marcaron para siempre mi camino en las ciencias sociales y por supuesto en la literatura. En aquel entonces esa carrera era la de moda en ese campo, como lo fue antes el derecho y después el periodismo, y las tres han graduado millones de estudiantes en el mundo.

Durante un siglo e incluso en la actualidad, la carrera de derecho lleva la delantera y aunque sin duda ha graduado y gradúa a muchos que más tarde serán bandidos o cómplices de la corrupción, también es cierto que una gran mayoría de los abogados quedan marcados por las clases de grandes juristas generosos y sabios, que además de elocuentes, aman las letras y el pensamiento por sobre todas las cosas, inspirados en los discursos y la vida de Cicerón.

Se supone que el abogado debe saber hablar y argumentar y además escribir bien, sin lo cual no podrá brillar en los estrados ni en las oficinas. Nuestro país es y  ha sido sin duda uno de abogados y cuenta en todo el territorio con excelentes universidades, donde siempre se han destacado notables docentes que además de transmitir los conocimientos a sus alumnos, vibran en el fondo de la vida real de un país tan complejo, violento e impredecible como es Colombia.

Un día antes de su muerte trágica, Jorge Eliécer Gaitán ganaba un caso como penalista y al día siguiente seguía con su febricitante actividad política en la Jiménez con séptima donde lo mataron, animado por los años que estudió en Roma y conoció allí a los mejores maestros en la capital que dos milenios antes fue centro del más brillante y poderoso imperio jamás conocido.

En mi caso, tambíen debí ser estudiante de derecho, pero en esos tiempos colombianos agitados de cambios y pasión por la justicia social, sentí el llamado de seguir por otros rumbos y optar por la Sociología en la más prestigiosa sede fundada por el padre Camilo Torres y donde en un principio dominaron las ideas de Orlando Fals Borda. Mi sabio padre, que era muy prudente, comprendió mi camino y decidió que nos íbamos a vivir a Bogotá, donde ya mi hermano mayor Humberto se había graduado en derecho y ciencias políticas en la Gran Colombia.

Mi padre me acompañó el primer día de inicio de clases hasta la entrada de la Universidad en la calle 45 y desde entonces viví con pasión la magnitud de aquella experiencia inolvidable, no solo recibiendo clases de grandes eminencias como el profesor de historia Darío Mesa o del geógrafo alemán Ernesto Gühl, quien nos llevó a la laguna de Guatavita y nos abrió las puertas del Instituto Agustín Codazzi, sino que entramos de lleno en aquel universo de mil ventanas y puertas donde vibraba una generación rebelde y soñadora.

Estaban a un lado las residencias "la Gorgona", donde residían centenares de estudiantes provenientes de las provincias y al otro las residencias femeninas y otros recintos para jóvenes que vivían de lleno la soledad de la fría urbe. En mi caso, tenía casa no lejos de allí y muchas veces mis compañeros de otros departamentos venían a pasar tardes enteras. Así conocí condiscípulos de Girardot, Moniquirá, santandeareanos, costeños, llaneros, boyacenses, chocoanos, bogotanos o antioqueños y pronto ya tenía uno todo el país en la cabeza.

Además de las clases, conferencias, exposiciones de arte y cineclubes, se registraban violentas manifestaciones y huelgas que convertían la 26 en un campo de batalla. Pero uno visitaba también las bibliotecas Luis Angel Arango o la Nacional y recorría el centro lleno de espléndidas librerías hoy desaparecidas, cines y cafés visitados por leyendas como Luis Vidales, Jorge Zalamea o León de Greiff y ahí, viéndolos de lejos, entre todos soñábamos con cambiar el país.

Ahí en la Nacional vivimos inocentes, en el Jardín de Freud, frente a la sede de Sociología, las jornadas insomnes del golpe de Estado en Chile, con la esperanza de que un milagro ocurriera y después como por arte de magia el tiempo se difuminó. 
 
Como terminar una carrera con tantas huelgas podía durar lustros o décadas, llegó el tiempo de volar a Francia a buscar otros rumbos. Pero cada vez que vuelvo a la sede de la Nacional siento que es mi casa, el epicentro donde comenzaron tantas cosas maravillosas. 
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 16 de marzo de 2025. 
*** Foto del Jardín de Freud en Sociología en la Universidad Nacional, mi primera Alma Mater.

       


  
 
 

 

 

sábado, 8 de marzo de 2025

VENUS Y LA LUNA SOBRE EL POMPIDOU

Por Eduardo García Aguilar


En lunes 10 de marzo cierran los pisos de la colección permanente de arte moderno del Centro Pompidou y por eso había que ir a ver una parte de la colección antes de que desaparezca de la observación pública por cinco años, mientras se realizan los trabajos de renovación total del excéntrico edificio inaugurado hace casi medio siglo, uno de los íconos de la arquitectura moderna.

Debido a la afición por el arte moderno del presidente Georges Pompidou y su esposa, el gobierno realizó una convocatoria para construir un museo moderno en espacios abiertos en aquellos tiempos en pleno vientre de París y los ganadores fueron Renzo Piano y Richard Rogers, jóvenes arquitectos novatos que nunca imaginaron que su proyecto loco, que hicieron por molestar, fuera el elegido de entre centenares de propuestas. 

El edificio aun hoy impresiona por su delirio, pues el proyecto tenía como idea construir un edificio de módulos que dejara ver toda la estructura interior, por lo regular oculta, y así desde lejos se ven centenares de tubos, varillas y estructuras metálicas pintadas de colores estrafalarios a tono con la década de los 70, cuando estaba en auge el arte pop, la escultura chatarra, el arte pobre y las imaginerías de escultores como Calder y otros que conquistaban el mundo con sus delirios asimétricos, disimétricos y cambiantes de hierro o latón.

Pompidou, autor de una de las mejores antologías de la poesía francesa,  murió en abril de 1974 y no pudo ver su obra, inaugurada en 1977 por el siguiente presidente, el centrista Valery Giscarg d'Estaing. A todos los niveles se accede desde entonces por unas escaleras eléctricas entubadas con forma de oruga y al llegar al más alto piso se logra una vista espectacular de la ciudad. Este 6 de marzo de adioses, al fondo se veía en el crepúsculo la torre Eiffel y arriba Venus brillando como nunca, tras una jornada soleada con cielo azul que presagiaba ya la primavera, después de un largo y monótono invierno.

Al frente hay una gran explanada donde varias generaciones de saltimbanquis han desplegado sus artes y oficios como en los tiempos del medioevo, un lugar despejado donde en una esquina se encuentra el taller del escultor rumano Brancusi y suenan las músicas improvisadas, la actividad de artesanos y artistas y el tropel de los visitantes que hacen cola para acceder a los varios espacios.

A lo largo del tiempo ahí ha habido exposiciones rigurosas y muy bien curadas de todos los movimientos artísticos modernos del siglo XX, suprematismo, futurismo, cubismo, dadaísmo, expresionismo, surrealismo, arte abstracto, y retrospectivas de grandes artistas como Dalí, David Hokney, Jeff Koons, Lucien Freud, Francis Bacon o Amselm Kiefer. Ahí se han visto también retrospectivas de latinoamericanos inolvidables como la mexicana Frida Kahlo y el cubano Wilfredo Lam.

Pero además ha sido sede de coloquios y conferencias, debates interminables sobre los temas del arte contemporáneo y el mundo fascinante de ese siglo de guerras y explosiones artísticas. Con sus dos salas de cine y teatro, también en ese lugar el arte moderno y la poesía han seguido su rumbo desde entonces.

Antes ya habían cerrado los tres niveles de la Biblioteca pública de información, frecuentada masivamente por la gente, y hacia septiempre todo el edificio cerrará por completo durante un periodo que puede prolongarse. O sea que los turistas del mundo amantes del arte moderno que suelen visitarlo quedarán en ascuas y huérfanos y tendrán que esperar para volver a subir por esas escaleras eléctricas entubadas y exteriores que hacían las delicias de todos, viejos, maduros y niños.

Con mis amigos Gustavo Nieto y Miguel Angel Reyes, notables artistas contemporáneos colombianos que viven desde hace mucho tiempo en esta ciudad, recorrimos la sala donde están los principales cuadros de las dos primeras décadas del siglo XX que revolucionaron para siempre el arte, con obras de Picasso, Braque, Picabia, Goncharova, Kupka, Marcel Duchamp, Suzanne Valandon, Max Ernst y tantos otros. Una delicia verlos antes de que se oculten por un tiempo. Hace un siglo ellos dinamitaron el arte mundial y abrieron pasarelas hacia el futuro, que hoy siguen vigentes en medio de preocupantes tambores de guerra. 
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Publicado en La patria. Manizales. Colombia. Domingo 9 de marzo de 2025.

sábado, 1 de marzo de 2025

EL CORRIDO DE CARO QUINTERO


Por Eduardo García Aguilar

El legendario capo mexicano Rafael Caro Quintero, uno de los primeros grandes traficantes de marihuana y cocaína latinoamericanos que a los 33 años ya era rico y poderoso y cuya vida amorosa era seguida en los años 80 cuando aparecían en primera plana sus fotos de joven, astuto  y apuesto galán, fue al fin extraditado el jueves después de 40 años de peripecias por el gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum, tras las fuertes presiones y amenzas del nuevo Calígula estadounidense Donald Trump.

En una impresionante escenografía filmada y transmitida en directo desde Nueva York se ve al anciano capo de 72 años, ya ni sombra de lo que fue en su juventud, bajar encadenado las escalinatas del avión de la Fuerza aérea mexicana rodeado de robustos agentes de la DEA que no olvidan mató a uno de sus agentes hace cuatro décadas. 

El capo, oriundo de Badiraguato, en la narcq Sinaloa, como su sucesor Chapo Guzmán, ahora preso para siempre en Estados Unidos, llegó a tener sembradíos gigantesos de marihuana en el norteño Estado de Chihuahua, antes de pasar a las ligas mayores de la cocaína. Como su homólogo colombiano Carlos Ledher, con quien tuvo muchas similitudes en el estilo, generó leyenda antes de caer aun joven en Costa Rica, a donde huyó enamorado de una joven de 17 años que hizo una llamada imprudente a su familia, causando su prematura desgracia.

El narco norteño, al que le han sucedido decenas y decenas de figuras como el El señor de los Cielos, el Mayo Zambada o El Chapo Guzmán, vivía como Lehder su temprano éxito, al tener comprados a policías, militares, autoridades locales y federales que le facilitaban andar como pedro por su casa a lo largo y ancho del país. El entonces líder del Cártel de Guadalajara no solo era era famoso por sus grandes cultivos de marihuana y tráficos de cocaína, sino por haber matado al agente de la DEA Kiki Camarena, después de torturarlo y enterrarlo vivo en venganza porque el policía infiltrado fotografió desde los aires sus tierras chihuahuenses, razón por la cual Estados Unidos lo tenía en la mira desde entonces.

Caro Quintero pagó como Lehder una larga condena de casi tres décadas y fue liberado en 2013 por la justicia mexicana, para desaparecer luego de los radares de las autoridades y continuar con sus actividades, enfrentado a otros carteles creados por las nuevas generaciones. Pero nunca volvió a ostentar el poder de antaño y hace unos años fue apresado de nuevo.

Para nadie es un secreto que los capos mexicanos han contado a lo largo de más de medio siglo con la complicidad de las autoridades, llegando a poner sus fichas en el más alto gobierno y en la jerarquía militar. Al ser México un país muy nacionalista por tradición desde los tiempos de la Revolución Mexicana, sus gobiernos han sido reticentes a extraditar a sus narcos a Estados Unidos, por lo que de las cárceles solían escaparse en acciones cinematográficas, como ocurrió varias veces con El Chapo Guzmán.

Pero ante la presión de Trump, el gobierno mexicano, prudente, decidió hacer un gesto entregándole al asesino del agente de la DEA y a una treintena de otros capos de diverso rango, gesto que complace sin duda al nuevo sheriff gringo, un día antes de que se reunieran en Washington altos funcionarios de ambos gobiernos.

El viejo capo mexicano pertenece a la historia, como el colombiano Carlos Lehder, con la fortuna de que lograron sobrevivir, a diferencia de centenares de narcos como Pablo Escobar que murieron acribillados por las autoridades o en vendettas entre cárteles. Los septuagenarios capos Caro Quintero, El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán, tres leyendas del narco mexicano, pasarán sus últimos años tomando la sopita del abuelo en celdas de prisiones de alta seguridad gringas, pero vivos al fin y al cabo, recordando en la soledad sus proezas juveniles. Pero el negocio seguirá vivo y coleando, al mando de nuevos capos vigorosos.   
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 2 de marzo de 2025.

 










sábado, 22 de febrero de 2025

LA ENERGÍA DEL PAPA FRANCISCO

Por Eduardo García Aguilar

Fue gran sorpresa cuando el 13 de marzo de 2013 un prelado francés anunció en latín el nombre del nuevo Papa y se identificó el apellido del cardenal argentino Bergoglio, quien ya en el anterior cónclave había sido finalsta ante Benedicto XVI. Poco después, desde una ventana en las alturas de Vaicano, en medio de una escenografía romana e imperial, apareció todo vestido de blanco el robusto jesuita, hombre lleno de vida que marcó historia en su natal Argentina.

Me encontraba en la redacción de la agencia internacional donde trabajo y ante la sorpresa fui a abrazar y a felicitar al colega argentino que me acompañaba aquella noche y que para variar es de origen judío y poco creyente. Pero la verdad, como cuando los fanáticos celebraban al gran futbolista mítico Diego Maradona, daba placer ser testigo de una noticia inédita por todos los lados.

Por primera vez un latinoamericano accedía al trono de San Pedro y además uno que aparecía entre los progresistas de la Iglesia, diferente a sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, que de eso tenían poco y más de todo lo contrario. El polaco Wojtila criticaba con duras palabras a los sacerdotes y obispos latinoamericanos que tuvieron simpatías por la Teología de la Liberación o Golconda y abogaban por una Iglesia que defendiera a los pobres.

Es inolvidable aquella escena cuando Juan Pablo II regañó como a un niño al cura Ernesto Cardenal, quien era ministro de la revolución nicaragüense y desde antes, en su refugio de Solentiname, abogaba por las luchas latinoamericanas en contra del imperio del norte. El regaño era además al poeta de los Salmos, al cura comprometido que estudió en Medellín, y era otro de los que acogieron las ideas revolucionarias del padre Camilo Torres. Cardenal, que llevaba barba, boina y se vestía todo de blanco, recibió arrodillado con paciencia el regaño del impetuoso y atlético esquiador polaco.

Benedicto XVI era de otro estilo mucho más conservador. Se trataba de un viejo intelectual y teólogo exquisto, antiguo burócrata del Vaticano, amante del arte, la música clásica y pianista, apegado a los rituales milenarios de la Iglesia e incluso a la elegante vestimenta tradicional, las capas, las medias de fina seda y los zapatos impecables rojos de charol. Benedicto visitó varias veces Colombia y solía permanecer en el convento de El Rosal, en la sabana de Bogotá, donde lo recuerdan cuando tocaba piano o hacía disertaciones filosóficas.

Desde el principio, al escoger como nombre el de Francisco, el santo de Asís, el poverello, el nuevo pontífice mostró con claridad la línea de un pontificado inclinado hacia los más pobres y abierto a los países del Tercer Mundo, muchos de los cuales visitó en agotadores viajes por Indonesia, Africa, Asia Central, Medio Oriente o Colombia, que recuerda su entusiasmo y sus visitas a pobres en Cartagena de Indias, donde se hizo un chichón al chocar contra una piedra el Papamóvil.

Hombre práctico, de alto nivel intelectual y estratega político, Francisco ha sido sin lugar a dudas un papa revolucionario que plantea cambios polémicos entre los más conservadores, como la apertura hacia los fieles católicos homosexuales, el empoderamiento de las mujeres, el compromiso ecológico, entre otros muchos temas. Además se destaca su bonhomía, simpatía e infatigable trabajo y su negativa a aposentarse en los palacios o gozar del lujo, visitar la residencia de verano de Castel Gandolfo y optar por residir en la Residencia de Santa Marta, donde desayuna y almuerza con las monjas o los trabajadores de limpieza.

Internado en el Hospital Gemelli, Francisco no está "aun fuera de peligro", dicen sus médicos, pero bromea y con su energía característica desea salir de nuevo para continuar con las tareas del pontificado. Sin duda es un papa admirable de la estirpe de aquellos que como Juan XXIII estuvieron más del lado de los pobres que de los poderosos y por eso es admirado por los no creyentes o los no católicos, extendiendo su influencia a otras religiones, con cuyos líderes se ha reunido varias veces. 

Por eso me considero afortunado de haber visto por primera vez al papa latinoamericano en la Plaza de San Pedro en noviembre de 2023 cuando hablaba desde las alturas del Vaticano en un Ángelus dominical, abogando por las causas de los marginados.
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Publicado en La Patria. Maniales. Colombia. Domingo 23 de febrero de 2024.

   



sábado, 15 de febrero de 2025

RECUERDO INFANTIL CON GUSTAVO ROBLEDO ISAZA

Por Eduardo García Aguilar

Siendo un niño tal vez de de unos 9 o 10 años, presencié una conversación muy animada entre el entonces alcalde Gustavo Robledo Isaza y mi padre, que versaba sobre proyectos en el sector a donde nos habíamos trasladado por la Avenida Santander y la calle 54, después de vivir en la esquina del parque Caldas, en la carrera 23 con calle 29, donde vi pasar a la Miss Universo Luz Marina Zuluaga cuando llegaba después de su triunfo mundial. 

La apoteosis triunfal de la Miss Universo es un recuerdo imborrable y casi novelesco de la más primera infacia, porque debía estar cerca de cumplir los cinco años y desde esa ventana, en esa  esquina del Parque Caldas, vi pasar la caravana gigantesca de vehículos y gente que celebraba con algarabía a la bella, que de virreina nacional había ascendido al rango de beldad mundial, lo que hizo cimbrar la historia popular de la ciudad.

En ese mismo parque Caldas, décadas antes, la gran poeta Maruja Vieira fue testigo también niña de uno de los incendios que devastaron la ciudad y  recuerda a su padre y al tío acudiendo a ayudar a apagar las llamas que devoraban un sector más central. En un texto suyo palpita el imborrable olor que deja el fuego devorador.

De ahí del Parque Caldas nos pasamos poco después a una casa donde vivimos unos años antes de retornar al centro, situada  a la altura de la calle 54 y la Avenida Santander, y frente a esa casa de esquina, al final de una calle empinada, presencié esa conversación entre mi padre y Robledo Isaza, quien llevaba su tradicional corte de pelo y no lucia traje y corbata. Estaban ellos dos solos de pie frente al paisaje hablando aquella tarde y yo fui el testigo.

Es un recuerdo extraño y nítido el que tengo en la memoria y donde puedo percibir a ese ingeniero haciendo planes gigantescos y locos con el sector, moviendo las manos y anunciando que las máquinas abrirían nuevas rutas, tajarían precipicios, modernizarían la futura urbe, como en efecto ocurrió

No sé si esos planes se hicieron como él los pensaba, pero ese recuerdo me comunica con una figura cívica que es trascendental en la historia de la cuidad en el siglo XX, pues estuvo en la construcción de sitios como la Plaza de Toros, varias avenidas, entre ellas la de Chipre, y carreteras tan importantes como la que lleva al Nevado o la vía hacia Bogotá por Mesones. Sin olvidar el aeropuerto de Satágueda y el proyecto de Aerocafé.

Nunca lo volví a ver en la vida, pero con el tiempo tuve la alegría de conocer a una de sus hijas mayores, Liliana, educadora notable y llena de luz, y a dos de sus nietos, que son hijos de mi gran amigo de toda la vida, Carlos Augusto Gonzalez, genio de la ciencias.  

Sabía que el patriarca vivía en una finca por Palestina y cada año le celebraban sus cumpleaños como a uno de esos robles de la mítica cultura antioqueño-caldense, descendientes de colonizadores que durante siglos en la cordillera mostraron las proezas de su genética enfrentando las más altas y difíciles cumbres y los climas más variados, en medio de una selva templada plena de bellezas y de riesgos, junto a volcanes y vertientes, tal y como figuran en el Cancionero de Antioquia de Antonio José Restrepo y en Viaje a Pie de Fernando González.

Cada año que pasaba celebraba con alegría desde lejos la longevidad del patriarca, asombrándome de que fue centenario y logró vivir casi cuatro años más, lo que muestra la entereza de los grandes creadores e inventores, cuyo entusiasmo vital les da fuerza para desafiar las implacables leyes de la naturaleza. 

Qué bueno que nuestra ciudad Manizales tuvo en Gustavo Robledo Isaza y Maruja Vieira a dos centenarios que lograron vivir en las primeras cuestas del siglo XXI para vislumbrar otra era plena de cambios vertiginosos. Ellos fueron figuras bíblicas y homéricas que nos recuerdan los mitos de la longevidad, pilares de la tribu y motivo de optimismo para la ciudad natal y Colombia, que rebosa de talentos nuevos y enfrenta retos sin fin. 

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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia.  Domingo 16 de febrero de 2025.



sábado, 8 de febrero de 2025

LA ALEGRÍA DE NO GOBERNAR

Por Eduardo García Aguilar


En este siglo XXI el ejercicio de gobernar se ha vuelto una actividad espantosa que regresa a los tiempos de Nerón, Calígula y Atila, pues con el desarrollo de las redes sociales y la inmediatez informativa que llega a los miles de millones de celulares en el mundo, gobernantes y opositores se radicalizan y viven en el odio y la pugnacidad permanentes, ante la resignación o el estupor del rebaño de gobernados.

Algo está claro a medida que avanza el siglo XXI y es que la democracia se desvirtuó del ideario inicial de sus utópicos padres fundadores, pues se ha convertido en un espectáculo y  negocio sucio en el que son elegidos, salvo excepciones milagrosas, aquellos que más han invertido en ello y utilizado la desinformación y las redes para manipular emociones. El gran payaso Donald Trump es ahora el gran líder de los cómicos y peligrosos políticos del mundo.

Hasta el más idealista y utópico tendrá que corromperse para acceder al poder y se verá obligado a utilizar las armas más infames para descalificar al adversario, escrutando sin piedad su vida privada, pasado, relaciones personales, recursos y al acceder al trono sufrirá durante su mandato una andanada igual de ataques, calumnias, intrigas, que ningún ser humano por fuerte que sea puede resistir, salvo si se convierte en un cínico y un monstruo inmune a tales asedios.

Su vida personal y la de su familia es atacada sin piedad por los opositores hasta el punto de que en la actualidad los mandatarios o los altos funcionarios deben enviar al extranjero a sus allegados para protegerlos de la infamia y el odio de los adversarios, que se vengan de los ataques y oprobios que el victorioso también aplicó sin piedad contra ellos en el camino a la victoria.

El principio inicial de la democracia era que la contienda se daba entre partidos históricos que ganaban o perdían con un elocuente programa de gobierno y luego se esperaba la lealtad y generosidad del derrotado y la grandeza y humildad del ganador para velar durante el gobierno por todos los cidadanos sin distingos y por el bien del país. Los adversarios, según esa utopía, aguardaban con serenidad el momento de la alternancia.

La verdad es que hoy gobernantes y opositores en todo el mundo están comandados en su mayoría por rufianes que han vendido el alma al diablo para acceder a las más altas magistraturas y deben pagar tarde o temprano a quienes los financiaron y eso sin tener en cuenta que los países del mundo están carcomidos por mafias y bandas delincuenciales multinacionales que cooptan los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, y por supuesto a las fuerzas militares y policiales.

Los útópicos padres fundadores de la democracia desde los tiempos clásicos griegos y romanos hasta nuestros días, pasando por la Revolución francesa y su consigna de Igualdad, Fraternidad y Libertad, todos los que ofrecieron sus vidas por la justicia a lo largo de los siglos, se retuercen ahora en sus tumbas, pues las elecciones y el ejercicio del poder en esta era digital y plutocrática se convirtieron en todas partes en una farsa repugnante y tramposa, empezando por Estados Unidos.

Afortunados los que nunca aspiran al poder ni a ningún mando nacional o local y viven sus vidas en modestia dedicados a sus actividades lejos de la fama de las redes y los honores. Alegres aquellos que lejos del mundanal ruido transcurren sus existencias lejos de esas ambiciones políticas y viven la vida, difícil como siempre ha sido, es y será, como una experiencia milagrosa ante el cosmos, un misterio inescrutable que debe celebrarse día a día. Mientras más lejos esté el ser humano de la codicia del poder, más posilbilidad tendrá de ser y estar en el mundo, lejos de la podredumbre y la infamia.   
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Publicado en La patria. Manizales. Colombia. Domingo 9 de febrero de 2024        




sábado, 1 de febrero de 2025

DISCURSO HISTÓRICO DEL PRESIDENTE PETRO


Por Eduardo García Aguilar

Escuché con atención el histórico discurso del presidente de Colombia Gustavo Petro en la posesión de la nueva canciller Laura Sarabia, pronunciado en una coyuntura muy especial, agitada, peligrosa, en medio de terribles agresiones mediáticas y políticas en contra de su persona y por lo cual tiene aun más importancia.

La prensa mundial, encabezada por diarios franceses, alemanes, nórdicos, hispanos, asiáticos, africanos, y mediorientales, televisiones, redes y radios, destacaron en primera plana el valiente gesto del presidente colombiano, el primero en el mundo en alertar sobre los graves acontecimientos que suceden en Estados Unidos, antes faro y símbolo de futuro con la Estatua de Libertad, país que recibía en Manhatan a milllones y millones de inmigrantes en los pasados siglos, provenientes de una Europa pobre y víctima de sucesivas guerras, entre ellos el bisabuelo del actual presidente Donald Trump o su esposa misma Melania, recién inmigrada desde el este de Europa. Esa era la gran América cantada por Walt Whitman en Hojas de Hierba.

A horas de la madrugada Gustavo Petro tuvo el valor de devolver vuelos militares donde venían encadenados como esclavos colombianos y colombianas de bien ante la mirada aterrada de sus hijos menores y después aviones colombianos recuperaron con dignidad a sus ciudadanos, algo celebrado por la prensa mundial en el Primer y Tercer Mundo.

El mundo saluda el gesto de ese presidente mestizo colombiano que se atrevía a convertirse en un David contra un arrogante Goliat blanco, supremacista, racista, vulgar, condenado por la justicia de su país, quien fue aupado a la presidencia por su virtual vicepresidente, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, nutrido en los idearios del Apartheid de su natal Sudáfrica y las ideas nazis de Adolfo Hitler que defiende ahora en Alemania.

En un discurso brillante, que fue también una cátedra de geopolítica, el presidente Petro ha mostrado con claridad los riesgos de que la famosa nube, cloud en inglés, que contiene todos los saberes e informaciones del mundo quede privatizada por una oligarquía cerrada que impone los más nefastos planes totalitarios nunca imaginados ni por los más pesismistas futuristas del siglo XX como Aldous Huxley y George Orwell, enre otros muchos.

Petro recordó en ese brillante discurso lo sucedido en Alemania, cuando accedió al poder por votación el austriaco Adolfo Hitler, autor de Mi Lucha, libro del que todos hablan y pocos han leído, donde se desplegaban sus ideas y odios racistas y eugenistas y se auguraba con toda claridad la expulsión y la persecución de  judíos, extranjeros; gitanos, comunistas y socialistas de todos los colores.

Lo que ocurre en Estados Unidos con los colombianos, latinoamericanos y ciudadanos de todo el mundo que son perseguidos en redadas en todas las ciudades y luego  enviados encadenados y humillados como esclavos, es algo que puede parangonarse con aquella nefasta época que condujo  a la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler y sus aliados y cómplices en Europa embarcaban en trenes desde todos los países a ciudadanos que eran luego exterminados en los campos de concentración, uno de los cuales, Auschwitz, fue conmemorado esta semana por una blanda burocracia europea pusilánime en el 80 aniversario de la liberación.

Petro, que es un lector infatigable y un intelectual de alto nivel, aunque Felipe López Caballero, exdirector de Semana, lo califique de "seudointelectual", explicó en ese discurso la coyuntura que significa el poder desatado de esta nueva oligarquía mundial que controla en la red los conocimientos de la humanidad, dispuesta a aplicar con violencia las ideas supremacistas que dominaron en la primera mitad del siglo pasado.

Hay que remontarse a más de un siglo atrás para encontrar a un presidente colombiano capaz de entender las coyunturas cruciales del momento, como fue el caso de Rafael Núñez, gran articulista y ensayista que vivió en Inglaterra en el siglo XIX y desde ahí supo de los retos y problemas que los cambios de entonces planteaban para la humanidad y que fueron base de sus controvertidos programas de modernización del país. Y por supuesto remontarse al gran escritor y pensador que fue el Libertador, cuya obra completa es una delicia de leer desde La Carta de Jamaica hasta Delirio del Chimborazo, pasando por sus cartas.

Petro ha sido citado por la prensa mundial en otros continentes que se enfrentan al mismo reto que Colombia y el mundo en la era de Trump y Musk. Pues la amenaza no solo concierne a América Latina sino a Europa, Africa, Asia y la humanidad entera. Petro, como David contra Goliat, ha marcado la pauta para la lucha que la humanidad debe afrontar ante el tenebroso peligro del gobierno de Donald Trump. El discurso de Petro en la posesión de la joven canciller Sarabia debe ser escuchado con atención por quienes deseen entender los retos geopolíticos del momento en el mundo.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 2 de febrero de 2024.



 

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viernes, 24 de enero de 2025

EL ÚLTIMO VALS DE VARGAS LLOSA


Por Eduardo García Aguilar

Desde hace tres cuartos de siglo Mario Vargas Llosa siempre ha estado acompañándonos desde su juvenil éxito, con decenas de novelas, cuentos, ensayos, miles de artículos y reportajes, piezas de teatro, e incluso se ha dado el lujo de ser candidato a la presidencia de Perú, líder enfebrecido y mesiánico de la derecha latinoamericana, aristócrata miembro de la cofradía de hidalgos españoles y octogenario enamorado de Isabel Preysler.

Varias generaciones lo hemos seguido desde el comienzo y en los primeros tiempos tratábamos de inspirarnos en su prosa, tras el éxito mundial de La ciudad y los perros y La Casa verde. Infatigable, hiperactivo, lector apasionado, académico, Vargas Llosa ha sido un fénómeno de la literatura latinoamericana que ahora se despide con una última novela, que es como su último vals peruano.

Hay escritores de todo tipo, poetas, polígrafos, ensayistas, cronistas, pero otra cosa es la misión del novelista que pasa su vida creando unos mundos que son arquitecturas complejas difíciles de ajustar como mecanismos de relojería. Y Vargas Llosa fue un novelista nato, único, investigativo, algunas de cuyas obras de madurez son monumentales y se preocupan por la vida de varios países del continente y del mundo.

Con Le dedico mi silencio (Alfaguara, 2023), Vargas Llosa se despide volviendo al Perú de su origen con una obra que se lee como un vals alegre y triste de Chabuca Grande o Lucha Reyes, un vals a veces cursi que trata de sintetizar en sus letras y melodías la compleja estructura racial, imaginaria y cultural de Perú, tierra de imperios prehispánicos enormes, barroca colonia española desbordante y mundo urbano que muchos de sus pensadores han tratado de desentrañar. ¿Quiénes somos los peruanos? ¿De dónde venimos y para dónde vamos?, fueron interrogantes de pensadores que en la primera mitad del siglo XX trataron de desentrañar los ejes del misterio, como José Carlos Mariátegui, Sebastián Salazar Bondy y José María Arguedas, entre otros muchos.

Toño Azpilcueta es un modesto cronista de música criolla, especialista en valses, marineras, polcas y huainos peruanos y vive de lo que le pagan por esos artículos en las revistas de farándula. Un típico escribidor latinoamericano, pobre, sufrido, que lucha por sacar adelante su familia en un antiguo vecindario de un barrio sórdido poblado de ratas y cucarachas que lo acechan en la imaginación neurótica.

Un día lo llaman para asistir a la presentación del desconocido y joven guitarrista Lalo Molfino en la zona de bajo el puente de Lima y ahí en esa casona colonial, pese a su inicial escepticismo, sufre una revelación al descubrir que nunca había escuchado un talento igual. Y desde entonces se dedica a seguirlo y a tratar de desentrañar su vida y sus misterios. Con gran entusiasmo, después de enterarse de su muerte prematura, recibe un préstamo de 5000 soles de su amigo Collau para que escriba el libro que tanto ansía y siga la investigación, viaje al norte en pos de los secretos y poco a poco los desentraña. 

Pero en tanto avanza, se empecina en la teoría útópica de que las divisiones raciales y sociales del Perú podían ser atenuadas por esa música criolla que traería la concordia nacional en tiempos de violencia y Sendero Luminoso. El libro tiene un gran éxito, se venden decenas de miles de ejemplares y el modesto articulista salta a la fama como ensayista y se redime. Con esta novela liviana y profunda sobre la peruanidad, el Premio Nobel Vargas Llosa se despide de nosotros y de la narrativa, conmoviéndonos como siempre y ganando nuestra más sincera admiración y agradecimiento.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 26 de enero de 2024.
 

 
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