Una de las corrientes más fuertes y exitosas de la narrativa contemporánea en este siglo XXI es la relacionada con el relato autobiográfico, la confesión o la recuperación de personajes históricos o familiares que se convierten en materia novelística.
Este tipo de libros son los que logran más ventas y llenan las estanterías y las mesas de las librerías del mundo, relegando a un segundo plano otras expresiones literarias más elaboradas.
Aunque muchos autores siguen ejerciendo la ficción como tal, tratando de que crear mundos originales dentro del mundo, o practican una rebelde voluntad de estilo hasta llegar a lo barroco o lo muy subjetivo, la industria editorial multinacional casi en todos los países, liderados por Francia, España y el mundo anglosajón en general, privilegia ahora los relatos donde los autores de todas las edades, sexos y orígenes se desnudan y abren al lector la vida íntima de las familias o la suya propia, con sus tragedias, enfermedades y sangrientos secretos.
De esa manera logran una conexión profunda con muchos lectores, que encuentran en esos libros formas de identificación profunda, como si fueran espejos que abordan los dramas más duros de la existencia, que en fin de cuentas es la tragedia de todos.
Esos libros en boga en estos tiempos, que se venden como novelas, son en cierta forma variantes de la autoayuda y abordan temas como el suicidio de un familiar, el abuso sexual, el incesto, las dificultades generadas por el género, la orientación sexual, la discapacidad o la raza.
La confesión autobiográfica siempre existió en la historia de la literatura humana, pero se consideraron obras de no ficción, y muchos de sus autores a lo largo de los siglos lograron un prestigio inmortal con sus relatos y desnudeces personales, como en las Confesiones de San Agustín, las Memorias de Giacomo Casanova y las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand y tantos otros magníficos prosistas.
En los últimos siglos se consideran como ejemplos máximos de las obras de ficción el Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, sin olvidar los grandes clásicos rusos Tolstoi y Dostoievsky, los franceses Balzac, Dumas y Victor Hugo, el inglés Charles Dickens, el estadounidense Mark Twain y la Metamorfosis y otros libros del praguense Franz Kafka. La lista sería interminable.
En las últimas décadas Francia lideró ese viraje hacia la autoficción con los grandes éxitos del Premio Nobel Annie Ernaux y Catherine Millet, autora de La vida sexual, seguidas por Virginie Despentes, Christine Angot o El consentimiento de Vanessa Springora, la última de esa saga femenina.
Entre los hombres, el más celebrado ha sido Emmanuel Carrère. Después de ellos, la tendencia se volvió mundial.
Y los periodistas autores de reportajes narrativos ahora también reivindican la parte de la torta y exigen ser considerados como novelistas. Los exquisitos autores de ficción que no se escudan en el yo están ahora de capa caída.
Cuando uno lee las Confesiones de San Agustín (354-430), publicadas en la colección Austral, se da cuenta de que es un libro moderno, casi contemporáneo, que cuenta las peripecias personales de un terrible pecador carnal que se acerca a Dios y se convierte en uno de los grandes padres del cristianismo.
Es un libro febrero, donde vivimos el día a día de un hombre de su época. Y ni qué decir de ese otro gran libertino, Casanova, que nos lleva de visita a la Venecia ya la Europa de su tiempo a través de las aventuras amorosas.
Y para cerrar el círculo contemporáneo, también se está dando un viraje reciente con el auge de la poesía confesional que se abre cada vez más camino y margina otras expresiones poéticas que algunos consideran más puras y abstractas, inspiradas en grandes poetas como Stéphane Mallarmé y TS Eliot. De esa forma regresa el gran poeta nacional de Estados Unidos Walt Whitman, cuyas Hojas de Hierba, son ejemplo máximo de la poesía confesional, patriótica y narrativa.
Pero los amantes de la ficción quijotesca seguirán disfrutándola hasta el delirio.
Lo autobiográfico tal vez solo sea un síntoma, una moda fugaz de nuestro amargo tiempo.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 23 de marzo de 2025.